Trochando Sin Fronteras – Mayo 11 de 2020
por: Sara María Benavides Calderón[1] y Natalia Martínez Aguilera[2]
En tiempos de emergencia sanitaria la inequidad social se recrudece y con ello se evidencia la estrecha relación entre las dinámicas de exclusión social y las dinámicas de exclusión educativa, al hablar de exclusión educativa muchos pensarían en un modelo de inatención a la población con discapacidad superado históricamente, sin embargo es importante comprender que la exclusión educativa es mucho más que un modelo en el cual los estudiantes con discapacidad no hacían parte del sistema educativo, pues en realidad la exclusión educativa es el conjunto de prácticas sistemáticas que homogenizan el tipo de estudiante que quiere la escuela, reduciendo el derecho a la educación al proceso de matrícula y generando falta de arantías para la permanencia, el progreso y la promoción, sin condiciones mínimas necesarias para el bienestar del estudiantado en general, legitimando prácticas pedagógicas tradicionales en las cuales la competencia y el aprendizaje memorístico son privilegiados, este estado de cosas se configura en la realidad de las comunidades educativas aun a pesar de los tratados internacionales y la normatividad nacional.
Las dinámicas de exclusión hacen parte del estado basal de la educación en la actualidad, perpetuándose en la realidad de las minorías y grupos diversos de cualquier índole en Colombia, en concordancia con lo anterior desde los planteamientos de Conde,(2014) “Sociedades profundamente desiguales reproducen sistemas educativos desiguales, condicionando oportunidades y distribuyendo los aprendizajes tan inequitativamente como los bienes materiales” (pág. 13) la situación de contingencia debido a la emergencia sanitaria no exime al sistema educativo colombiano de garantizar con pertinencia el derecho a la educación, en tanto desde los marcos normativos todos los ciudadanos tienen derecho a una educación de calidad, a que sus necesidades particulares sean reconocidas y al reconocimiento de las comunidades según sus tradiciones.
Uno de los grupos poblaciones que ha sido afectado por estas prácticas excluyentes en el escenario escolar, es la población con discapacidad, siendo tal vez una de las más reconocidas, sin embargo, es importante resaltar que, muchos más grupos poblacionales históricamente han estado en riesgo de exclusión tales como; LGBTI, afrodescendientes, comunidades étnicas, estudiantes con capacidades y talentos excepcionales, problemas de aprendizaje, población migrante, etc. Esto sin desconocer que la poblacion en condicion de vulnerabilidad económica y fragilidad social enfrenta en su cotidianidad la distribución inequitativa de las oportunidades de aprendizaje, por lo cual hablar de educación para todos, ha implicado e implica especialmente en estos tiempos de contingencia velar por el desarrollo integral de todos los estudiantes, aun cuando los medios, escenarios y procesos de aprendizaje se han visto ralentizados, instrumentalizados y mecanizados.
Teniendo en cuenta que aunque hayan políticas diferenciales que orientan las prácticas pedagógicas en un escenario presencial, aún se evidencian dinámicas excluyentes representadas en códigos comunes rotuladores tales como: “Este es de trabajo del niño de inclusión”, “ Estas son las guías para el niño con necesidades educativas especiales”, “¿Cuáles son los criterios de evaluación para los niños de inclusión ?” lo cual genera un ejercicio distintivo, que valora y reconoce de manera negativa la diversidad , patologizando y excluyendo a los estudiantes, limitando el proceso educativo al desarrollo de habilidades básicas y no a la formación de sujetos desde el respeto a los derechos humanos, la equidad y la participación.
La contingencia que impone la emergencia sanitaria desenmascara estas prácticas e imaginarios instalados en la conciencia colectiva de múltiples actores de las comunidades educativas, y genera un retroceso en los avances alcanzados en materia de educación inclusiva los cuales han sido producto de una lucha permanente de personas con discapacidad, sus familias y cuidadores, docentes de apoyo, docentes y activistas que desde su ejercicio cotidiano durante años de gestión y reivindicación han jalonado al sistema educativo educativo tradicional y le han impuesto transformarse para reconocer y atender la diversidad, logrando posicionar al estudiante diverso en el escenario escolar desde la legislación y resistiendo en la cotidianidad procesos como negación de cupos, bullying, discriminación sistemática, ausencia de ajustes razonables, promoción automática, evaluación exclusivamente cualitativa, retiro de las aulas, inversión del tiempo en actividades diferentes a actividades de aprendizaje, tránsito por múltiples instituciones educativas justificadas por la especialización de los centros educativos; años de lucha para mitigar esos procesos han legitimado hoy el reconocimiento de una educación para todos y la garantía de los apoyos y ajustes razonables.
