Este 4 de agosto inició un nuevo paro de pequeños patrones, esta vez de empresarios mineros, quienes salieron a exigir medidas de protección económica y financiera para sus negocios. La movilización sigue el ejemplo de los empresarios arroceros, en ambos casos, los patrones se movilizan exigiendo protección estatal a sus intereses comerciales, pero guardan silencio absoluto frente a las condiciones laborales indignas que sostienen sus ganancias.
En la agroindustria del arroz, como en la minería del carbón, los reclamos patronales se disfrazan de defensa del sector productivo nacional, mientras la realidad de los trabajadores se barre bajo la alfombra: informalidad, sobreexplotación, jornadas extenuantes y salarios miserables.
La minería del carbón en Boyacá es un ejemplo extremo, mientras dos obreros deben extraer al menos 10 góndolas diarias, lo que equivale a 14 toneladas de carbón por jornada. Mensualmente, producen 320 toneladas, que las empresas venden en promedio a $289.500 cada una, generando ingresos por $92.640.000. Sin embargo, a los trabajadores solo se les paga $5.500.000 entre los dos, mientras las ganancias patronales alcanzan los $87.140.000. Es decir, por cada peso que recibe un minero, el empresario se queda con 16. El patrón se queda con una ganancia superior a lo que pagan por el trabajo que literalmente les cuesta la vida a quienes bajan al socavón.
Solo en 2024 se registraron 39 muertes por accidentes laborales, Las condiciones de trabajo en las minas son inhumanas. Entre 2011 y 2021, solo en Boyacá murieron 333 mineros en accidentes laborales. En 2023, cuatro tragedias en Socha y Samacá dejaron ocho fallecidos.
A esto se suman las largas jornadas, la falta de seguridad laboral, la ausencia de protección para los mineros mayores y el desaliento de los jóvenes, que ven en esta industria un futuro sin esperanzas. Sin embargo, ninguna de estas problemáticas está en la agenda del paro patronal. Por el contrario, como ocurrió con los arroceros, los dueños de las minas buscan ocultar la explotación detrás de sus demandas comerciales.
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Frente a esto, la Asociación de Trabajadores para la Vida Digna (ASOTRAVID) hace un llamado a los mineros y mineras a organizarse y defender sus derechos de manera colectiva. Exige a las autoridades y a los empresarios poner en el centro del debate las condiciones laborales de quienes arriesgan sus vidas en los socavones, garantizando salarios justos, seguridad y dignidad.
No podemos permitir que la movilización sea monopolio de quienes se enriquecen con nuestra explotación. La organización popular debe levantar su propia agenda: trabajo digno, seguridad laboral y retribución justa para quienes producen la riqueza del carbón.
¡Ni una vida minera más sacrificada por el carbón: trabajo digno y seguro ya!
¡La riqueza del socavón debe servir para transformar las condiciones materiales de los mineros!
¡Basta de usar la movilización social para proteger las ganancias patronales mientras se oculta la explotación minera!
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