Salimos a la marcha convocada por el gobierno nacional y sus aliados sociales en Ibagué. Con mi amiga Runa[1], nos juntamos al parche de estudiantes de la Universidad del Tolima que también participaron en la movilización. Allá en la cola, nos acomodamos al ritmo de la banda que un grupo de estudiantes tocaba con la fuerza y rebeldía que los caracteriza. Bajo el sol de las 10:00 a.m, mientras bajamos una pola, que le compramos a un par de estudiantes que vendían, pusimos nuestra cuota en la movilización nacional.
Como llegamos dos horas después de la hora citada por las centrales obreras, nos demoramos un poco en llegar a la cola de la marcha. Gracias al ritmo lento en que iba el resto de marchantes, fue fácil alcanzarles y a partir de ahí animarla por parte de la banda estudiantil. Adelante se alcanzaba a escuchar el tradicional listado de consignas que organizan los sindicatos. Las banderas de Colombia también se ondeaban, las pancartas de cada sindicato desfilaban y por supuesto, sus afiliados/as con sus busos de la selección colombiana o de sus organizaciones gremiales, iban felices y acalorados/as por el sol del medio día. ¡“Qué hijueputa calor, que hijueputa calor, pero es más hijueputa el congreso de la nación”! Cantábamos de vez en cuando en el rato que estuvimos con lxs estudiantes.
Una que otra cara sindicalista conocida saludé. Hablaba con la Runa sobre la ciudad, sobre la escena artivista local y alguno que otra perla de la Universidad del Tolima le mencionaba, y ella, me hablaba también de la escena trans de su territorio, como de su experiencia con los sindicalistas transfóbicos. Las consignas en las paredes del colegio San Simón se empezaron a mostrar, unas contra la oligarquía, otras pidiendo justicia por Sharit y una que otra llamando a la lucha. Algunas muy revolucionarias, estaban firmadas por la JUCO[2], detalle curioso en esta coyuntura, porque ha sido la única muestra revolucionaria de esta organización centenariamente juvenil.
“¡Y unooo y doooos y treeees, stop. Uribe paraco hijueputa!” sacudía el silencio de los pasos para sacudirnos y gritar con las fuerzas de las tripas, esta consigna que conocí en el Estallido social del 2021. A las 12:00 pm, despedí a la Runa en el terminal y regresé al punto final de la marcha. Cerca a la plazoleta Murillo Toro, me encontré a los familiares del joven Jefferson Baquero, quién entró vivo al CAI de El Salado y amaneció muerto. “¡Justicia, Justicia por Baquero!”
Aproveché para presentarme como comunicador social egresado de la Universidad del Tolima y corresponsal de algunos medios alternativos del país. Además, como vecino del mismo barrio, El Salado, que me ha visto crecer, reír y llorar. Al igual que Edwin Nieto y Angélica Baquero, quienes están llorando a su hermano desde hace ocho meses, por dos motivos, por la muerte de Jefferson y por la demora de la justicia que hasta el día de la entrevista, no les ha dado respuesta eficaz en este caso.
Edwin, recuerda que no fue un perro el que murió, sino su hermano y por eso, exigen justicia a la Fiscalía que lleva la investigación. Él recuerda que por un comparendo fue llevado su hermano, por la Policía Nacional al CAI de El Salado, en buen estado de salud, aquel seis de octubre del 2024. Para luego aparecer, supuestamente colgado del cuello con un cordón y con las manos amarradas por la espalda, que como un mago, según Edwin, tuvo que hacer esa hazaña. Angélica también menciona otra irregularidad cuando explica que no vieron el cuerpo de Jefferson hasta el 10 de octubre, en la sala de velación, es decir, cuatro días después de la muerte de su hermano. La hermana reconoce que a pesar del maquillaje y arreglo habitual a los cuerpos, eran notorios los morados en la cara.
¿En qué va la investigación?
Estos familiares están esperando que llegue un perito de Tunja para que dé el veredicto final. Desde hace cuatro meses, indican Edwin y Angélica, están subiendo a la Fiscalía de Ibagué para preguntar cuándo llegará el perito, teniéndolos con la misma respuesta de que aún no llega y que no se tiene fecha exacta de la llegada del investigador.
Seguidamente, esta delegación de familiares y amistades se plantó frente a la Alcaldía de Ibagué para recordarles que siguen exigiendo justicia por Jefferson Baquero, quien estuvo plasmado en dos pancartas. Bajo la mirada vigilante de los agentes de policía que cuidaban la fachada de la alcaldía y la mirada desprevenida de una que otra funcionaria pública, las consignas por Baquero fueron lanzadas en esas frías paredes de color melón. Al terminar los discursos ventijulieros de algunos voceros de la marcha, pegamos las dos pancartas de Baquero en una de las paredes donde también estaban colgadas las pancartas de sindicatos. Con cinta transparente y entre varios/as, se dejó pegada la exigencia por justicia frente a otra víctima, al parecer, de abuso y encubrimiento policial.
Citas
[1] https://www.instagram.com/larvna
[2] Juventud Comunista