En honor a esta lucha incansable, a tantas historias de segregación y exclusión, y en congruencia con la función social que asumimos al formarnos como formadores; durante y después de la contingencia debemos tener como horizonte que la educación para todos no nos plantea la normalización como fin, sino procesos de formación desde esa otredad que desconocemos, reconociendo la diversidad que nos atraviesa desde lo biológico, emocional, social y cultural; en clave de Galeano, (1998) La igualación, que nos uniformiza y nos emboba, no se puede medir. No hay computadora capaz de registrar los crímenes cotidianos que la industria de la cultura de masas comete contra el arcoíris humano y el humano derecho a la identidad. La idea no es incluir al otro en aras de esa “igualación” se trata de reconocer la diferencia eso que hace al otro único e irrepetible y que requiere de formas específicas y ajustadas para participar activamente en una sociedad sin dejar de ser quien es (pág. 116).
El reto entonces en los escenarios educativos es que como maestros asumamos educar desde y para la diversidad, sin dejar a nadie a fuera; los procesos de enseñanza con los cuales asumimos la formación de ciudadanos y el compromiso político de educar, articular el deber ser con la realidad educativa es un proceso exigente que nos impone abandonar lógicas unilaterales que responden al ejercicio laboral para la conservación las garantías docentes, olvidando que el verdadero quehacer del docente es la formación de sujetos para el ejercicio de la ciudadanía.
A este horizonte no llegamos solos, se requiere del trabajo mancomunado entre cada uno de los integrantes de la comunidad educativa, incorporando desde cada una de las unidades de gestión criterios que permitan a directivos docentes, docentes de aula, docentes de apoyo, apoyos pedagógicos, estudiantes y padres de familia el reconocer, valorar y responder de manera pertinente a la diversidad, traduciendo estos principios en prácticas pedagógicas favorecedoras para todos y cada uno de los estudiantes.
Debido a la coyuntura global que se presenta en la actualidad, la garantía de los apoyos y ajustes razonables que articulan con equidad la educación inclusiva van en declive, generando realidades desconcertantes en las cuales el cambio de educación presencial a educación virtual, ha significado que los estudiantes en riesgo de exclusión tales como; estudiantes de familias con bajos recursos económicos, estudiantes de zonas rurales, estudiantes con discapacidad no sean tenidos en cuenta en la preparación y seguimiento de las clases a distancia, en tanto estas son pensadas para un estudiante imaginario con periodos atencionales acordes con el ciclo educativo, estudiantes con desarrollo de la autonomía y autorregulación para la permanencia en la tarea y presumiendo de la misma manera que lo hacíamos cuando compartimos el espacio del aula que la motivación de los estudiantes es intrínseca, dando por sentado que los estudiantes cuentan con las competencias básicas de la alfabetización digital.
Algunas de las realidades que se están configurando en la actualidad a las que no podemos ceder y para las cuales proponemos las siguientes reflexiones y alternativas de gestión son:
1. Desarticulación en la planeación de los apoyos pedagógicos y ajustes razonables entre los docentes de aula y docentes de apoyo.
2. Desinformación frente a las actividades contractuales del docente de apoyo en tiempos de contingencia.
3. Incremento desmesurado de actividades, tareas y reuniones haciendo caso omiso de las necesidades reales del estudiantado.
4. Incomprensión del docente frente a los tiempos dados para el proceso de aprendizaje y retroalimentación del mismo, desconociendo los factores contextuales y diferenciales que generan barreras para la entrega de evidencias de aprendizaje.
5. Priorización de la dimensión cognitiva del estudiante desconociendo que el desarrollo integral de los sujetos contempla dimensión emocional, corporal, comunicativa, etc.
6. Ausencia de transposición didáctica requerida por el cambio de escenario escolar, en tanto se replican las prácticas de la educación bancaria – tradicional en el escenario virtual.
7. Demérito del rol del docente de apoyo y los apoyos pedagógicos en la garantía de la participación y aprendizaje del estudiantado diverso.
