jueves, junio 12, 2025

Tierra sin pan: la paradoja del hambre en el capitalismo colombiano.

Un análisis del hambre como resultado de la retardataria producción de los medios de vida en Colombia.

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Según reporta el Departamento Administrativo de Estadística Nacional (DANE) en el boletín técnico sobre el índice nacional de inseguridad alimentaria FIES-2024, 14.438.000 de colombianos y colombianas viven diariamente con la sensación de un nudo en el estómago debido a que no pueden asegurarse la canasta básica de alimentos para subsistir biológica y socialmente.

El hambre es una fiera que se revuelca en las entrañas del proletariado colombiano. Es una de las más regresivas consecuencias del proceso histórico de división en clases sociales, afecta principalmente a quienes padecen carencia de bienes de consumo alimentario: aquellos con menos ingresos económicos que subsisten en malas condiciones laborales, de vivienda, con profundos rezagos educativos y acceso limitado a sistemas de salud y bienestar social.

Resulta paradójico que en un país con un mínimo de 50 millones de hectáreas cultivables, la tercera parte de su población este padeciendo hambre. Esta realidad confirma lo expresado por el poeta español Miguel Hernández, en 1939: «Años del hambre han sido para el pobre sus años», y se evidencia en cada sección del boletín FIES 2024.

El hambre es una de las formas sociales que asume la violencia del capital contra el proletariado. Es una pandemia determinada por la mordacidad de la lucha de clases. Por estas razones, la malnutrición moderada y grave del 27% de la población colombiana obedece a lógicas estructurales, más que a simples barreras de acceso y malos procesos de distribución y aprovechamiento de bienes de consumo alimentarios. Su naturaleza es inherente a las regresivas relaciones sociales de producción del capitalismo y a sus leyes de funcionamiento.

La relación capitalismo hambre

La pauperización del proletariado y de las clases populares es un proceso demográfico inherente al movimiento lógico del capital en su tendencia expansiva. A medida que el capital amplía el volumen de fuerzas productivas y centraliza  la propiedad territorial, transforma las condiciones de producción alimentaria y expulsa a las poblaciones agrícolas hacia las concentraciones urbanas; al acelerar la producción industrial  e impulsar la tendencia a la reducción relativa y absoluta de la fuerza de trabajo.

Este proceso, señalado anteriormente, se expresa en el hecho de que una parte creciente de la clase trabajadora pasa a reproducirse como población superflua, latente y relativa. Lo que implica que no es útil para el proceso de producción y de valorización capitalista o tan solo lo es subsidiaria y limitadamente.

Pues, a medida que se amplían, desarrollan y monopolizan las fuerzas productivas, se prescinde progresivamente de fuerza de trabajo en los procesos de producción, y se provoca su desplazamiento hacia los márgenes de la producción y valorización capitalista. Como señala Marx (2021): “El obrero se hace invendible, como el papel moneda puesto fuera de circulación.”, condición que redunda en un amplio ejército de población sobrante que péndula entre la pauperización y la subutilización productiva.

Esta tendencia de la acumulación capitalista niega a gran parte del proletariado el salario mínimo para cubrir sus necesidades básicas de consumo, impidiendo así su reproducción social como fuerza de trabajo.

Así, las poblaciones sobrantes y pauperizadas -en tanto son expulsadas del proceso de producción capitalista y reabsorbidas sólo parcialmente sirven como condición necesaria para gestionar los procesos de intercambio desigual entre el capital y el trabajo. De ese modo se conforman en una parte del ejército industrial de reserva que presiona los salarios por debajo del valor de reproducción de la fuerza de trabajo. Esto es, por debajo del costo de su subsistencia y reproducción social.[1]

Dicho proceso no solo permite ampliar los niveles de la acumulación a costa de despojar a las familias obreras del ingreso monetario básico para acceder a sus medios de subsistencia, sino que además intensifica la explotación y reproduce la dominación capitalista sobre la totalidad de la clase trabajadora. La pauperización y el hambre del proletariado no son entonces una anomalía del sistema capitalista, sino la consecuencia de una de sus leyes generales y una condición necesaria de su reproducción. Su raíz se halla en la naturaleza misma del proceso de producción de valor  y en la forma en que éste se orienta en contra de la clase trabajadora y se materializa acorde al proceso histórico de las sociedades.

