jueves, diciembre 7, 2023

Agua para la vida, no para el destierro

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Foto: Asoquimbo

Trochando Sin Fronteras  noviembre 22 de 2016

Las mentiras que se esconden en el discurso desarrollista, de las multinacionales, y la política minero-energética del gobierno nacional, motivan la movilización de campesinos, habitantes urbanos, católicos, de Pastoral Social del Huila para decirle NO a estos actos agresivos con el territorio y con la vida. Pero, este no es un NO, como el que ganó el plebiscito. Es una negación cargada de marchas, organización, concientización y unidad regional de las comunidades.

En la tierra del tamal, de las fiestas de San Juan y San Pedro, las comunidades empezaron a expresar su digna rabia contra las consecuencias ambientales y sociales que producen la construcción de represas hidroeléctricas, en el rio, Magdalena. La represa de El Quimbo, impulsada por la multinacional EMGESA, generó desplazamiento de familias campesinas para robar sus predios y poder inundar el territorio, para construir la represa.

Esta no es la única multinacional que tiene sus ojos sobre el Magdalena. La empresa China Hidrochina, posee intereses económicos sobre esta importante arteria de Colombia. Así mismo, el robo del petróleo por parte del General Energyc, sobre el páramo de Miraflores, es otra causa de la destrucción de la naturaleza en el Huila.

Los puntos de mayor concentración y presión social han sido Pitalito, ubicado en el sur del departamento y su capital Neiva. De manera mancomunada, las comunidades allí se movilizan para ejercer soberanía y defender el territorio. Tal ha sido la eficacia de su accionar, que el actual gobernador del Huila, Carlos Julio González Villa (elegido para el periodo, 2016-2019) se comprometió desde su campaña a defender el territorio, y hasta el momento lo viene cumpliendo, al interlocutar con el movimiento social, acerca de las problemáticas producidas por la política minero-energética.

Entre movilización y concientización, los opitas se organizan en cada municipio, conscientes de los estragos de las multinacionales. Forjando la acción en la calle y las ideas para apropiarse del suelo que habitan y del agua que los alimenta. Desde la tierra del Mohán y la madre de agua, se enseña a juntar la lucha social con la lucha institucional, para convivir en armonía con la naturaleza. De esta manera se construye paz con movilización, organización y participación colectiva, en torno a los planes de vida, consecuente con las necesidades de los pueblos y en contra de los intereses de las multinacionales.

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