lunes, diciembre 1, 2025

Días de sol, maíz y dignidad en Pailitas: Crónica de la VIII Asamblea del CNA

El campesinado organizado no solo resiste: construye, cuida y sostiene país. La asamblea es una muestra de cómo se “hace poder popular” con las manos, con la palabra y con la memoria, incluso de quienes ya no están.

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Juliana Marin
Juliana Marin
Comunicadora social y periodista de la Universidad distrital con enfoque en comunicación popular y comunitaria
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El 17 de noviembre de 2025 parecía ser un lunes cualquiera, pero para más de 800 personas significó algo distinto. Un día de encuentro lleno de abrazos fraternos.

En Pailitas, Cesar, comenzó la VII Asamblea del Coordinador Nacional Agrario, un espacio donde el campesinado volvió a poner sobre la mesa sus banderas históricas y a reafirmar, con voz propia y bastón en alto, su lucha contra toda forma de dominación, explotación y exclusión.

Aunque el calor y la humedad no fueron el mejor aliado para las delegaciones que una a una fueron llegando, la emoción por pisar un territorio que simboliza la recuperación de la tierra se imponía sobre cualquier incomodidad. Estar allí significaba conocer de cerca el trabajo de 150 familias que renunciaron a la idea de que la tierra es de quien acumula capital, y apostaron, por lo contrario, la tierra es de quien la trabaja. Una afirmación que adquiere significado, al ver, en la entrada de la finca, sobre los muros de la tienda comunitaria este permanente recordatorio:

«A la hora exacta en que el sol besa el arado, la paciencia se hizo fuerza. No fue una marcha, fue un ingreso histórico. Entramos con los pies qué conocen el surco, las manos que exigen justicia y el alma que ya no se doblega. Somos la semilla, somos la promesa de que esta tierra será por fin nuestra»

Con canciones de Máximo Jiménez y pico en mano, aquellas familias comenzaron la labranza que sostiene al territorio. Recuperaron suelos que antes estaban destinados a la ganadería extensiva y sembraron la posibilidad de una soberanía alimentaria, construyendo, fila a fila, una despensa agrícola para el municipio. La recuperación de esta finca, renombrada Tierra prometida, demuestra una vez más que, cuando el campesinado se organiza, es posible devolverle a la tierra su sentido colectivo.

Pero este esfuerzo ha sido constantemente torpedeado por instituciones estatales que, una vez más, recurren al hostigamiento y a la militarización para intentar desalojar a las familias del territorio. En lugar de proteger la vida campesina, protegen la privatización; en lugar de fortalecer los tejidos de unidad, los fracturan. Por eso, colectivizar la tierra no es un punto de llegada, sino apenas el inicio de un camino más amplio hacia la transformación real del campo.

En esta perspectiva, la Asamblea, que se realiza cada cuatro años, volvió a subrayar la necesidad de construir embriones de poder popular. Ese horizonte tomó forma en las discusiones políticas que se desarrollaron por mesas temáticas, donde, bajo la apacible sombra de los árboles de manera colectiva se definieron varios ejes de trabajo: la profundización de los procesos de recuperación de tierras; la consolidación de la reforma agraria, integral y popular (RAIP), la continuidad de los Territorios Campesinos Agroalimentarios (TECAM), no solo con respaldo jurídico e institucional, sino también con el reconocimiento de su legitimidad como ejercicio pleno de territorialidad campesina.

Así lo expresó Gerardo Amador, presidente del Coordinador Nacional Agrario, quien recordó que estos territorios no nacen de un decreto sectarista, sino del arraigo, la organización y la decisión política para construir vida digna.

“Nosotros siempre hemos dicho, ejercicios como los de TECAM no están planteados solo para el CNA o su base social que la conforma, sino como una propuesta nacional para el campesinado”

Además, se apuesta por el fortalecimiento de la producción agro minera, no como despojo ni como explotación desenfrenada de multinacionales con proyectos de fracking o con imposiciones unilaterales del Ministerio de Ambiente, Parques Nacionales y gobiernos locales, como en el caso de la Serranía de San Lucas, sino como una práctica ancestral que garantice la conservación de los ecosistemas.

A lo largo de las 1.100 hectáreas recuperadas, distintos acentos viajaban en el aire, voces de todas parte de la región y el mundo estuvieron en el lugar. Caribe, Chocó, Nororiente, Biorregión, Centroriente, los Dos Ríos, Suroccidente, el proceso nacional Congreso de los Pueblos y delegaciones invitadas de la USO, SINALTRAINAL, INS y RAÍZ. Así como organizaciones internacionalistas hermanas de Cuba, el Estado español, Noruega, Argentina, Brasil, Canadá e Italia.

