Trochando Sin Fronteras – Abril 13 de 2020
Por: Marisol Contreras Escobar-ANJECO Facatativá
¿Por qué soy mujer con rasgos indígenas?, ¿por qué veo gente con mis rasgos pidiendo dinero en la calle?, ¿por qué tanto miedo y desafío en mi educación?, ¿por qué desde pequeña el hombre ha sido sinónimo de intimidación?,¿Por qué tengo que trabajar tanto para pagar mi educación?,¿por qué vivir para hacer dinero como si el oro llenará quien quiero ser?, ¿por qué siento paz cuando pienso en un dios, si hoy leí la historia y la iglesia ha marcado de forma negativa mi historia?
Es necesario saber que cada comportamiento que tenemos como sujetos en este preciso momento no viene de la nada, puesto que ya se ha implantado la cultura que hoy por hoy reproducimos y defendemos sin pensarnos el origen de cada acción que realizamos ya sea subjetiva, política, económica o social, es decir que nos encontramos bajo una matriz colonial de poder como lo diría Walter Mignolo[1] que justifican la explotación y el genocidio que aun hoy se mantiene en beneficio de unos pocos desde el sostenimiento de unos muchos, algunos de esos rasgos coloniales españoles se hacen presentes en nuestra vida diaria en el conocimiento, la economía, la política, la religión, el patriarcado y la raza.
Hace más de quinientos años nos colonizaron los españoles llegaron con una serie de conocimientos donde argumentaban una superioridad de orden tanto en su sistema social como civilización y organización, impusieron la religión católica que, en ese tiempo, siglo XV el poder en el mundo antiguo lo tenía la religión y siendo así su herramienta más poderosa para los de este lado, el sur.
Obligando a dejar sus creencias ancestrales de lado a partir de la violencia, encomiendas se mandaban a Europa desde la América. Estos dos rasgos de la colonialidad la raza y la religión los evidenciamos en la actualidad, por medio de los imaginarios culturales como que los indígenas son: perezosos, brutos, sucios, brujos, como si fueran una raza inferior nada alejado del nazismo que extermino a miles de personas con el argumento de ser una raza superior de la misma forma como los españoles eliminaron miles de pueblos indígenas en Colombia y en América latina; En palabras de Aníbal Quijano: “El racismo en las relaciones sociales cotidianas no es, pues, la única manifestación de la colonialidad del poder. Pero es sin duda, la más perceptible y omnipresente. Por eso mismo no ha dejado de ser principal campo de conflicto.”[2] Ahora ya entiendo porque ser mujer y tener rasgos indígenas provenientes de los indios Combeima del sur del Tolima, me hace una mujer en reconciliación y resistencia con mi propia raza.
En la colonia veíamos que la economía se movía a partir del oro, en América y Colombia se le veía no de forma económica sino más bien simbólica, espiritual como reverencia, pero llegan los europeos y cogen no solo el oro, sino que también generan un modo de trabajo y esclavismo con los indígenas para extraerlo, transportalo y transformarlo para llevarlo a su territorio o las colonias que quedaron sentadas en la Nueva Granada, hoy en día no es diferente, puesto que extraen nuestros recursos naturales transformándolos y devolviéndolos en forma de mercancía, volviéndolo elemento para satisfacer necesidades cotidianas y siendo producto de nuestro mercado, de tal forma hacen una división internacional del trabajo, donde nos asignan la tarea de una economía prima rizada y haciéndonos un país tercer mundista.
Trump, Bolsonaro, Uribe y Duque son hombres blancos, heterosexuales, poderosos y descendencia de una economía política de dominación patriarcal, herederos de una historia de poder por medio de la violencia de mucho tiempo atrás e incluso cuando los hombres logran posicionar su poder alrededor de la religión, siendo los monarcas hombres los elegidos de Dios quienes disponían a su antojo del resto de la humanidad, nada distinto a que algunas personas de nuestra sociedad actual piense que las mujeres somos inferiores a los hombres y siempre se deba elegir el macho alpha que si pueda lo que supuestamente una mujer débil y tierna no puede.
[1]Gortazar, Alejandro. Pensar como sudaca. 2014. Párrafo 1. Pág 1.
[2]Quijano, Aníbal. ¡Qué tal raza!.2011.Parrafo 4. Pág. 1. Publicado en América Latina en movimiento, No 320.
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