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La organización, la movilización y la lucha social, único camino para la Paz

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Trochando Sin Fronteras, Editorial Edición 34  Febrero – Marzo de 2018

 

En el 2018 entramos a una nueva fase de la crisis estructural del régimen de producción capitalista. Continúa desvaneciéndose en el aire el optimismo de las clases dominantes del mundo, pese a que por medio del pillaje han hecho pagar a las clases trabajadoras y más pobres del mundo los mayores costos económicos y sociales de la crisis. Los que gobiernan el capital difícilmente pueden tener una cara amable en el corto, mediano y largo plazo, aunque traten de irradiar emociones mentirosas de optimismo y certidumbre.

El FMI calculo el crecimiento del producto mundial en un 3,7% el año pasado, medio punto porcentual más que el 2016, lo cual podría apalancarse a 3,9% durante el 2018 y 2019 gracias a los efectos de la política tributaria de Donald Trump. En la misma línea la OCDE, plantea que la economía mundial lograra un punto máximo en 2018 y luego volvería a declinar, iniciando un ciclo recesivo hasta el 2022.

La cosa esta grabe y pese a que los apologetas del capitalismo se esfuercen por hacernos creer que esta es la mejor opción con que cuenta la humanidad, lo cierto es que la situación de hoy es inocultable y deja ver como los efectos de la crisis económica hace temblar los cimientos del sistema mundial de la dominación capitalista.

La gran crisis inmobiliaria del 2008 en EEUU, la burbuja del comercio de las materias primas 2013 y 2014, hasta desembocar en la oleada de crisis fiscal de los Estados 2016-2017, ha generado el complejo escenario que hoy presenciamos, del cual América Latina y Colombia difícilmente ha podido escapar.

Las disputas geopolítica y militar nos permiten ver lo complicado de la actual situación, abiertamente se inicia un periodo de disputa entre potencias, anteriormente disfrazado bajo el apelativo de “guerra contra el terrorismo” que cobro millones de vidas en favor de los intereses de las potencias capitalistas. La doctrina militar de Donald Trump propone un delicado escenario ubica la confrontación militar hacia China, Rusia, Corea del Norte y sus diferentes escenarios de influencia intermedia, como la punta de lanza de su acción militar, oscureciendo aún más el panorama mundial.

En medio de la crisis general del capitalismo empiezan a palidecer los ya caducos acuerdos nacionalistas que las diferentes fracciones de las burguesías y las clases dominantes habia consensuado convenientemente como soporte de su hegemonía. La fractura del conceso de las clases dominantes ha reajustado las condiciones en que se dinamiza la hegemonía mundial, esto se evidencia en los crecientes escenarios de polarización de la política mundial. En Alemania, la burguesía financiera fue obligada a ceder terreno a fin de mantener algunas condiciones para la gestión burocrática de su gobierno, por demás sectores de la burguesía nacional que cooptaron el descontento social con problemáticas migratorias y laborales. En EEUU luego de fuertes disputas entre republicanos y demócratas por conveniencia mutua el gobierno Trump pudo viabilizar su política tributaria y designaciones presupuestales.

Sobre este contexto de crisis América Latina experimenta el quiebre de las dinámicas nacionales de la acumulación de capital dependientes del capitalismo mundial. La salida a tal situación se viene dado por derecha por parte de las burguesías rentistas y financieras -Argentina y Brasil- colocando en jaque los regímenes de gobierno de tipo progresista o centro izquierda, que aún sostienen importantes pulsos en Bolivia y Venezuela. Lo central de la actual coyuntura es la formulación y necesidad de implementar sendos paquetes de contra reformas económicas en materias tributaria, laboral, pensional, salud y educación.

Al tiempo se profundiza los patrones del extrativismo y la agroindustria trasnacional. Medidas necesarias para contener limitadamente la crisis de acumulación local e intentar sanear el creciente déficit fiscal de los aparatos estatales. Lo cual ha propiciado la emergencia de sendos procesos de confrontación protagonizados por sectores de trabajadores, campesinos, indígenas, y estudiantes.

Estas condiciones permiten predecir que los tiempos que vendrán se caracterizaran aún más por el protagonismo de las clases trabajadoras y populares que deberán lograr superar las fronteras reivindicativas y gremiales de su lucha y conducirlas hacía escenarios estratégicos de lucha política.
La situación colombiana no es ajena y reproduce casi todos los síntomas de este dramático cuadro, conservando las particularidades, atravesamos una difícil situación económica que demagógica y mediáticamente ha sido disimulada con el amarillista y abusivo provecho que la burguesía colombiana ha sacado de la crisis de países ajenos, como Venezuela y Brasil. Al parecer tres pueden ser las variables que incidirán en el escenario de la lucha de clases del país.

La crisis económica y su consecuente conflictividad social que durante los últimos años ha dejado importantes precedentes: la necesidad de apalancar el salto cualitativo de la lo movilización social de los ineficaces mecanismos de negociación a efectivas instancias de realización de las reivindicaciones más sentidas de los sectores populares y sociales en campos y ciudades. En donde se deberá superar la tendencia hacia la fragmentación de la lucha popular.

La disputa por consolidar los horizontes sociales y populares de las mayorías de un país en Paz y Justicia social, que debe superar la visión que la Paz es un simple proceso de negociación entre insurgencia y Estado, consolidar una visión democrática social y popular de la paz, como un proceso estructural de transformación de nuestra sociedad, y no un mero proceso de reafirmación del poder hegemónico de las clases dominantes de nuestro país.

La contienda electoral como parte del escenario de disputa política del cual depende el tipo de correlación de fuerza posible a instancias del establecimiento. La contraposición entre el petrismo, el Vargas-llerismo y el uribato parecen ubicar los polos ideo políticos de la actual disputa institucional. Lo importante del actual momento es la constatación que las ideas de izquierda pueden conectarse con las grandes mayorías y movilizarlas, el desafío es en medio de un oscuro escenario internacional y un convulsionado contexto regional, generar condiciones y puentes para que el sectarismo que fragmenta a la izquierda puedan impulsar el protagonismo de las fuerzas sociales y populares como actores de avanzada en la dirección en los procesos de cambio de nuestra nación.

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