La dinámica política en Colombia refleja un patrón que se repite en gran parte de América Latina: un constante ir y venir entre gobiernos ultraderechistas y administraciones progresistas o reformistas, incapaces de responder estructuralmente a las demandas de las mayorías populares.
Hoy, este ciclo parece reafirmarse con el desgaste del gobierno de Gustavo Petro, el reposicionamiento de sectores ultraconservadores, y un creciente desencanto social que percibe la promesa de cambio como otra oportunidad frustrada.
En el escenario actual, el Senado se prepara para retomar la discusión de la consulta popular propuesta por el presidente, esta vez con 16 preguntas enfocadas en reformas estructurales sobre temas laborales y de salud. Aunque esta iniciativa pueda interpretarse como un mecanismo de participación directa para las y los colombianos, en realidad pone de manifiesto la incapacidad del gobierno para implementar sus propuestas frente al bloqueo sistemático de los sectores de derecha y ultraderecha. Además, evidencia cómo estas medidas terminan instrumentalizando a la clase trabajadora, reduciéndola a un medio para legitimar un sistema que sigue perpetuando las mismas estructuras de dominación.
Les invitamos a ver nuestro reporte especial sobre las asambleas populares:
¿Se agotan los mecanismos de la democracia burguesa?
En diálogo con Eduardo León, desde la conducción congreso de los pueblos, conocimos su perspectiva sobre esta coyuntura : «Los resultados del trámite de las reformas y con el trámite de la consulta popular queda en evidencia el agotamiento de una falsa democracia una democracia burguesa, que tiene un sentido de clase, en el que por supuesto se va a defender el Statu quo, en función de los intereses del Gran empresariado nacional e internacional y de la oligarquía colombiana.»
En pocas palabras, esto es una situación que demuestra una vez más las limitaciones intrínsecas de la democracia representativa, diseñada para garantizar la estabilidad del capital antes que para servir a las mayorías. Por eso, resaltamos la crítica a la democracia representativa.
Recordamos a los y las trabajadoras que nos en leen, en la voz de León: “La democracia burguesa no es nuestra democracia. Para el campo popular, siempre será claro que se trata de una democracia en crisis, que debe ser enviada al basurero de la historia. Lo que necesitamos es construir una democracia popular, una que realmente nos conduzca hacia la creación de un nuevo país, un país para la vida digna —como decimos en los términos del Congreso de los Pueblos.
Esto implica abrir camino a transformaciones estructurales, las mismas que han sido negadas históricamente y que están en el origen del conflicto social y armado. Dichas transformaciones no vendrán de la institucionalidad burguesa, sino de una nueva institucionalidad: la del pueblo.
Esa nueva institucionalidad es la democracia directa, una democracia real, que recoja los anhelos, intereses y exigencias de las grandes mayorías. Y esas grandes mayorías tienen nombre: el pueblo, el pueblo colombiano.”
¿Al pueblo le sirve o no la consulta popular?
En términos concretos: No, la consulta popular hace parte de la democracia formal, que es presentada como un sistema neutral de participación, se revela como un mecanismo de dominación que perpetúa la explotación y alienación. Las relaciones sociales bajo el capitalismo se estructuran para aparentar igualdad entre individuos libres, pero en realidad están subordinadas a las lógicas del sistema de valor. Así, el voto no otorga verdadero poder al pueblo, sino que legitima estructuras diseñadas para preservar el orden establecido.
¿Entonces cuál es la alternativa popular?
Ustedes se preguntarán, en ese caso, ¿Qué si se puede considerar un mecanismo de poder popular? Las Asambleas Populares, que como lo explica León:
lejos de ser meros espacios de discusión, las AP tienen el potencial de convertirse en escenarios donde los sectores populares cuestionan las dinámicas del sistema, formulen propuestas concretas y, sobre todo, construyan poder popular desde la base. A diferencia del juego pendular entre derecha e izquierda institucional, las Asambleas permiten ensayar nuevas formas de participación y autogestión que trascienden los límites de la democracia representativa.
Además, agrega Eduardo: «Las asambleas populares son un ejercicio que parte de la legislación popular, es decir, producir mandatos que a la vez que sean una plataforma de lucha para exigirle al Estado a los gobiernos de turno y que a su vez sean mandatos para las comunidades, los pueblos, los movimientos sociales en la perspectiva de ir avanzando en la construcción de de poder popular; entonces las asambleas tienen ese doble carácter de pliego mínimo de plataforma de lucha como también de programa hacia la construcción de de poder popular».
El reto, es enorme. Las Asambleas deben consolidarse como espacios permanentes, situados dentro de las costumbres y necesidades de la población. Esto implica superar la fragmentación y articularse en una red nacional que no se reduzca a acompañar procesos gubernamentales, sino que dispute el sentido mismo de la democracia y el poder.
En medio de las contradicciones que marcan este momento histórico, la construcción de poder popular no es solo una tarea estratégica; es una necesidad. Las Asambleas Populares ofrecen un horizonte que va más allá de las coyunturas políticas, es el inicio de expresiones más amplias como la Asamblea Nacional Popular, un escenario que permita que las decisiones de las mayorías no solo sean escuchadas, sino que se traduzcan en acciones reales.
El llamado es a que las fuerzas acumuladas durante el estallido social no se disipen como un momento efímero lleno euforia, sino que se mantengan como un estado constante de ebullición, listo para transformar la realidad. Solo así el pueblo podrá convertirse en protagonista de su propio destino.
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Congreso de los pueblos convoca a participar del paro nacional contra reformas laborales
El sector sindical del Congreso de los Pueblos hizo un llamado a la movilización en rechazo a las reformas laborales impulsadas por el gobierno, anunciando un paro nacional para el 28 y 29 de mayo de 2025. Edgar Mojica, representante de la organización, denunció que el empresariado y sectores políticos han recortado derechos fundamentales de los trabajadores.
«Cuando se presentó la reforma laboral, el mismo empresariado realizó todo el lobby político para que los congresistas de la oligarquía cercenaran derechos. Quitaron el capítulo de derecho colectivo de los trabajadores y luego impusieron la reforma. La misma suerte corrió la consulta popular», afirmó Mojica.
Ante esta situación, el Congreso de los Pueblos convocó a un paro de 48 horas como medida de protesta y como preparación para una posible huelga nacional. «Llamamos a un paro nacional los días 28 y 29 de mayo, y preparamos una huelga general para defender los derechos que nos han arrebatado a los trabajadores y trabajadoras colombianas», declaró.
Mojica hizo un llamado a la organización popular en todos los territorios: «Somos pueblo trabajador, somos pueblo que lucha. Vamos a los barrios, vamos a las veredas, a organizarnos y a luchar». La movilización busca presionar al gobierno para que rectifique las reformas y garantice los derechos laborales y sociales de la clase trabajadora.
La convocatoria se da en un contexto de creciente descontento por las políticas económicas y laborales, que, según organizaciones sociales, benefician a los grandes empresarios en detrimento de los derechos históricos de los trabajadores.
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