Trochando Sin Fronteras, edición 33 julio – Agosto
Por: Isaac Marín Lizarazo
Ser lideresa o líder social es una nominación, un oficio o labor que los pueblos y comunidades le van asignando a personas que por sus cualidades y compromiso en la construcción del tejido social se lo han merecido; bajo esta condición, quienes van asumiendo esa militancia territorial, sectorial o comunitaria, van aquilatando su perfil en estas faenas y asumiendo el rol de representantes, defensores y trabajadores de sus comunidades o procesos organizativos y lo reciben con honor, asumen con responsabilidad y orgullo cada obligación que el pueblo les confía.
Esta es una forma de construir colectivamente y de fortalecer el entramado social y aunque muchos desprevenidos, malintencionados otros, pregunten –bueno, ¿y a usted como líder o lideresa cuanto le pagan? – Les sorprenderá que la respuesta siempre sea –“Este es un trabajo que hago por voluntad y convicción, no es por sueldo o algo más a cambio”. En verdad los líderes sociales tienen en gran medida más responsabilidades que un alto mandatario, ser líder social es practicar la filantropía popular, su vida es pública, sus jornadas de trabajo extensas, no tienen feriados o festivos libres, y sus errores que son de humanos, son rigurosamente sancionados por sus bases.
Liderar es asumir desafíos que pasan por la defensa de los procesos y territorios locales, la oposición a proyectos de explotación de los bienes comunes; hasta dirigir la lucha y resistencia al modelo globalizante. En otros términos, es motivar las luchas contra las agresiones de los países desarrollados hacia los países “en vía de desarrollo”, es entrar en la disputa por las materias primas, es defender lo que son bienes de consumo, bienes de uso público, es frenar la depredación que se concreta en la expansión de las fronteras de explotación hacia territorios antes considerados como “improductivos”: la frontera agrícola, hídrica, petrolera, minera, energética, forestal.
Esto, sobre la realidad social, quiere decir que los líderes son “la voz cantante de la gente”, la expresión de las masas que en acciones colectivas, en la dinámica social de diversos procesos, plantean un desafío, se enfrentan al modelo económico y político imperante. Lideresas y líderes sociales emergen del seno del movimiento social y encarnan la construcción del sujeto social y político, el sujeto que confronta y pone en cuestión a la estructura del Estado con sus mismas normas e instituciones.
Siendo el líder social, procedente del seno del movimiento, llevando la voz defensora de su sector o comunidad y cuestionando la estructura de este Estado de derecho, advirtiendo las amenazas de la invasión al territorio, la explotación y el despojo. Provoca que las elites gobernantes lo señalen como un peligro, o mínimamente como un estorbo, un sujeto que incomoda los planes privatizadores, extractivistas y generadores de pobreza.
Entonces vienen los planes de persecución; en estos últimos 17 meses van por lo menos 189 líderes sociales asesinados, más de 200 judicializados, cientos de dirigentes campesinos, negros e indígenas desplazados, los femínicidios, las agresiones y la violencia sexual a lideresas es recurrente en los territorios y la impunidad es casi total.
En medio de este “carnaval de paz”, que el gobierno publica, las posibilidades de hacer oposición desde el movimiento social y las de realizar la tarea de líder siguen estando amenazadas. No son suficientes los enormes esfuerzos que vienen realizando diversos sectores sociales buscando un camino real, sólido y duradero, que permita el resarcimiento del tejido social y la construcción de la paz; más allá del solo propósito de la terminación del conflicto armado, debe estar la superación de la violencia contra los líderes porque Ser líder social no es delito!