Trochando Sin Fronteras edición Nº 26 Marzo – Abril
Por: Jorge López A. – Asonalca
Los páramos en Colombia proporcionan la mayoría del agua dulce que se consume en el país. De su vida y salud dependen ciudades tan importantes como Bucaramanga, Cúcuta, Bogotá y Arauca, entre otras. Para el año 2011, luego de gigantescas movilizaciones en el oriente colombiano contra la gran minería transnacional representada en la Greystar (Eco Oro), el gobierno nacional propuso la re-delimitación de los páramos. Tal propuesta, como salida al conflicto ambiental y económico presentado entre quienes buscaban sacar el oro y quienes defendían la riqueza hídrica y la supervivencia de los habitantes.
Con la re-delimitación de los páramos las entidades territoriales dicen que lo que se busca es determinar cuál es su área total, cuáles son sus límites y hasta donde se extienden, y también determinar los posibles usos de suelo para estas zonas.
Según el Instituto Humboldt, la re-delimitación de páramos tiene en cuenta tres componentes fundamentales: Biogeofísico (ecosistemas, alturas, geografía), sociocultural (construcciones territoriales, comunidades, historia actividades económicas) e “integridad ecológica” (funcionamiento de sus estructuras y los bienes comunes que brinda a las comunidades).
Con la remarcación de los páramos y de otros ecosistemas de alta montaña como el bosque alto-andino se podría avanzar en el reconocimiento de nuestro territorio y en el uso racional de los recursos y en la protección nacional de los mismos, sin embargo para el gobierno nacional existen otros planes.
Según el Plan Nacional de Desarrollo 2015 – 2018 (artículo 173) “En las áreas delimitadas como páramos no se podrán adelantar actividades agropecuarias ni de exploración o explotación de recursos naturales no renovables, ni construcción de refinerías de hidrocarburos.
Parágrafo 1°. Al interior del área delimitada como páramo, las actividades para la exploración y explotación de recursos naturales no renovables que cuenten con contrato y licencia ambiental con el instrumento de control y manejo ambiental equivalente, que hayan sido otorgados con anterioridad al 9 de febrero de 2010 para las actividades de minería, o con anterioridad al 16 de junio de 2011 para la actividad de hidrocarburos, respectivamente, podrán seguir ejecutándose hasta su terminación.”
Es decir, para el gobierno colombiano los compromisos ya firmados con los mineros y petroleros resultan inquebrantables, aún por encima del deber de cuidar el ambiente para todos los colombianos. En cambio, la prohibición de las actividades agropecuarias se mantiene, es decir, el gobierno nacional buscará las formas para que los campesinos que históricamente han cultivado y labrado las tierras de las montañas altas de nuestro país, salgan, que dejen sus tierras, su cultura y su modo de vida, y verse forzados y engrosar los cordones de miseria en las ciudades.
Entre las intenciones de la oligarquía colombiana no están, ni más faltaba, la protección de los páramos, pero si el desocuparlos para la captación de inversión extranjera por medio del pago por servicios ambientales, el “capitalismo verde”, la captación de carbono y otros. Ejemplos de ello son la “visionaria” propuesta de Enrique Peñalosa -actual alcalde de Bogotá- en el sentido de que en el Sumapaz había mucha agua, por lo que era necesario envasarla y exportarla, y el caso de Santurbán, donde las mineras de oro proponen perforar por debajo de la línea de páramo para extraer el material, desconociendo que el ecosistema estratégico no son sólo está representado en los frailejones y las lagunas que vemos en la parte alta.
Para los campesinos de las partes altas del país quedan dos tareas fundamentales: 1. defender la permanencia en el territorio, la riqueza de sus tierras y los cultivos que alimentan a las clases populares colombianas, y 2. y hacerle frente a un modo de agricultura tóxica fundamentada en los venenos y en los abonos químicos, agricultura que fue impuesta por el capitalismo, destruye fuentes de agua y aumenta los casos de cáncer y envenenamientos en el campo. Luchas estas que se refuerzan y abonan con la construcción del plan de vida y la organización popular.
¡Contra el Plan Nacional de desarrollo y contra el desalojo de los campesinos de páramo, por los planes de vida y la permanencia en el territorio, vamos al PARO NACIONAL CAMPESINO ÉTNICO Y POPULAR… nos veremos en las calles!!!