Esta cuestión, se expresa de manera estructural en el capitalismo colombiano y puede cotejarse en el amplio proceso de pauperización y subutilización de la fuerza nacional laboral, que está en la base de las estadísticas de deficiencia alimentaria.  También se puede apreciar en los obscenos niveles de concentración de la tierra,   en el atraso en que se mantienen las fuerzas productivas del campo colombiano y en la forma en que se organiza el usufructo de este medio de producción social. Está situación se expresa en la doble paradoja de “trabajadores sin tierra y tierra sin trabajadores” y simultáneamente hambre para el proletariado, en medio -y como consecuencia- de la abundancia del capital.

La cifras del hambre y la acumulación capitalista

En el boletín técnico de ocupación informal para el primer trimestre del 2025, publicado por el (DANE), de 23.7 millones de trabajadoras y trabajadores colombianos, 16 millones subsisten en precarias condiciones laborales. Esto solamente si tomamos como referencia los 13.5 millones de trabajadoras y trabajadores informales y los 2.5 millones de desempleados, pero sin contar los demás segmentos de la fuerza potencial de trabajo.

Tipo de PoblaciónMillones
Población Ocupada Total Nacional23,7
Población Desocupada Total Nacional2,5
Población Informal Total Nacional13,5
Población Informal Total Nacional en Micro Empresas11,6
Tabla 1 Datos macro laborales Colombia 2025. Boletín Técnico:
Ocupación Informal. Trimestre enero-marzo.2025. DANE

 

A la vez, en el informe de deficiencia alimentaria registra que el 24% de las familias con cabeza de hogar caracterizados laboralmente como ocupados, padecen deficiencias alimentarias, cifra que se eleva al 40% en hogares desempleados. En el primer caso aún accediendo a ocupación laboral no se logran cubrir los costes básicos de subsistencia alimentaria; mientras que en el segundo, el hecho de pertenecer a los segmentos de población fluctuante y sobrante asegura un calvario alimentario.

Ahora bien, las condiciones de hambre del proletariado colombiano son un espejo de la situación del hambre en el mundo. Un breve registro desde el 2010 da idea de la gravedad del problema y del perfil que ha tomado luego de la gran recesión del 2008. En datos de la FAO en el 2010, el número de hambrientos en el mundo era de 925 millones, cifra que al 2015 pasó a 1655 millones y que aumentó a 2009 millones en 2019.

En el informe de Inseguridad Alimentaria presentado para el año 2022 por el (DANE) se ubica que está cifra llegó a 2.400 millones de proletarios y proletarias que no acceden a los alimentos básicos para asegurar su reproducción social.[2] Los datos coinciden con los  registrados por Concern Worldwide y Welthungerhilfe en su Índice Global del Hambre en el mundo al 2025.

Ilustración 1 Población con déficit alimentario a nivel mundial 2010-2022. Fuente FAO y DANE Colombia

Producción material de la vida y el hambre de los trabajadores colombianos

Marx escribió en el siglo XIX que el capital separa al obrero de sus medios de subsistencia. Y esto lo confirman los tecnócratas del capital en el siglo XXI a través de sus informes anuales. Estos balances llevan a la máxima contradicción la premisa corporativa del hambre cero, pues en apenas doce años de crisis, el sistema ha producido 1475 millones de nuevos hambrientos. 

Frente a esta catástrofe, la ONU plantea que los determinantes económicos explican esta situación en mayor medida que la guerra, olvidando que, en el capitalismo, las guerras son expresión de las propias contradicciones del capital, y no fenómenos ajenos a sus leyes.

Esta lógica perversa del capital se encarna dramáticamente en Colombia, donde en cada casa proletaria el hambre marca dramáticamente las horas del día y de la noche en medio de la preocupación, la impotencia y la frustración. Sumado a la precariedad laboral, las malas condiciones habitacionales, educativas y de acceso a servicios sociales. El 35% de los hogares con más de 5 personas padecen mayor prevalencia de algún tipo de déficit alimentario; el 40% de los hogares que no tienen vivienda y subsisten en condiciones precarias de hábitat, lo hacen con carencias alimentarias, especialmente el 28% en los cuales la jefatura recae en mujeres jóvenes; y el 47% de los hogares proletarios menos educados experimentan más vulnerabilidades alimentarias que los más educados.

Aunque el informe del Insuficiencia alimentaria IFES -2024 plantea que el drama se reproduce de forma más profunda en las zonas rurales del país, si tomamos en cuenta el nivel de concentración de la población en los principales centros urbanos, las dimensiones del problema se expresan de manera más escalofriante.

