Trochando Sin Fronteras – Abril 15 de 2020
Por: Giovanny Bermúdez Mendoza – Red Itoco
Estaríamos equivocados si les creemos, a quienes han hecho de la vida de millones de personas en el mundo una tragedia, que les interesa cuidar más nuestras vidas que sus ganancias.
A razón de que les creemos sus discursos esmerados de nacionalismo humanitario, clasismo cínico e hipocresía política. Si por la televisión naturalizan las injusticias de nuestra sociedad y juegan a repartir migajas con falsa benevolencia, mientras condenan los pobres y trabajadores, las mayorías, al azar de la enfermedad. Una especie de macabra sumatoria de suplicios que hacen más apocalíptico la ya invivible situación que es nuestra vida bajo este capitalismo en decadencia.
Resulta desesperante su cinismo y más desalentador que a la calle no podemos recurrir en masa, por a hora, para incendiarlas y repudiar su cinismo magnicida. No entienden que el capitalismo no sirve, que echa a perder la vida de muchos mientras mantiene la estética plástica de la elite económica. Si el correcto orden del discurso que escuchamos debería empezar por decir que esta catástrofe es culpa suya y del sistema que impusieron a punta de violencia, la del capital sobre el trabajo.
Una crisis sanitaria es una crisis de los sistemas de cuidado. Es decir, de los sistemas y formas que como sociedad construimos y orientamos en la protección y conservación de nuestra vida, de nuestro bienestar. Pero en la sociedad de la mercancía la sanidad es el arte de hacer de la salud y la enfermedad el más jugoso negocio, por eso se orienta la función social del cuidado a la del descuido e incluso al cultivo de la enfermedad como móvil para la transacción mercantil.
Enfermar gente y cobrar por curarles, es la perversa lógica de nuestros sistemas sanitarios. Solo una fría consecuencia del problema central. El descalabro es mayor, aunque distraen nuestra atención mientras se alistan para aplastarnos luego del post shock COVID19.
Una crisis económica que no tiene salida más que aplastar a las mayorías. Los banqueros y el gran empresariado han aprovechado el nerviosismo de la delicada situación de pánico colectivo y catástrofe humanitaria, para privilegiar y resguardar su integridad doméstica, con el beneplácito de sus títeres políticos que vociferan hipócritamente que somos una nación, que harán todo lo posible por tenernos a salvo mientras en la casa nuestra gente encerrada no puede comer discurso y mucho menos curar su gente, con seborrea demagógica.
El fascismo humanitario exaspera y el populismo mediático de la socialdemocracia, cómplice discursivo y de causa de los dueños del sistema de enfermedad que nos tiene confinados hace ya mucho tiempo al encierro de la pobreza y la sobre explotación, genera nauseas, los tibios no se atreven a denunciar que la democracia y legalidad que tanto defienden y que los baña con su pureza es el sistema más injusto que podamos padecer, pues hace democrática la pobreza, legal la muerte en las puertas de hospitales, y naturaliza la mendicidad en medio de la catástrofe sanitaria. No cuestionan la pobreza y la explotación, la atienden con paliativo discursivos y dádivas económicas para que sea más humana.
Creerles a los que desfinanciaron la salud, a los que prefieren que nuestros jóvenes pateen tarros en los barrios populares sin futuro, a los que masacraron nuestro pueblo una y otra vez, creerles a los que nos dejaron sin nación, sin territorio.
Ellos, los privilegiados, vendrán por lo que aún nos queda. No cabe duda que después de esto debemos poner la vara de la movilización y la lucha popular más alta, porqué vendrán por todo. Si somos inteligentes y sabemos organizarnos también podemos ir por todo, la política del cinismo y del despreció tiene límite donde empieza nuestra dignidad proletaria.
** Las opiniones, análisis y/o similitudes expresadas por los autores son su responsabilidad, por tanto Trochando Sin Fronteras no se hace responsable