domingo, abril 20, 2025

La crisiss de los refugiados en Europa: Guerras, mentiras y videos…

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artic1Trochando sin Fronteras Edición #24

Como nunca antes en la historia de Occidente, las imágenes de la masacre en Irak, Siria y Afganistán y las oleadas de inmigrantes llegando a las costas de Europa para escapar de aquello se multiplican en todas las pantallas de la TV, de los teléfonos, de los computadores, en un show del horror que insensibiliza. Los gobiernos responsables de tal situación no habían tenido que hacerse cargo de su política exterior de exterminio, hasta ahora, cuando millones de víctimas tratan de refugiarse huyendo hacia esos países.

Mientras los inmigrantes son reprimidos salvajemente por intentar llegar a Bulgaria, Serbia y Hungría, la prensa y las redes sociales convierten en virales fotos y videos de cuerpos sin vida de niños y adultos tirados en las costas. A escasos metros, los turistas beben cerveza y se untan bronceador. El público europeo no conecta la inmigración con sus causas y mucho menos analiza su propio rol en la producción de esa violencia.

La guerra de las cifras, en la que políticos, Ong y medios de comunicación de diversas tendencias dan su propia versión del número de refugiados que han llegado a Europa desde principio del año, no hace más que deshumanizar el conflicto. Lo que no nos informan los grandes medios es por qué pagan los sirios y los afganos la cuenta de la explotación petrolera de las corporaciones multinacionales y de los organismos de defensa de Europa. Cuánto dinero han hecho con el conflicto en Medio Oriente? A quiénes benefician estos grandes éxodos?

Según la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), hasta septiembre del 2015 unas 381.442 personas han cruzado el Mediterráneo desde África y Medio Oriente hacia Europa. De ellas, casi 3 mil habrían muerto en el intento.

De estas cifras, los sirios representan el 54% de los refugiados que han cruzado el mar este año. Los afganos son el 14% y los eritreos el 7%. Tambén hay refugiados originarios de Nigeria, Pakistán, Somalia, Irak, Sudán, Gambia y Bangladesh. Todos estos países, sin excepción, han sido teatro de la “guerra contra el terror” que comenzó en el 2001 impulsada inicialmente por Estados Unidos y el Reino Unido y actualmente apoyada también por las principales potencias económicas de Europa.

Precisamente los gobiernos de esos países, agrupados en la Unión Europea, actúan hoy de manera hipócrita al pelearse por aceptar la mínima cuota posible de refugiados en la repartija. La contraofensiva de la derecha y el conservadurismo trata el problema migratorio como si este fuera el origen de la delincuencia común en las calles europeas y de la crisis económica. Tratan de ocultar que esa crisis tiene origen en el modelo de acumulación impulsado desde Wall Street, es decir, por el 1% de la población rica que tiene el 90% de la riqueza acumulada a punta de bombas y metralla.

Esa cortina de humo permite reforzar la intervención militar contra Siria, en la que los Estados Unidos y la OTAN han puesto sus esfuerzos en el marco de la mencionada “guerra contra el terror”, priorizando la financiación y apoyo militar a mercenarios como los del actual Estado Islámico -EI-. Esto, a su vez, justifica el gasto militar que da jugosos contratos a corporaciones armamentistas de Estados Unidos, Alemania, Francia, China e Israel.

La Comisión de Contratos de Guerra del Congreso de EEUU estima que hubo entre 30 y 60 BILLONES de dólares perdidos en el fraude asociado a las guerras de Irak y Aganistán. Este gasto lo financia el pueblo norteamericano a través del pago de impuestos. Los ejemplos más graves del robo involucraron a compañías como Halliburton’s Kellogg y Brown & Root (KBR), en las que el ex-vicepresidente Dick Cheney tiene importantes inversiones. La lista de las corporaciones que ganan con el genocidio se completa con Boeing (aviones), Raytheon (misiles), Dyncorp (contratista de seguridad muy empleado en Colombia por el gobierno) y Lockheed Martin (misiles de precisión). Estas corporaciones se llenan los bolsillos de dinero, mientras las costas e Europa se llenan de cadáveres.

Los atentados cometidos en París el pasado 13 de noviembre, en donde fallecieron 129 personas, dieron una vuelta de tuerca perversa al problema de los inmigrantes.

Igual que el 11 de septiembre de 2001 con el ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, en París también se “encontró” milagrosamente un pasaporte de cierta nacionalidad, tirado en la calle. Supuestamente el documento pertenecía al “terrorista” del Estado Islámico Ahmed Albuhamed, quien habría entrado a Europa como inmigrante desde Siria, junto a los cientos de miles que han llegado en los últimos 9 meses. Estos extraños hallazgos desafían la lógica: es posible que un atacante va a la misión asegurándose de llevar consigo su pasaporte? y más aún, es posible que el pasaporte quede intacto luego de que su dueño haga estallar un cinturón de explosivos? Como resultado de esta mentira, Europa ahora decide cerrar sus puertas y criminalizar una vez más a las víctimas de sus guerras imperiales.

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