La RAIP sintetiza la propuesta del campesinado, pero también de otros sectores sociales de la clase popular para abordar el problema agrario, entendiéndolo como parte de los grandes problemas que aquejan al país y que se ven profundizados por la crisis estructural del capitalismo; Así, como dificultad de toda la sociedad, la articulación del campo y la ciudad es necesaria para avanzar.
Los objetivos de la RAIP buscan acabar el hambre y la malnutrición en el país; mejorar las fuerzas productivas en el sector; fortalecer los niveles de cooperación entre los distintos sectores de trabajadores/as; democratizar la tierra y otros medios de producción; fortalecer la relación entre los trabajadores del campo y la ciudad y avanzar a fin de que la propiedad privada deje de ser la que condiciona él ¿qué?, ¿para qué?, y ¿cómo producir?
La propuesta busca atender tres necesidades concretas del país: la producción agroalimentaria, la producción agroindustrial y la producción de materias primas. En Colombia, hay más de 20 millones de personas que no pueden alimentarse tres veces al día, los índices de malnutrición y desnutrición son altos y las importaciones de alimentos superan los 10 millones de toneladas anuales.
Por otro lado, existe una dependencia de alimentos de producción agroindustrial como maíz, soya, trigo, centeno, cebada y otros que condicionan los precios de la producción de proteína (huevo, pollo y cerdo); así mismo, la producción de materias primas es insuficiente; el algodón, caucho, tabaco, entre otros es importado en su mayoría, teniéndose la posibilidad de producirlos en el territorio.
Además de aumentar la producción en el campo colombiano, la RAIP pretende el fortalecimiento de los procesos organizativos campesinos y la organización de los trabajadores y trabajadoras sin tierra o con tierra insuficiente (4.5 millones de personas), tanto para la entrega de tierras de manera individual y colectiva, dejando de privilegiar y subsidiar a los grandes terratenientes y agroindustriales (20.000 personas), minoría que tiene los medios de producción y ha contado con la mayor cantidad de subsidios, proyectos y aportes.
Si bien, se ha dado por llamar Reforma Agraria a una serie de visiones y propuestas liberales relacionadas con el campo colombiano, en cambio, la RAIP, busca que se avance en los ejercicios de poder popular en función de garantizar transformaciones que impulsen la superación de este modo de producción desigual, concentrador de tierras y explotador que padece el país.
Así pues, tres son las tareas centrales que se proponen, 1. La distribución de tierras y el fortalecimiento de la territorialidad- Poder popular, 2. El reordenamiento territorial y la democratización del campo y 3. La Economía de fondos públicos para la transformación del campo.
La RAIP, distribución de tierras, fortalecimiento de la territorialidad – Poder popular
Para el aumento de la producción agroalimentaria en el país y con el cambio de la producción agrotóxica, se necesita inicialmente duplicar el área destinada para los cultivos, pasando a 10 millones de hectáreas para Territorios Campesinos Agroalimentarios (TECAM); fortalecer la producción de insumos por medio de las biofábricas (ASONALCA cuenta con una y el CNA con media docena más); crear cooperativas de producción de insumos, impulsar centros de acopio y centros de distribución; impulsar los bancos de maquinaria agrícola y amarilla; impulsar la comercialización por medio de cooperativas y avanzar en políticas de adecuación de tierras y dotación de bienes colectivos, tales como carreteras, puestos de salud, escuelas, distritos de riego, electricidad, internet, entre otros y el impulso de ludotecas, guarderías, lavanderías comunitarias y centros de cuidado de adultos mayores.
Para los asalariados, jornaleros y obreros, la RAIP plantea la creación de un fondo nacional y fondos departamentales de tierras que puedan ser entregadas en uso a cooperativas y empresas sociales, buscando evitar la fragmentación improductiva y favorecer la producción a escala. Este proceso organizativo permitirá además, a los trabajadores, aumentar la producción agroindustrial y de materias primas agropecuarias e impulsar la producción de infraestructura.
Esta política deberá ser financiada por medio de créditos y subsidios a pequeños productores y a las cadenas productivas, entretanto, se deberá impulsar la asistencia técnica (en tránsito a la agroecología), la asistencia organizativa y el desarrollo y aplicación de tecnologías.
Reordenamiento Territorial y democratización del campo
Los conflictos entre la vocación y el uso del suelo, el acaparamiento de tierras, el avance de las empresas extractivas y el privilegio de la producción minero-energética, profundizan las afectaciones territoriales y los daños ambientales; así mismo, afectan los suelos y aguas produciendo desertificación, erosión, compactación y acidez, entre otros. Los suelos fértiles son recursos finitos que deben ser cuidados, administrados y recuperados para el beneficio de toda la sociedad.
En este caso, el uso de herramientas técnicas de planificación rural y en el marco del ejercicio del poder popular, permitirá priorizar los Territorios Campesinos Agroalimentarios, Territorios Agroindustriales y Territorios de Producción de materias primas; así como, el manejo de ecosistemas estratégicos (páramos, sabanas comunales, humedales, ciénagas, zonas de reserva forestal), la ampliación de la frontera agrícola y los territorios que necesitan recuperación de suelos.
Economía de Fondos Públicos
Una Economía de Fondos Públicos (EFP) permitirá aprovechar recursos del Estado y de la clase trabajadora en su conjunto para el fortalecimiento de la producción, el desarrollo tecnológico y el empleo, bajo el principio de equilibrio entre producción y naturaleza que hemos impulsado en nuestros plan de vida. Los fondos públicos pueden nutrirse de ahorros pensionales, dividendos de empresas estatales, rentas minero-energéticas, transferencias y parafiscales que en la actualidad el Estado entrega a gremios y organizaciones representativas de los intereses de los terratenientes.
Esta economía nos permitirá desarrollar industria y tecnología en función de las condiciones y necesidades del campo colombiano, bajo el principio de la Gestión Popular, como garantía de la participación directa de los trabajadores y de las organizaciones sociales y campesinas en su administración y decisiones.
Con los recursos de la EFP es posible desarrollar empresas productoras directas; un Sistema Nacional de Adecuación de Tierras y Distritos de Riego; el Desarrollo y la Promoción de nuevas tecnologías; Empresas para la producción de maquinaria agrícola, insumos y herramientas; Empresas agroindustriales de manejo público-comunitario o popular; asesoría y acompañamiento técnico y organizacional; sistemas de acopio y transporte, de circuitos comerciales, créditos y subsidios y un sistema nacional de compras públicas.
Estas propuestas deben fundamentarse en los desarrollos tecnológicos para su planeación y ejecución; así como, las posibilidades que brindan las plataformas y el internet para garantizar la soberanía alimentaria del pueblo colombiano. La RAIP es un paso adelante para superar uno de los grandes problemas del país y al mismo tiempo fortalecer las iniciativas industriales, comerciales y sociales que nos lleven a una Colombia Libre y Soberana.