El día de ayer, 24 de junio de 2025, inició la etapa final del juicio contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez por los delitos de soborno a testigos y fraude procesal. Este proceso ha sido seguido con atención por víctimas del conflicto armado, movimientos sociales y diversos sectores del país que han exigido, desde hace años, verdad y justicia frente al vínculo entre el paramilitarismo y el poder ejecutivo en Colombia.
En este caso, se trata de la primera vez que la Fiscalía solicita una condena penal contra un expresidente de Colombia, un hecho sin precedentes que pone a prueba la solidez del Estado de Derecho y la capacidad de la rama judicial frente a las élites políticas.
Más que un juicio, evidencia histórica
La fiscal Marlene Orjuela, encargada del caso, fue enfática en su solicitud de condena por los delitos mencionados, argumentando que el testimonio de Juan Guillermo Monsalve —aunque cuestionado por la defensa— está respaldado por evidencia documental, grabaciones, peritajes y otros testigos. Para la Fiscalía, no se trata de declaraciones aisladas, sino de una estructura ilegal montada para torcer la justicia y proteger la imagen del expresidente.
Aunque el juicio actual no aborda directamente los crímenes de los falsos positivos, muchos de los testigos implicados en este proceso han denunciado presuntos vínculos del expresidente con el paramilitarismo, estructuras que fueron clave en la guerra contra la población civil desarrollada en el marco de la estrategia del enemigo interno. Por eso, este juicio trasciende el expediente jurídico: es también la disputa por la memoria, la verdad y la posibilidad de justicia en un país atravesado por la impunidad.
Una cronología del caso para comprender su dimensión:
- En 2012, el senador Iván Cepeda denunció los vínculos de Álvaro Uribe y su hermano Santiago Uribe con grupos paramilitares en Antioquia en la década de los 90. Denuncias que realizó en el Congreso colombiano.
- Ante las acusaciones de Cepeda, el expresidente fue a la Corte Suprema de Justicia para acusarlo por los delitos de manipulación de testigos y aseguró que Cepeda había hecho ofrecimientos a los exparamilitares que declararon contra él y su hermano.
- Cuando el expresidente denunció a Iván Cepeda ante la Corte Suprema de Justicia, ese tribunal abrió una investigación, pero las pruebas que encontró demostraron, no solo la inocencia de Cepeda, sino que Álvaro Uribe fue quien buscó sobornar a paramilitares para que dieran falsos testimonios a la Corte.
. - En 2018, la Corte archivó la denuncia contra Cepeda y en su lugar abrió investigación contra Uribe.
- En 2020, Uribe fue detenido preventivamente por riesgo de obstrucción, y renunció al Senado para evadir la jurisdicción de la Corte.
- En 2024, la Fiscalía formalizó la acusación.
- En junio de 2025, tras más de 57 audiencias, se abrió la fase final del juicio.
Este juicio continúa hoy desde las 8:30 a.m, donde la fiscal Orjuela participará hasta la tarde, seguida por la intervención de las víctimas. Luego, hablará el delegado de la Procuraduría, que hasta ahora ha solicitado absolución, y cerrará la defensa de Uribe, a cargo del abogado Jaime Granados, quien ha insistido en que no existen pruebas sólidas para condenar al expresidente.
Cabe aclarar, que este juicio no es solo un litigio entre Uribe y la justicia. Es una deuda histórica con quienes han sido silenciados, desaparecidos o ejecutados por el Estado. Es también una prueba de fuego para saber si en Colombia el poder puede ser juzgado o si, una vez más, la impunidad se impondrá.
Aunque este juicio pueda parecer un avance en la rendición de cuentas, no podemos olvidar que la justicia sigue siendo una rama más de esta democracia burguesa, diseñada para preservar el orden y los privilegios de las clases dominantes. Por eso, incluso cuando un expresidente se sienta en el banquillo, los ritmos, las pruebas y las sentencias están supeditadas a los intereses de clase que dominan las instituciones. En un país donde los crímenes del Estado rara vez se castigan, la justicia no se conquista en los estrados, sino en las calles, en la organización y en la conciencia popular.
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