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Bolivia: del golpe de estado a la victoria del MAS

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Trochando Sin Fronteras – Noviembre 06 de 2020

Por: Iván Ipiaksua – Colaborador TSF

El Movimiento Al Socialismo –MAS– Ganó contundentemente las elecciones en Bolivia. Un año después del golpe de estado perpetrado por fuerzas reaccionarias en Bolivia, con el apoyo de Estados Unidos y  países de la Organización de Estados Americanos -OEA-.

Después del golpe, el pueblo Boliviano esperaba fecha para el desarrollo de las nuevas elecciones. Desde el Gobierno Jeanine Añez  se aplazaron en tres ocasiones las elecciones buscando la desarticulación del MAS. Luego de ataques sistemáticos, encarcelamientos y hasta asesinatos el Órgano Electoral plurinacional de Bolivia – OEPB- fijó el 18 de octubre de 2020 como el día de las elecciones.

Fueron siete los candidatos inscritos para la contienda electoral: Luis Arce, por el Movimiento al Socialismo – MAS-; Carlos Mesa, Comunidad Ciudadana; Luis Fernando Camacho, Partido Creemos; Chi Hyun Chung, Frente para la Victoria – FPV-; Jorge Tuto Quiroga, Alianza Libre 21; María Bayá, Partido Acción Democrática Nacionalista – ADN- y Feliciano Mamani, Partido Acción Nacional Boliviano – PAN-BOL”[1].

La campaña electoral de los partidos de derecha fue clara, desprestigiar al MAS, y en cabeza de Evo Morales; su objetivo era “evitar que regrese el Movimiento Al Socialismo a la presidencia”. La información desde los medios anticipado que habría una segunda vuelta, en apoyo a la derecha golpista.

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Pero, la segunda vuelta no llego. Los puestos de votación cerraron, y luego del escrutinio del 100% de mesas escrutadas, el resultado fue aplastante. Luis Arce candidato del MAS obtuvo el 55.10% de los votos, frente al 28.83% de Carlos Mesa y 14% de Luis Fernando Camacho. En los comicios participaron el 88.20% de la población votante.

La fórmula presidencial Arce y Choquehuenca dejó en evidencia que la población es consciente del trabajo realizado desde los movimientos sociales, en conjunto con el MAS. Más allá de cambiar la forma de gobernar, crítica que se le realizó a Evo Morales, son urgentes cambios estructurales en Bolivia. Durante los 14 años de gobierno del MAS, no se realizó un cambio en el sistema educativo, -todavía se estudia desde la comprensión y relato occidental de la modernidad capitalista, que no ubica en su lugar la historia real de los pueblos campesinos y aborígenes de Bolivia-. No se reestructuraron a las fuerzas militares, mismas fuerzas que demostraron en el golpe desprecio contra el pueblo. El modelo económico basó su renta en la explotación de los bienes comunes, pero no  buscaron alternativas al extractivismo.

¿Quiénes ganaron y perdieron en Bolivia?

Ganaron: Ganó el MAS, mas allá de la representatividad dada por los bolivianos en las urnas, aún es necesario el empoderamiento de las comunidades para exigir los cambios necesarios y avanzar. El progresismo «recupera» Bolivia, con ello se espera que se permita debilitar la ingerencia política desde Estados Unidos en la región.

Perdieron: Los grandes empresarios del litio, la burguesía nacional y sus financiadores desde Estados Unidos y la OEA. La derecha boliviana también pierde, luego del golpe y la ingerencia, desnudaron sus fichas pero no lograron asegurar su táctica. Si bien aceptaron la derrota una vez conocidos los resultados, llamaron a la desobediencia civil y a desconocer los resultados. Acciones que no han cesado y se incrementaron en medio de las elecciones presidenciales en Estados Unidos. La victoria de Baiden o Trump, evidenciará la forma en que se desarrollaran conflictos en Bolivia y otras naciones suramericanas.

El golpe en contexto

Hace once meses Evo Morales ganaba su cuarta reelección, reelección que le costó al MAS el poder; luego de un suscitarse Golpe de Estado – con Biblia y Militares a bordo.  Evo ya había perdido la posibilidad de reelección dos años atrás.  Cuando en  un referéndum se le negó la oportunidad de participar en las elecciones para una cuarta elección. En esa ocasión el  “NO” se impuso con un 51.3%, mientras que el si  obtuvo un 48.7%. Sin embargo, contra viento y marea, el Tribunal Constitucional desconoció esos resultados y volvió a facultar a Evo para volver a hacer candidato.

En octubre de 2019, Evo ganó las elecciones con el 47.08%, frente a su contendor Carlos Mesa que alcanzó el 36.51%. Luego de la victoria, la OEA en cabeza del Luis Almagro intervino los comicios, declarando que “En Bolivia se realizó fraude por parte del partido de gobierno”. Inmediatamente desde la derecha más reaccionaria del país se acogió la tesis del fraude; mal entonados por las declaraciones de la OEA y financiados iniciaron desde Santa Cruz una campaña para incendiar el país y lo lograron.

Luego de ello, Evo anunció convocar a nuevas elecciones, momento aprovechado jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, William Kaliman, el cual aconseja “renunciar a la presidencia”. Desde ese momento se hace visible el Golpe de Estado.

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Después de varias semanas de protestas por las denuncias de fraude electoral de la OEA, y el retiro del apoyo de las fuerzas militares a Evo Morales, se desata una ola de violencia en contra de seguidores del partido MAS y quienes se movilizan en defensa de la elección de Morales.

Con la violencia desatada, Evo renuncia a su cargo, buscaba con ello calmar los ánimos. Militares junto a la derecha, detienen y atacan a los militantes del Movimiento Al Socialismo. Tras estos hechos Evo busca asilo político en México, situación aprovecha la diputada Jeanine Añez, para declararse presidenta interina.

Este contexto político en Bolivia desató una serie de opiniones del nivel nacional e internacional, aliados de expresidente Evo, como Venezuela o Nicaragua aseguraron que se trató de un golpe de Estado, mientras que EEUU señala que la salida de Morales ayuda a superar la crisis política de Bolivia y niega que este fuera derrocado[2].

Durante casi un año el gobierno de facto de Bolivia, anula los convenios progresistas que se habían firmado con países y organizaciones internacionales, expulsa a las delegaciones diplomáticas de Cuba y Venezuela, apoya a Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela, regresa al país la USAID y el personal de la embajada estadounidense.

También genera una campaña mediática de desprestigio contra Evo llamándolo terrorista y pedófilo. Busca destruir los símbolos representativos de la plurinacionalidad -la Wipala-,  atraves del fundamentalismo evangélico atentan contra las creencias del Buen Vivir y la Pacha Mama, anuncian la privatización de los sectores económicos estratégicos del país  -Empresas Nacionalizadas mineroenergéticas- y endeudan el país con préstamos al Fondo Monetario Internacional (FMI) a altos intereses.

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