Por: Oglis Ramos/ 31 de agosto de 2015
Cientos de refugiados escapan de sus tierras por miedo a morir en los conflictos inducidos en países del Medio Oriente, los cuales se encuentran devastados por las acciones del imperialismo global y sus secuaces pro-imperialistas. Hoy, esos refugiados encuentran el final de sus sueños en el mar o en las calles de cualquier país europeo. Este fenómeno que hoy enciende las alarmas a nivel mundial, llama la atención de los gobiernos del mundo y principalmente el de las potencias europeas.
Ayer, cuando países como Libia y Siria tenían una situación política estable y no habían sido tocados por la bota imperial y sus colmillos sedientos de territorio y recursos naturales, la vida de sus ciudadanos era tranquila. Los niños iban a sus escuelas y las madres los esperaban en sus hogares, como en cualquier otro país del mundo. Recuerdo los días de la preparación del escenario de intervención en Libia, los medios de información transnacionales azuzaban muy sutilmente la metralla, aunque no contra Gadafi sino contra todo el pueblo libio. Hoy ese pueblo sufre los embates de las acciones de los que exportan libertades e instauran supuestas democracias. Corporaciones de comunicación como la BBC, CNN, Fox News y Al Jazzera iniciaban su cacería mediática con titulares extraordinarios, justificando así la intervención y la desestabilización de Libia. Enaltecían, por ejemplo, al Denominado Concejo Nacional de Transición, que era un elemento fiel a las políticas de los Estados Unidos y de los países pro imperialistas de Europa.
Estos medios televisivos tenían la tarea clara de satanizar al “gran dictador” Muammar al-Gadaffi. Hoy, después de haber cumplido con sus planes, son tan responsables como los mercenarios de la OTAN y la CIA por los miles de muertos que han ocasionado con el quiebre del territorio libio y ahora con los cientos de muertos que quedan en el fondo del Mar Mediterráneo o en las calles europeas, procedente tanto de Libia como de Siria.
La tristemente celebre “comunidad internacional”, que no es más que una comunidad para asesinar en masa a los pueblos, la misma que los señores imperiales invocan para imponer sus leyes contra cualquier país que se resista a sus designios, ayer convirtió a Libia y hoy a Siria en estados fallidos. El primero fue repartido como porciones de un pastel entre las corporaciones petroleras y los gobiernos satélites europeos. Hoy lo han dejado sumido en la miseria y miles de seres humanos se desesperan por escapar del desastre “democrático” causado por Occidente.
Al igual que Libia, Siria se encuentra en un mar de infelicidad “democrática” causada por las acciones de las potencias europeas y la comunidad internacional. Hoy aun cuando el gobierno de Bashar al-Asad se mantiene firme, no dejan de retumbar las voces en los corredores del Pentágono que claman por derrocarlo por la vía directa de la intervención militar. La plaga infesta a la que han denominado “Ejército Islámico” aun no logra el objetivo de forzar dicha intervención. Ayer esa función la cumplió Al Qaeda y paso a la historia porque así lo decidieron las agencias de inteligencias. Este fenómeno cumplió su proceso con la caída del gobierno talibán y el gobierno de Saddam Hussein y así fue como las loras mediáticas transnacionales finalmente dejaron de nombrarla. Ahora bien, las mismas agencias de inteligencia, las corporaciones de la guerra y las transnacionales financieras necesitaban un fenómeno que ocupara el lugar de Al Qaeda, pero con acciones más terroríficas. En la componenda contra Siria, las monarquías petroleras y el régimen sionista unieron fuerzas y recursos y hoy el experimento sigue causando daños en todo Medio Oriente. Las bestias comunicacionales siguen escribiendo en primera plana sobre los horrores de su gran obra de terrorismo mundial: el denominado Estado Islámico, que junto a sus creadores, parecieran querer competir con los nazis en sus prácticas de exterminio.
Mientras los que fabrican democracias al estilo Occidental sigan quebrando países como Libia, Siria e Irak para que las transnacionales petroleras obtengan el petróleo por sangre, y mientras las empresas fabricantes de armas sigan alimentando la guerra en estos países, no habrá manera de detener el genocidio. En tanto la Organización de las Naciones Unidas este arrodillada ante los designios imperiales y sus mafias económicas transnacionales, no habrá como parar la crisis humanitaria que ese genocidio genera. Los causantes de que cientos de miles abandonen sus tierras y arriesguen sus vidas, hoy discuten cuantos de los que logran salvarse del mar y cruzar las alambradas y barreras se van repartir entre ellos. Pero no discuten como reconstruir sus países.
Las madres sirias y libias juntos a sus hijos ya no volverán a tener la alegría de antaño. Sus vidas se desmoronaron en un segundo por la ambición de un grupúsculo que mantiene el dominio del poder mundial y que hoy escribe la historia negra de la humanidad.
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