El lugar, además de guardar las huellas marcadas que el lodo recogía con cada pisada, fue testigo de una instalación inmensa, carpas enormes que, durante el día, se convertían en espacios de discusión donde retumbaba con firmeza una postura. A nivel mundial se acelera la crisis capitalista, se agudizan las disputas entre potencias y se profundiza el deterioro de los ecosistemas y de los bienes naturales.

El escenario rechazó con contundencia las guerras imperialistas que acechan al mundo, denunciando la agresión estadounidense que busca apropiarse de la riqueza y asfixiar a los pueblos de Nuestra América.

En Colombia (se dijo una y otra vez) la ultraderecha avanza con su política de guerra sucia, fortalece el paramilitarismo y se alinea con los intereses del gobierno de Estados Unidos. Frente a ello, la Asamblea reiteró que es urgente articular las luchas y organizaciones de la clase popular para empujar las transformaciones que el país demanda y buscar una salida estructural a la crisis que atraviesa el pueblo colombiano.

A unos metros de esas grandes carpas, se levantaban otras más pequeñas, rodeadas de hileras de maíz que, con la presencia y vigilancia de la Guardia Interétnica, Campesina y Popular, custodiaban la noche. Allí, bajo esos techos improvisados, (que no dieron tregua frente a la lluvia intensa) descansaba una militancia agotada tras largas jornadas de discusión. El viento agitaba las hojas de los árboles y del cultivo, mientras el canto de las ranas, el zumbido de los insectos y un coro incesante de chirridos acompañaban el sueño colectivo de quienes, incluso al dormir, seguían defendiendo la vida.

Así fueron pasando los días… 17, 18, 19, 20 y 21, ahora son parte de la memoria de quienes estuvieron allí. Con el sol llegaban las discusiones, los desencuentros, los análisis, los contextos, las banderas políticas y el quehacer; con la noche, los tambores, los sombreros, las alpargatas, coloridas faldas, las ruanas y los relatos de conmovedoras historias, como lo fue la proyección del documental “Lo que la coca nos dejó” que recogió las experiencias vivas de hombres y mujeres campesinas que, con sus propias manos y sin esperar nada del gobierno, decidieron arrancar los cultivos de uso ilícito de raíz.

Todo esto fue posible gracias a las deliciosas preparaciones que levantaban el ánimo, comidas hechas con cebolla picada bien finita y sazón de leña, alimento cultivado por las mismas manos que cosechan organización. Comida de producción propia, no traída de afuera como ocurre hoy en la mayoría de hogares colombianos, donde la mesa refleja un preocupante fenómeno: El crecimiento sostenido de las importaciones, especialmente en el grupo de manufacturas, que ya representan el 75,6% del valor total importado. Un indicador claro de que el país depende cada vez más de bienes producidos lejos de sus campos, mientras, el campesinado sigue siendo marginado por el mercado, el Estado y sus políticas públicas.

En el acto cotidiano de alimentar y cocinar para cientos, cobró aún más sentido la bandera histórica. La necesidad de una Reforma Agraria Integral y Popular que garantice la Soberanía Alimentaria, la defensa de la vida y la permanencia en el territorio, que fortalezca la alianza obrero–popular y campesina para construir un país sin hambre y para la vida digna.

Poco a poco fueron llegando los buses, con gratitud se despidieron del territorio. Antes de partir, se sintió una bocanada de aire, como de lucha, rebeldía y resistencia. Todos y todas prometieron volver a encontrarse, a seguir abriendo ese nuevo horizonte donde ya se han sembrado las semillas de compañeros y compañeras que, aunque no están físicamente, continúan mostrándonos el camino.


 Fuentes: 
 1. CNA. (2025, 24 noviembre). DECLARACIÓN POLÍTICA: VIII Asamblea del Coordinador Nacional. https://cnacolombia.org/declaracion-politica-viii-asamblea-del-coordinador-nacional-agrario/
 2. Reporte Trochando Sin Fronteras, 2025. Entrevista a Gerardo Amador, presidente del coordinador Nacional Agrario.
 https://web.facebook.com/watch/?v=1377612940732599
 3. De Estadística, D. A. N. (s. f.). Importaciones.
  https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/comercio internacional/importaciones

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