Trochando Sin Fronteras, edición 39 abril – junio de 2019
Por: Ricardo Apolinar Cárdenas [1]
[dropcap color=»#ddc80d» type=»square»]L[/dropcap]as sociedades humanas para sobrevivir han tenido que trabajar, aprovechando los recursos naturales, para la producción de medios de vida y de producción. Se debe entender por trabajo, la capacidad o fuerza laboral que tiene una sociedad para producirse a sí misma. En las sociedades tribales todo pertenecía a la comunidad, sin embargo, con la aparición de los excedentes y la apropiación de los mismos por un grupo social minoritario, se dio origen a la propiedad privada y a un ordenamiento social que garantizó dicha apropiación de generación en generación.
Una vez despojados de los medios de producción, creados por los trabajadores, las clases dominantes, se pudieron dar el lujo de aparecer como los dadores de puestos de trabajo que ofertan en el mercado laboral para que los trabajadores puedan ganar un ingreso, bajo la forma de salario, para adquirir las mercancías indispensables para sobrevivir.
Los capitalistas en su lucha incesante por valorizar su capital, realizan innovaciones tecnológicas, que desplazan a los trabajadores, expulsándolos al desempleo, que Marx llamó el ejercito de reserva, que a la vez que presiona los salarios a la baja le permite al capitalista llenar de miedo a los trabajadores, que prefieren estar en condiciones precarias antes de caer en el flagelo del desempleo, lo cual se va naturalizando hasta llegar a conclusiones del sentido común como “es mejor madrugar a trabajar que a buscar trabajo”.
Con la presión de no caer en el desempleo, los trabajadores se ven forzados al rebusque, para lograr conseguir los pesos necesarios para alimentaria a sus familias a la vez que pierden los derechos básicos de un empleo digno como lo son los pagos a salud, pensión, cesantías, horas extras y un ingreso digno.
Se llenan las ciudades colombianas cada vez más de vendedores ambulantes y pequeños comerciantes cuenta propia. Según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística -DANE-, para enero del 2019, la población colombiana llegó a los 48,7 millones, de los cuales 24,8 millones representan la Población Económicamente Activa -PEA-, es decir la fuerza laboral. De esos 24,8 millones, el 3,2 millones -12,8%- viven en el desempleo, quedando un total de población ocupada de 21,6 millones.
Pero, ¿qué es estar ocupado en Colombia?
Según los magos del DANE, es aquella persona que:
a. Trabajó por lo menos una hora remunerada en dinero o en especie en la semana de aplicación de la encuesta.
b. Los que no trabajaron en dicha semana pero tenían un trabajo.
c. Trabajaron en una empresa familiar por lo menos una hora en la semana de aplicación de la encuesta. Toda una vergüenza, que se considere ocupado al que trabaja una hora en la semana.
Él descaró no termina allí, llegan hasta el cinismo de hablar de ocupados formales e informales, estos últimos caracterizados por la precarización laboral y por ni siquiera estar en el pésimo Sistema de Seguridad Social Colombiano. Los ocupados informales, para enero del 2019, para las 13 grandes ciudades de Colombia, representaron el 46,4% de los ocupados.
Esta realidad lleva a la conclusión de que en Colombia, aproximadamente el 60%, de la PEA, es decir 15 millones de colombianos, se encuentra en condiciones de desempleo y desempleo encubierto, dado que trabajar una hora a la semana no se puede considerar estar ocupado. Estos trabajadores tienen que soportar bajos ingresos y ven comprometidas sus condiciones de vida al tener que engrosar los cordones de miseria de las ciudades.
Como si fuera poco, la respuesta gubernamental, a parte de sus cálculos mentirosos y malintencionados, es la persecución a las formas de sobrevivir de los trabajadores informales, que han tenido que soportar la Ley 1801 de 2016, cortesía del pacifista de SANTOS, que estableció el nuevo Código de Policía. Un Código que vino a perseguir, a los vendedores ambulantes, que aparte de tener que soportar condiciones de vida vulnerables, tienen que lidiar con la persecución policial, sus comparendos y usurpación de su mercancía, solo porque el capital requiere recuperar el espacio público.
No es posible seguir soportando esta situación a todas luces injusta, por ello como Movimiento Político de Masas Social y Popular del Centro Oriente de Colombia, llamamos a todos los trabajadores informales y formales, a que nos unamos en una sola lucha para, forjar una política que encause los esfuerzos del país a maximizar puestos de trabajo productivos, estables, bien remunerados y con cobertura universal en seguridad social.
[1] Ricardo Apolinar Cárdenas – Magíster en Ciencias Económicas, Docente universitario Universidad de los Llanos Editor de la Revista Territorio y Desarrollo – Integrante de la Corporación Choapo