Solo en Bogotá. D.C. -pese a que el índice de seguridad alimentaria paso del 21.2 % en 2023 a 13.9% en 2024- actualmente se concentran 1.103.368 personas con hambre. Una masa de población similar a la suma de la población con hambre de los departamentos de la Guajira y Sucre, los cuales registran las tasas de prevalencia de inseguridad alimentaria más altas del país y que se han mantenido constantes -en 50% -los últimos dos años según lo registra el informe del (DANE).

Carencia alimentaria regional

Departamentos como Atlántico, Córdoba, Bolívar y Cundinamarca, no solo registran altas tasas de crecimiento de sus déficit alimentario, también concentran las mayores proporciones de población afectada por inseguridad alimentaria.

Ilustración 2: Departamentos de mayor déficit alimentario por población en miles según los datos de IFES-2024. Fuente DANE

Si bien, las brechas entre zonas urbanas y rurales que presenta el informe IFES-2024 son asimétricas, su proporción cambia si se compara las tasas de variación según el stock de población total de cada departamento.

Así, aunque departamentos como el Choco han duplicado su índice de deficiencia alimentaria entre 2023 y 2024, al pasar de 18.9% a 36.3% respectivamente, la proporción de población en emergencia alimentaria es el 20% que existe en Bogotá.

Detrás de las diferencias regionales se encuentra la forma desigual a través de la cual se concentra y organiza la producción capitalista y la división social del trabajo y del territorio que de ella derivan. Con la concentración de mayores condiciones generales para la reproducción ampliada de capital, también se dan mayores tasas de concentración de fuerza de trabajo y con ello similares magnitudes de pauperización de la clase proletaria.

El perfil geográfico de las estadísticas del hambre en el país es la expresión y efecto del desarrollo dependiente del capitalismo en Colombia y de la forma en que se expresa la regresiva estructura agraria del país.

Sin embargo, el dato más revelador que presenta el boletín IFES-24 expone una paradoja de las políticas sociales paliativas: mientras el 40% de hogares con subsidios padece hambre, solo el 23% sin ayudas registra algún tipo de déficit alimentario. Esta contradicción evidencia las limitaciones de las medidas asistencialistas frente a la grave situación de la deficiencia alimentaria de la población proletaria.

Un balance del índice de insuficiencia alimentaria de los últimos 3 años permiten ver lo inestable y estructural de la situación. El 30.8% de la población colombiana en el 2022 padecía algún nivel de deficiencia alimentaria, situación que se revirtió levemente en el año 2023 cuando el índice se ubicó en un 26.1%, antes de volver a niveles de 27% en el año 2024.

Los factores estructurales que operan sobre esta situación obedecen al tipo de desarrollo capitalista que determina el sector agropecuario del país. Un rasgo de esta situación lo podemos describir al seguir el análisis del Centro de Pensamiento y Teoría Critica Praxis, el cual examina algunas estadísticas oficiales sobre el tema, señalando que:

“De acuerdo con el Censo 2014 el 0.48% de Unidades de Producción concentran el 77.28% del territorio censado, y descontando los derechos de las comunidades indígenas, se puede inferir que sólo 11.595 propietarios acaparan cerca de cincuenta millones de hectáreas, esto es el 45% del territorio.” (PRAXIS. Pág. 22. 2022).

Esta situación de gran concentración de la propiedad territorial no solo se revierte en regresivos procesos de uso y explotación de la tierra en el país; al igual que en la precarización de por lo menos 2.5 millones de trabajadores rurales que reciben malos salarios. Incide con mayor contundencia en la mala situación de la seguridad alimentaria de las clases proletarias y populares y de la soberanía alimentaria de la nación.

En la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) del (DANE) del 2019 se registra  que de 50 millones de hectáreas usadas en el país, 39 millones fueron para uso pecuario, 5.1millones de hectáreas para bosques, 4.6 millones de uso agrícola y 1.2 fueron destinadas a usos diversos. Asimismo, de las 4.6 millones de hectáreas destinadas a producción agrícola: 2.1 millones fueron dedicadas a producción agroindustrial y agroexportadora y 2.3 a productos alimentarios orientados en su mayoría al consumo interno.

Los datos y el problema agrario, radiografías del hambre

Tabla 2: Cultivos agroindustriales y agroexportadores. ENA 2019. Fuente DANE

.

CultivoHectáreasToneladas
Café839 mil860 mil
Palma de aceite546 mil8.3 millones
Caña de azúcar299 mil31.4 millones
Caña panelera234 mil1.1 millones


Tabla 3: Cultivos agroalimentarios ENA 2019. Fuente DANE
.

