En el nororiente de Colombia, mujeres populares, disidencias sexuales, organizaciones de base y procesos comunitarios realizaron la Cumbre Nororiental Antipatriarcal, un espacio de encuentro para ratificar que la lucha Antipatriarcal es inseparable de la lucha contra el Capitalismo y el Estado opresor que lo sostiene.
Le puede interesar: Las condiciones materiales que perpetúan la dominación sobre la mujer
Desde barrios, veredas, montañas y ciudades del Catatumbo, Norte de Santander, Arauca y Santander, llegaron proletarios que se reconocen como parte del pueblo que resiste, se organiza, y que no se rinde ante la maquinaria de muerte que busca explotar, dividir y domesticar.
Ver esta publicación en Instagram
En el espacio de trabajo los participantes de la cumbre tejieron sus discusiones de la experiencia vivida, «lo personal es profundamente político, nuestras cadenas no son casuales, sino producto de un sistema diseñado para explotar y oprimir». En los relatos colectivos construidos se encontraron espacios comunes en los que la opresión, la brutalidad y la sutilidad del patriarcado están presentes y cómo estos hacen parte de la violencia estructural del sistema.
Una declaración con vocación de poder
La cumbre al final de su encuentro emitió una declaración política en la que planean su vocación de lucha «¡no hay paz sin justicia social ni liberación sin antipatriarcado!». En la declaración las comunidades participantes expresan que el documento no es un manifiesto simbólico, por el contrario lo plantean como una hoja de ruta.
«La declaración política de la Cumbre no es un manifiesto simbólico, es un grito de lucha y una hoja de ruta para el movimiento popular del nororiente. Denunciamos el carácter estructural, clasista, racista y patriarcal de la violencia que vivimos, y responsabilizamos al Estado colombiano —en su continuidad neoliberal, incluso bajo el gobierno del “cambio”— por sostener las condiciones que nos empobrecen, nos criminalizan y nos matan».
En el mismo documento destacan cómo el extractivismo, el paramilitarismo y la militarización son pan de cada día; además visibilizan que son los proletarios (las mujeres pobres, las trabajadoras, las campesinas, las disidencias sexuales, los pueblos racializados) los que resisten y sufren las consecuencias del modelo. «La guerra no es entre géneros: es una guerra de clases, y en ella tomamos partido desde abajo, con la convicción de que solo el pueblo organizado salvará al pueblo».
Propuestas para transformar, no para reformar
«Porque no venimos a pedir permiso, sino a disputar poder y construir otro orden social»
Luego de los distintos espacios de discusión y construcción, la Cumbre Antipatriarcal construyó propuestas y dejó como resultado una agenda programática Antipatriarcal y popular en la que se destaca:
• La creación de una plataforma de lucha Antipatriarcal que impulse una economía popular y cooperativa, al margen del capital.
• Disputar el sentido común y las narrativas, promoviendo medios y repertorios culturales con construcción de hegemonía popular que cuenten nuestras luchas y nuestras vidas dignas.
• Levantar una agenda contra la militarización y el paramilitarismo, herramientas del capital para controlar nuestros cuerpos y territorios.
• Construir justicia popular comunitaria, como respuesta a la impunidad del Estado burgués.
• Reconocer y preservar la memoria de nuestras luchadoras populares, conectando campo y ciudad en una sola juntanza rebelde.
«La Cumbre Nororiental Antipatriarcal no termina con una declaración: comienza con una determinación. Hoy más que nunca, reafirmamos que no hay salida dentro del sistema. El patriarcado, como forma de dominación, es funcional al capital, y solo será derrotado en el marco de una lucha de clases organizada, consciente y radical».
