sábado, diciembre 20, 2025

Desde la esquina y la vereda: el arte popular se organiza

Durante tres días, distintos territorios de la sabana de Bogotá se conectaron a través del arte como forma de organización, denuncia y memoria. Lo que ocurrió en las calles fue más que un festival: fue una apuesta por defender la cultura popular como herramienta viva de lucha y transformación social.

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Este 12, 13 y 14 de diciembre se celebró en Madrid, Usme, Engativá y San Cristóbal, de manera simultánea el Festival de Arte y Cultura “A la Esquina de la Vereda”, un espacio de encuentro que reúne expresiones culturales y luchas de todo el país con el propósito de a través del arte popular: denunciar desapariciones, abusos de poder, desalojos, precarias condiciones no solo para los trabajadores y trabajadoras del arte, sino para la clase popular y la violencia histórica que ha sufrido.

El festival se consolida como una plataforma que permita avanzar en los ejercicios de organización y movilización para decir al unísono: «el arte organizado, jamás precarizado». Está consigna busca que las diferentes expresiones de arte como la música, la danza, el teatro, entre otras muchas más, sigan siendo una poderosa herramienta para transformar la realidad y mantener en pie la lucha popular.

Este escenario de encuentro entre el campo y la ciudad, evidencia una vez más, la necesidad de reconocer las consecuencias del abandono estatal y las condiciones precarias que no permiten a quienes eligen al arte como su camino de vida, realizarse plenamente. El Festival “A la Esquina de la Vereda” culminó exitosamente demostrando la característica fuerza que el movimiento social ha tenido históricamente y gritando una vez más: esto no es arte para el pueblo, somos el pueblo haciendo arte.

Desde su ejercicio organizativo, el festival ha buscado posicionar las discusiones en torno al papel del arte y la cultura proletaria como herramientas fundamentales de lucha y transformación social. En esta edición, dichas discusiones se desarrollaron en escenarios históricamente reivindicativos de la clase trabajadora en la sabana de Bogotá como: Engativá, Madrid, la Chiguazá y Usme, territorios construidos y sostenidos por las mayorías trabajadoras, donde la producción cultural emerge como resultado de su relación concreta con el trabajo y las condiciones de vida.

Con delegaciones provenientes de distintas regiones del país, el festival se propuso consolidar una agenda programática en torno al arte popular, entendiéndolo como una herramienta necesaria para la construcción de una nueva sociedad. Una sociedad que se reproduzca desde las bases populares, que rompa con las lógicas de explotación y alienación del capital, y que responda a su propósito histórico: la materialización de un proyecto colectivo donde la cultura deje de ser privilegio y se convierta en fuerza viva para la emancipación de la clase trabajadora.

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