Cultivos Hectáreas Toneladas
Tubérculos 574 mil6.4 millones
Cereales984 mil4.4 millones
Frutales505 mil6.7 millones
Verduras 288 mil3 millones

 

Los datos de forma general trasmiten una imagen de la estructura polarizada del sistema de propiedad de la tierra en Colombia y de el uso asimétrico que se le da de acuerdo a los reglones productivos del sector agropecuario del país. Lo que se encuentra es la preponderancia del latifundio improductivo y el carácter polarizado de la producción agrícola entre la gran producción agroindustrial y la pequeña producción artesanal campesina. Situación que sumada a precarios sistemas de transporte, asistencia técnica, financiera y malos ingresos laborales en el sector, va contra  la soberanía alimentaria del país dejando el saldo de 27% de colombianos y colombianas en déficit alimentario.

El hambre en Colombia no es un fallo del sistema: es un resultado estructural del capitalismo que prioriza la acumulación  sobre la vida humana. Frente a esta máquina de generar pobreza la Reforma Agraria Integral Popular (RAIP), no es una opción: es la única vía para desmontar  la violencia alimentaria en la que se basa la estructura  agraria nacional.

La propuesta de la (RAIP) emerge como respuesta a la necesidad de garantizar la soberanía alimentaria de las colombianas y colombianos, más allá del beneficio unilateral de los grandes latifundistas del país y de los grandes capitales agroindustriales. Se trata de dar un paso para re ajustar el regresivo sistema de propiedad territorial que reproduce, por un lado, la realidad de tierra sin trabajadores y trabajadores sin tierra; y por otro lado, de millones de trabajadores y trabajadoras sin alimento en campos y ciudades.

De esta manera, el hambre en Colombia debe entenderse como uno de los grandes problemas estructurales a solucionar, para lo cual es necesario superar el lastre de una regresiva estructura agraria, el sistema anti democrático de uso y acceso a la tierra y al territorio y la ineficiencia de los  fondos públicos destinados a apalancar el desarrollo productivo del sector agropecuario y sus diferentes encadenamientos enfocados a garantizar sus condiciones generales de reproducción.

Estos últimos deben orientarse a la gestión estratégica de una nueva economía agropecuaria en el país, sobre la base de una perspectiva de gestión pública y popular, para permitir mejores condiciones de soberanía alimentaria, de empleo y bienestar laboral, un mejor aprovechamiento de la tierra productiva del país y acceso  democrático al territorio; todo ello orientado a mejorar la vida de más de 26 millones de trabajadores y trabajadoras del país y de sus familias.  Pues el hambre no es un simple vacío y nudo estomacal es un injusto y oprobioso grillete económico del capital.

 

Bibliografía y Fuentes.

Boletín Técnico Inseguridad Alimentaria a partir de la escala IFES-2024. Departamento Administrativo de Estadística Nacional (DANE) Colombia. 22 de mayo 2025.

Nota estadística. Inseguridad Alimentaria en Colombia. Análisis a partir de la medición del indicador 2.1.2 de los Objetivos del Desarrollo Sostenible. DANE-FAO. 2022.

Estos son los 10 países más hambrientos del mundo en 2024. 10 de octubre 2024. En: https://concernusa.org/news/hungriest-countries-in-the-world/

Boletín Técnico: Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) 2019. DANE- Colombia.

Boletín Técnico: Ocupación Informal. Trimestre enero-marzo 2025. 12 de mayo 2025. Bogotá.D.C. DANE.

Informe mundial sobre las crisis alimentarias 2023. Análisis conjunto para mejores decisiones. Global Network Against Food Crises.

Hernández Miguel. El hambre. En: El hombre asecha. 1938-1939.

Algo más que una reforma agraria para la transformación del sector  agropecuario. Una propuesta para la Convención Nacional Campesina. En Proletaria: revista de debate y formación. Centro de Pensamiento y Teoría Crítica Praxis. 2022.

Marx Karl. El Capital. Crítica a la economía política. Editorial Siglo XXI editores. 2021.

 

 

 

[1]    Al respecto plantea Marx: “Pero el valor de la fuerza de trabajo incluye el valor de las mercancías necesarias para la reproducción del obrero o perpetuación de la clase obrera.” (320)

[2] En la misma línea plantea Concern Worldwide y Welthungerhilfe (WHH) ONGs internacionales que dan razón del Indice Global del Hambre: “El mundo produce suficientes alimentos para alimentar a todos sus habitantes. Sin embargo, 733 millones de personas en todo el planeta carecen de acceso a suficientes calorías y nutrientes, y 2.800 millones no pueden permitirse una dieta saludable.” https://concernusa.org/news/hungriest-countries-in-the-world/

 

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