Fue así que, terminados sus estudios de derecho, se dedica a la labor periodística y desde ella aborda el debate con los jóvenes hegelianos, quienes centraban sus esfuerzos en demoler las ideas religiosas al concebir que de esa manera derrumbaban el centro del régimen prusiano. Es en ese contexto que escribió artículos como “los debates sobre la Ley acerca del Robo de Leña” en 1842, en el que critica no solamente el derecho burgués, sino también a Hegel y su justificación del derecho y de la sociedad capitalista.
Estudiamos los manuscritos parisinos de 1844, en los que Marx tiene con-tacto con las problemáticas de la Economía Política Clásica (Smith, David Ricardo…), de allí que trate temas sobre los que regresará una y otra vez, como la mercancía, el valor de cambio o el dinero, y mediante los cuales su crítica permite dar cuenta del proceso de alienación del trabajador proletario respecto de los medios de producción, del producto del trabajo y de las relaciones sociales con sus semejantes.
Cabe resaltar que, en agosto de 1844, se había producido su encuentro con Engels, quien había escrito en 1843 su “Esbozo de una crítica de la economía política”, documento que contenía una perspectiva similar a la de Marx, pero tal vez más clara, respecto de la economía política. Como se sabe, Marx y Engels dedican tiempo a compartir sus concepciones y un fruto de ello son las Tesis sobre Feuerbach de 1845, con las que logran avanzar en la concepción materialista de la realidad y del conocimiento. En este texto es vital el concepto de práctica, o praxis, para criticar la visión contemplativa y ahistórica del materialismo de Feuerbach, identificando a la práctica revolucionaria como criterio de verdad del conocimiento.
Esta perspectiva crítica dio lugar al trabajo conjunto de Engels y Marx en la Ideología alemana, de 1845-1846, que contiene un prólogo en el cual sintetizan su novedosa lectura del materialismo histórico. Allí, no solamente, consideran la comprensión de la sociedad a partir de las condiciones materiales bajo las cuales se produce y reproduce, sino que, de manera importante, señalan cómo las sociedades humanas presentan una serie de grandes estadios de progreso social que desembocan en la universalización de la sociedad y, por tanto, de la historia misma en el modo de producción capitalista. Es precisamente esa universalización de las condiciones materiales y sociales la que identificarán como fuerza y condición de posibilidad de la futura sociedad comunista, de la cual ya hablaba el movimiento proletario de su época.
El manifiesto comunista de 1848 compila los planteamientos adelantados en la Ideología Alemana, sintetiza cómo el lado progresivo del capital desarrolla las fuerzas productivas y amplía la proletarización de los trabajadores, pero a la vez, muestra cómo la burguesía ya no puede controlar el poder contradictorio de las fuerzas desatadas debiéndose resolver en recurrentes crisis capitalistas, condición bajo la cual avistan la posibilidad histórica para que los proletarios cumplan su papel de sepultureros de las sociedades de clases y se avance a la sociedad comunista.
En nuestro particular recorrido por el pensamiento marxista, pasamos luego a estudiar algunos textos que anuncian posteriores desarrollos conceptuales contenidos en El capital.
Así, de la Introducción a la crítica de la economía política de 1858 consideramos tanto su prólogo como su introducción; en ellos se plantea la necesidad de estudiar a la sociedad capitalista a partir de las condiciones mate-riales bajo las cuales se produce, y a su vez, trata el problema del método, señalando cómo los conceptos más concretos bajo los que se considera la crítica a la sociedad expresan relaciones sociales de fases antecedentes, y cómo el método expositivo —desarrollado en El capital— exige dar cuenta de la articulación propia de la sociedad capitalista; razón por la cual, lo histórico queda subsumido en la conceptualización que expresa la articulación de la moderna sociedad burguesa.
En el folleto Salario, precio y ganancia de 1865, y en Trabajo Asalariado y Capital de 1849, vimos que Marx aborda el análisis de la mercancía, cómo esta se desdobla en una relación entre valor de uso y valor, y cómo de allí cobran lugar el valor de cambio y el dinero. Ello para mostrar que la mercancía en el capitalismo, se produce bajo un régimen salarial destinado a succionar plusvalor, de modo que, si bien los proletarios deben actuar por mejorar sus condiciones salariales, estas luchas siempre deben estar encausadas a lograr la abolición del salario, cadena bajo la cual se ata y explota al proletariado. Estas relaciones fueron estudiadas en profundidad por Marx en el primer tomo de El capital, publicado en 1882, texto que esperamos abordar en un próximo seminario. Aun así, de este consideramos el capítulo 24, en el que Marx señala cómo el capital, en cuanta relación social y modo de producción, aparece en la historia chorreando sangre, de modo que para nada aparece del ahorro del señor burgués, tal como lo presenta la mitología bajo la cual lo justifican las teorías económicas burguesas.
