sábado, septiembre 13, 2025

Las luchas campesinas en Colombia, un ejemplo de resistencia y dignidad

De la resistencia histórica a los Territorios Campesinos Agroalimentarios (TECAM): el camino de dignidad y soberanía del campesinado colombiano.

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Juliana Marin
Juliana Marin
Comunicadora social y periodista de la Universidad distrital con enfoque en comunicación popular y comunitaria
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Las luchas campesinas en Colombia son la memoria viva de siglos de resistencia frente a la desigualdad, la violencia estructural y el desplazamiento forzado. Son también la reafirmación de un compromiso histórico por la dignificación de la vida y la permanencia en los territorios.

Una de las principales causas históricas de la violencia en Colombia ha sido la concentración de la tierra en pocas manos. Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC, 2022), en el país existen 3,6 millones de predios rurales privados que abarcan 49,3 millones de hectáreas, es decir, el 47% del área rural nacional. Sin embargo, la distribución revela una profunda desigualdad: los microfundios, que representan el 65,8% de los predios, apenas concentran el 4% del área total; los minifundios, el 17,1% de los predios, apenas ocupan el 7% del área; mientras que la pequeña y mediana propiedad, con apenas el 16,3% de los predios, controlan el 46% de la tierra. En contraste, los latifundios, que no superan el 0,8% de los predios, concentran el 44% del área rural privada.

A pesar de esta histórica concentración, el campesinado sigue siendo el sostén alimentario del país, de acuerdo con la Unidad de Planificación Rural Agropecuaria (UPRA), más del 70% de los alimentos que consumen los colombianos proviene de la pequeña agricultura familiar campesina. Entonces, frente a este panorama, el campesinado ha sido protagonista de resistencia y organización, enfrentando atentados, amenazas y políticas que desconocen sus derechos, pero encontrando en la organización una manera de defender su tierra y su dignidad.

La organización campesina una hoja de ruta para la soberanía

Un momento clave en esta historia fue la creación de la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (ANUC). Desde los años sesenta, miles de hombres y mujeres del campo denunciaban la injusticia de un modelo agrario que mantenía la tierra concentrada en unas pocas manos mientras la mayoría vivía en la pobreza sin acceso a un lote propio. 

El descontento se transformó en movilización en regiones como Quinchía, en Risaralda, y Sincelejo, en Sucre, hasta que el 7 de julio de 1970 se oficializó en el Capitolio Nacional, durante el primer congreso campesino, el nacimiento de la ANUC, que rápidamente se consolidó como la voz más representativa del campo colombiano. Un año después, el 5 de junio de 1971, en Cúcuta, la organización definió su plan de lucha centrado en la redistribución de la tierra, la participación política y el derecho de los campesinos a decidir sobre su destino.

Con el tiempo, nuevas organizaciones continuaron la lucha contra un modelo que sigue privilegiando los intereses del capital. Entre ellas, el Coordinador Nacional Agrario (CNA), que hoy hace presencia en 22 departamentos y agrupa campesinos, pescadores, agromineros y trabajadores rurales, ha planteado la necesidad de construir alternativas frente a la crisis del campo y de la ciudad, reivindicando el papel del campesinado como sujeto político y no solo como mano de obra agraria.

Es por ello que, el campesinado no se limita a la condición de víctima de despojo y exclusión; ha sido, y sigue siendo, un sujeto político y organizativo fundamental en la construcción de una nueva sociedad. Desde las movilizaciones de la ANUC en los años sesenta hasta el papel actual del Coordinador Nacional Agrario (CNA),La Asociación Nacional Campesina José Antonio Galán Zorro (ASONALCA), Movimiento de Trabajadores (MTCC), Campesinos y Comunidades, entre otras organizaciones. Reflejan cómo el movimiento campesino ha defendido la soberanía alimentaria, la permanencia en los territorios, la recuperación de tierras y el rechazo a un modelo productivo excluyente que privilegia al capital transnacional sobre la vida.

Ese legado se expresa en luchas territoriales históricas en regiones como Arauca, Cauca, Antioquia y Santander, puedes conocer en nuestro reporte voces como la de Noraldo Díaz, en Nariño, y Pablo Jesús, en Micoahumado, quienes narran la resistencia de sus comunidades frente al abandono estatal, la violencia paramilitar y el avance de los intereses empresariales sobre la tierra.

Los TECAM como resultados de estas luchas

Aun en medio de estas dificultades, las organizaciones campesinas han tenido avances significativos. Uno de los más recientes son los Territorios Campesinos Agroalimentarios. Este paso, es fruto de décadas de resistencia y organización colectiva.

Esa persistencia en la lucha ha permitido avances importantes, como el reconocimiento del campesinado como sujeto de derechos y la aprobación del Decreto 0780 de 2024, que reglamenta y fortalece los Territorios Campesinos Agroalimentarios, conocidos como TECAM.

 El 25 de junio de 2024, el campesinado celebró el reconocimiento oficial de una práctica que ya venía construyendo desde hace años: formas colectivas de gestión social de la tierra organizadas alrededor del agua, los bienes naturales y la vida digna. Los TECAM superan la mirada reduccionista del campesino como productor aislado y lo reivindican como actor político, cultural y social. 

Actualmente existen 29 TECAM clasificados en cuatro regiones estratégicas: Andina, Caribe, Suroccidente y Centro Oriente. De ellos, uno está en proceso de subsanación, ocho en apertura de expedientes, otros ocho en informes de visitas técnicas, seis en formulación de planes de vida, uno en audiencia pública y cinco en radicación ante el Consejo Directivo.

Este 25,26 y 27 de agosto se realizaron tres audiencias públicas en Arauca y Fortul que marcaron un paso importante hacia la formalización de estos territorios. Sin embargo, los campesinos saben que la lucha no empezó con los decretos ni terminará con la formalización jurídica. Como afirma Dixon Torres, coordinador departamental de Asonalca, si los procesos se ven frenados por la institucionalidad, será la misma organización campesina la que continúe empujando el camino.

Los TECAM son, en esencia, la materialización de décadas de resistencia contra el despojo, la militarización y el extractivismo. Son la apuesta de un pueblo que sigue levantando banderas de vida, de soberanía alimentaria y de dignidad en medio de un país donde la tierra aún es el escenario central de disputa.

Mira nuestro reporte especial sobre los TECAM y conoce las voces de quienes luchan y labran el territorio.

Este reconocimiento no significa el fin de la lucha. La institucionalización es apenas un tramo de un trayecto más largo, el campesinado continúa exigiendo cambios estructurales, un verdadero mandato popular que garantice la dignidad de quienes habitan y trabajan la tierra.

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