miércoles, abril 30, 2025

El paro panelero, endulza y alimenta la lucha

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Trochando Sin Fronteras, junio 27 de 2018

[dropcap color=»#ddc80d» type=»square»]C[/dropcap]erca de la mitad del trayecto entre Bogotá y Bucaramanga, da igual si va por Tunja o Chiquinquirá, las bellas tierras características del clima frío de Boyacá van dejándose atrás, descendiendo rápidamente más de mil metros sobre el nivel del mar a la cuenca del Río Suárez, Saravita para los indígenas del territorio, el aire empieza a tomar un olor más cálido, dulce, por la gran cantidad de fábricas de Bocadillo que se encuentran en esta parte de Santander y los cultivos de caña panelera acompañados por las humeantes chimeneas de las hornillas de los trapiches o molinos donde se cuece la Panela.

Esta zona de la serpenteante carretera entre Boyacá y Santander, sigue el curso del río y es allí y en los municipios vecinos desde Togüi(b) o Barbosa(s) hasta Socorro, Charalá, La Aguada y Guadalupe donde se produce casi la mitad de panela en el país. En Departamentos como Casanare, Norte de Santander, Huila, Tolima, Antioquia, Nariño, Cauca y Cundinamarca está igualmente difundido el cultivo de la caña y su transformación.

Pero esa dulzura, mezclada con el calor del día y el fresco de la tarde se ha visto afectada en los últimos días por una nueva crisis de la producción y precios de la panela en el país, crisis que cuenta con varias caras y afecta a gran cantidad de finqueros y trabajadores. Son miles las personas que realizan labores como hornilleros, tolincheros, alzadores, preparando los alimentos, arreglando los molinos, los motores (eléctricos y de ACPM), los comerciantes, transportadores y hasta cantineros que viven del trabajo y los servicios que se necesitan para este renglón de la economía.

En la actualidad el kilo de panela que compra el intermediario está 1.500 pesos, pero en las ciudades este precio no baja, además de que en muchas partes “se le hace el feo” a la panelita y se prefieren endulzantes a base de azúcar o de estevia. Con la panela a ese precio no alcanzan a sacar ni el costo de producción.

Para este 28 de junio, hay citado a nivel nacional un paro panelero que podría incluir entre otras una marcha Güepsa – Bogotá, como medida de presión.

En las reivindicaciones planteadas por el gremio, impulsadas por Dignidad Agropecuaria, están las relacionadas con los Tratados de Libre comercio y la importación de Alcohol Carburante, manifiestan que la panela al ser parte de la cadena del dulce se ve afectada por los precios del azúcar y sus derivados, además se han descubierto casos donde se derrite azúcar, se mezcla con miel de purga y se convierte en falsa panela, además, los ingenios están produciendo panela (cosa ilegal) y entra panela de países vecinos (si, le estamos sonsacando la panela a Venezuela); principalmente piden: precios de sustentación, compras públicas, rebaja en los insumos, suspensión de las importaciones de alcohol y jarabe de maíz, entre otras.

Estas reivindicaciones cuentan con el apoyo de finqueros y personas alrededor del renglón productivo, pero son simplemente paliativas, reactivas, no escudriñan más sobre la problemática.

Entre aspectos que se dejan de lado están el monocultivo: la región que anteriormente tenía una producción importante de café, plátano, yuca, animales de cría entre otros, se ha ido convirtiendo en un inmenso monocultivo de caña panelera, afectando el equilibrio del territorio, esto hace que el uso de agrotóxicos y abonos químicos sea excesivo con la consecuente degradación de suelos y afectaciones a las personas, plantas, aguas y animales, se ven casos de fincas donde los domingos bajan al pueblo a comprar los plátanos, las yucas y ahuyamas que antes se producían en los solares.

La violencia en la zona fue fundamental para consolidar la industria panelera, las bases del bloque central bolívar del paramilitarismo en Charalá y San Benito, beneficiaron políticos de la región y a algunos finqueros, ayudando a consolidar un control social y político. En esta zona de la hoya del Río Suárez no han habido procesos de memoria, de derechos humanos ni actos públicos.

No se puede olvidar que el mismísimo Álvaro Uribe Vélez es responsable de esta situación explosiva de los paneleros puesto que para el año 20041 un 22 de diciembre siendo presidente2, en pleno control paramilitar de la zona, estuvo en Güepsa, Santander, poniendo la primera piedra para el proyecto de inversión privada de 45 millones de dólares de la firma Río Suárez Ltda., supuestamente para producir 300.000 litros de alcohol carburante al día. En Barbosa, Santander en el año 2008 inauguró la planta piloto de alcohol carburante en la vereda Santa Rosa, jurisdicción del corregimiento de Cite, con una inversión del Estado (de los impuestos), cercana a los 6800 millones de pesos3. Ni la planta de Güepsa, rebajando impuestos y regalando plata a los privados, ni la de Barbosa están funcionales4, pero sí aumentaron los cultivos de caña y llegaron momentos en los siguientes años donde no había donde espicharla. El negocio del Alcohol se lo quedaron los grandes, María Fernanda Cabal, y otros representantes de los ingenios del Valle del Cauca.

Por último, en el pliego presentado por dignidades se desconocen totalmente las necesidades de los obreros de los cultivos y los trapiches, hay problemas de cubrimiento en seguridad social, salud, pensión, educación y con la actual inmigración de venezolanos, lo mismo que anteriormente con los costeños se está presentando la explotación de la mano de obra, con jornales bajos que no alcanzan para cubrir los gastos de una familia y vivir dignamente.

Las peticiones de este paro que comienza el 28, son justas, se pueden apoyar de todo corazón pero no son suficientes, hay que romper esa “unión” con los azucareros del valle, con los de las plantas de alcohol y los latifundistas cañeros y reforzar los lazos del territorio y la clase trabajadora.

En estas tierras donde jugábamos a lanzarnos guayabas, pescar en el río, hacer batidillo o melcocha, arrancar yuca, coger café, perseguir ardillas y tomar guarapo se necesita profundizar la lucha campesina, que supere las peticiones gremialistas y apueste por la permanencia en el territorio. Pequeños y medianos paneleros, obreros, amas de casa, comerciantes y demás trabajadores, que este sea un primer paso para llegar a buen puerto.

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