Junto a este texto, estudiamos otros en los que Marx despliega su capacidad de análisis y crítica en coyunturas políticas decisivas de la Francia de medio siglo, del XIX. En el dieciocho Brumario de Luis Bonaparte de 1851-1852, explicita cómo la lucha de clases puede tomar formas y desarrollos en los que las mismas clases sociales pueden llegar a sostener y defender posiciones que no necesariamente responden a sus intereses mate-riales directos, resaltando cómo las fracciones burguesas pueden tirar por la borda las instituciones propias de la República y dar paso a formas autoritarias a fin de sostener su poder.
En la Guerra civil en Francia de 1871, Marx complementa sus análisis políticos sobre cómo se ha ido constituyendo la forma republicana de dominación burguesa, hoy imperante en la mayoría del mundo capitalista, y a la vez rinde tributo a la heroica resistencia del proletariado parisino que luchó por defender una república social, constituyendo así, dice Marx, la primera experiencia práctica sobre cómo alcanzar una forma de organización superior a la democracia burguesa mediante el establecimiento de la Comuna. De aquella experiencia, Marx extrae su fórmula de que los proletarios no pueden simplemente tomar y valerse de la vieja institucionalidad burguesa, sino que, por el contrario, deben destruirla y pasar a constituir otros modos de democracia social y directa.
Estos esbozos de lo que podría ser la futura sociedad comunista reciben un complemento, en los gruesos trazos de la Crítica al Programa de Gotha (1875) texto en el que lapida las posturas reformistas de Lassalle, al señalar que en la construcción del socialismo no puede haber un reparto del producto del trabajo de acuerdo a lo aportado por cada trabajador, lo que se sintetiza en que del monto de producto total, primero se destinan los recursos para los fondos sociales (reinversión, ampliación de las capacidades productivas, educación, salud, vivienda…) y tan solo el remanente podría ser repartido según el aporte individual, el que por demás, debería realizarse de acuerdo a las necesidades y condiciones de cada grupo familiar.
Quisimos también rendir un reconocimiento a ese so-porte moral e intelectual que fue Federico Engels en la vida y obra de Marx, por eso estudiamos El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884), una obra funda-mental para acercarnos a la comprensión del papel que ha jugado la familia en la producción y reproducción de las sociedades de clase, al sostener la separación entre las esferas de la producción y el consumo. Afirma Engels que la familia ya contiene, en germen, todas las características de opresión y explotación que se encuentran plenamente desarrolladas en la moderna sociedad burguesa, ello para referirse a cómo la mujer pasa a ser relegada, dominada y explotada en las sociedades de clase, y cómo se impone la forma de dominación patriarcal, base de la institución de la herencia, y, por tanto, de la propiedad privada, de la división de la sociedad en castas y clases, punto desde el cual, el conflicto social desembocó en la necesaria institución del Estado, cuyo des-tino ha sido el de controlar la conflictividad social, tal que garantiza la reproducción del poder imperante.
Este brevísimo balance conceptual nos permite ver en retrospectiva lo que avanzamos en estos meses de encuentro, lectura, diálogo y reflexión colectiva. Tratándose de un espacio constituido por proletarias y proletarios deseosos de aprender y avanzar en la construcción de relaciones solidarias, podemos afirmar que el balance de aprendizajes conceptuales y prácticos es muy positivo. Esto, porque los participantes siempre estuvieron pendientes de vincular los análisis al terreno de las prácticas sociales para iluminar, por ejemplo, temas tan importantes como la cuestión de la clase campesina, la opresión sobre la mujer, o la organización proletaria, asuntos que en verdad ameritan espacios más amplios y específicos para ser tratados en profundidad.
Es por esto, que como certeramente lo formuló una de las participantes, nos surge el reto de ampliar los espacios de juntanza y formación entre proletarias y proletarios, de allí que en el encuentro entre quienes formamos parte de Praxis con quienes participaron en el Seminario haya-mos asumido el reto de abrir próximamente nuevos espacios, como el de lectura de El capital, o una nueva versión del Seminario de Introducción a Marx, en los que esperamos se vinculen más y nuevas personas, ejercicio que indudablemente hace parte de las muchas tareas necesarias para que la sociedad solidaria y sin clases vaya haciéndose realidad.