
Sandra Y. Riveros Espinel
Equipo Trochando Sin Fronteras Boyacá
La mujer Boyacense se destaca por ser trabajadora, religiosa, sumisa y muy conservadora, aspectos propios de la tradición de esta región del país. Lo que parecieran cualidades que hacen especiales a las mujeres de Boyacá, se ha convertido en un factor que incrementa y permite la dominación hacia la mujer, y con ella, la violencia.
En el municipio de Sogamoso, en el último mes, se han presentado dos feminicidios[1]: el primero fue el pasado 7 de marzo, cuando un joven asesinó a sus compañera sentimental, propinándole varias puñaladas; esto ocurrió en el barrio El Sol y como consecuencia quedó huérfana una niña de escasos meses de nacida; el segundo se registró el sábado 2 de abril: una mujer de 36 años fue asesinada por su ex pareja sentimental.
Estos dos son casos registrados por las autoridades, pero se debe tener en cuenta que existen muchos que no son denunciados, especialmente en el sector rural. La comisaria de familia de Sogamoso registra 264 casos graves que incluyen lesiones personales en los que ha sido necesaria la intervención de la fiscalía, y unos 900 casos de violencia intrafamiliar para el año 2015. Para este 2016 se registran 94 casos graves de violencia que se presenta por factores económicos, sociales o culturales.
En Colombia la violencia contra la mujer es generada por el machismo, la intolerancia, el alcoholismo, la dependencia económica, entre otros factores. Boyacá no se escapa a este fenómeno. Las mujeres se ven sometidas a esta discriminación por falta de acceso al trabajo y a la educación; la participación social y política es mínima, ya que en el departamento se tiene la creencia de que las mujeres no tienen las capacidades para organizar ni dirigir; además, son condicionadas por parte de sus parejas, que las obligan a decidir entre cuidar la familia y avanzar a nivel profesional y laboral.
María, mujer violentada durante años y criada en la cultura machista y conservadora, hoy en día afronta una lucha por la custodia de su hija de 5 años y el derecho a poder decidir sobre su cuerpo. Ella nos cuenta su lucha con sus propias palabras: “Llevo un año en demandas ante la comisaria de familia para que mi ex compañero respete mi vida, ya que en muchas ocasiones he sentido miedo por mi hija y por mí, porque cada que él quería me golpeaba y me amenazaba con matarme y quitarme a la niña. Ahora siento más miedo, pues yo conocía a la muchacha que fue asesinada en marzo y pasaba por las mismas situaciones que estoy viviendo yo. Ella no tuvo apoyo de nadie, ya que la familia y la gente en general ve como un derecho que tiene el marido de golpearnos y amenazarnos por el hecho de uno ser la mujer. Al ir a la comisaría lo primero que hacen es un proceso de reconciliación como si eso solucionara la violencia que uno vive, solo le da más tiempo al hombre para que nos continúe maltratando”.
Todas estas condiciones se dan por el sistema de dominación en el que vive la sociedad hoy día, que se basa en la superioridad de unos y la explotación de otros. Eso es el capitalismo, una maquinaria para convertir en objetos o mercancías a las personas, permitiendo que se vea a la mujer como un ser inferior y dando al hombre mecanismos de opresión que son avalados y reafirmados por la iglesia y el estado.
En Boyacá, un departamento conocido por su cultura conservadora y religiosa, donde priman los principios impuestos desde la cultura machista, las mujeres deben realizar doble trabajo: la labor del hogar, el campo y el trabajo como tal, para garantizar la supervivencia de la familia. Aquí aún es criticado el hecho de que la mujer pueda decidir sobre su cuerpo y formas de vida y el pensar autónomamente se ve como un motivo para que los hombres ejerzan violencia física, emocional y económica. En muchas ocasiones, esta situación llega a ocasionar hasta la muerte de las mujeres, tal como se evidencia en los dos últimos casos de feminicidios ocurridos en Sogamoso.
La falta de un acompañamiento real y oportuno de las instituciones al momento de las denuncias hechas por la mujeres, genera una doble victimización, ya que esas entidades también ejercen violencia contra la mujer al no escuchar y no dar credibilidad a la versión de la mujer, permitiendo aún más impunidad.
Ivonne Ramírez, Psicóloga, presidente del Consejo Consultivo de la Mujer e integrante de comité de mujeres de la Asociación Campesina José Antonio Galán Zorro -ASONALCA-, al respecto nos comenta: “Los casos de feminicidio no han aumentado, lo que pasa es que se han hecho más visibles. Es normal recibir diariamente unos diez casos, en cada comisaria de familia, por agresión, aparte de los otros casos que se atienden como cuota alimentaria. Los programas y mecanismos oficiales no han sido suficientes para prevenir la violencia tan escalofriante que se hace contra la mujer y los niños, por eso se hace necesario capacitar y acompañar a las comunidades para no callar ningún caso desde el principio y se pueda trabajar para que estos casos no se sigan tolerando y tampoco se queden impunes”.
Es por esto que se hace necesario que la mujer colombiana y en especial la boyacense reconozcan la necesidad de empoderarse y organizarse, como garantía para exigir respeto y combatir todo mecanismo de opresión hacia la mujer, teniendo en cuenta que la transformación hacia una sociedad justa debe tender a que hombres y mujeres estén en igualdad de condiciones y así tener vida digna para todos.
[1] Término usado para referirse al homicidio de mujeres por razones de género.