8. Exclusión del componente lúdico del proceso de enseñanza – aprendizaje Estas realidades que desconfiguran el ya inoperante sistema educativo poniendo en jaque la legitimidad de los procesos escolares , y generando tensiones en la práctica pedagógica y los actores responsables de ella; asociadas a las sobrecargas impuestas sobre el docente históricamente generan retos psicosociales para quienes lideran los procesos de enseñanza, tales agudizan el reto de educar desde la virtualidad, por eso este no es un llamado a los docentes de nuestra región; sino un llamado a las comunidades educativas, para acoger el desequilibrio como potenciador de procesos de aprendizaje individuales y colectivos, para resignificar los procesos pedagógicos redefiniendo el horizonte y sentido de enseñar.
En tal virtud como actores del sistema educativo, situados al interior de las comunidades educativas consideramos algunas ideas para hacerle frente al reto de educar a todos y a cada uno en el marco de la diversidad.
Se considera que las alternativas desde un ejercicio crítico y reflexivo para hacerle frente a esta situación son las siguientes:
1.
a. El horizonte de atención a la diversidad debe trascender los postulados de los documentos de gestión tales como el Proyecto Educativo Institucional y el Sistema Institucional de Evaluación, por lo cual como directivos docentes el discurso debe trascender a la práctica, desde la cual en la cotidianidad de la gestión escolar se deben generar los espacios y tiempos que posibiliten la planeación de los procesos pedagógicos y una real puesta en marcha de los apoyos y ajustes razonables, sin la traducción del discurso a estos escenarios reales no se posibilita la materialización de una práctica pedagógica inclusiva.
b. En el marco del ejercicio como docentes apoyo se debe recordar que la práctica pedagógica ha de ser horizontal por lo tanto no existe lugar para la invalidación del saber y experiencia del otro, respetando y reconociendo el quehacer del equipo docente, comprendiendo que cada uno es una pieza fundamental en la consolidación de la educación inclusiva, por lo cual estamos llamados a dinamizar la gestión de una educación para todos al interior de la institución educativa, potencializando la capacidad de gestión pedagógica y directiva de cada uno de los actores de la comunidad, lo que permitirá la transformación de las culturas, políticas y prácticas tanto en el contexto virtual como en el presencial.
c. Como docentes de aula es pertinente recordar que nuestra responsabilidad es liderar los procesos de enseñanza – aprendizaje atendiendo a la totalidad de nuestros estudiantes, por lo cual la relación didáctica con ellos es indelegable, en tanto, cada quien desde su saber y disciplina responde a las múltiples necesidades de formación que redundan en la formación integral del estudiantado, en tal virtud y para dotar de métodos y recursos que posibiliten la atención a la diversidad se realiza la articulación con el docente de apoyo, quien es responsable de acompañar el diseño de los diferentes apoyos tanto cognitivos, comunicativos, etc. y los ajustes razonables tanto didácticos como curriculares que dinamicen el proceso de enseñanza – aprendizaje.
2. Al desconocer el carácter colaborativo del trabajo entre el docente de aula y el docente de apoyo se desdibujan los límites y fronteras de los roles, que tiene cada uno en el escenario educativo donde el docente de apoyo a partir de la gestión pedagógica, curricular y didáctica desarrolla las siguientes funciones:
a. Acompañar pedagógicamente a los docentes de aula que atienden estudiantes con discapacidad.
b. Liderar espacios de formación con los docentes de aula y área la institución mediante los cuales le cualifique y actualice en Diseño Universal del Aprendizaje, Plan Individual de Ajuste Razonable- PIAR, Características de
funcionamiento por discapacidad, Niveles de requerimiento de apoyo, Apoyos pedagógicos, Ajustes razonables didácticos, Ajustes razonables curriculares y estrategias pedagógicas.
c. Asesorar a los docentes de aula y de área en la incorporación de los principios del Diseño Universal del Aprendizaje en el marco de las secuencias didácticas que se planean y ejecutan.
d. Dinamizar los ajustes institucionales para garantizar la atención pertinente a la diversidad.
e. Fortalecer los procesos de educación inclusiva a través del diseño, acompañamiento a la implementación y seguimiento a los Planes Individuales de Apoyos y Ajustes Razonables (PIAR) y su articulación con la planeación pedagógica y el Plan de Mejoramiento Institucional (PMI).
f. Acompañar a los padres de familia de los estudiantes con discapacidad, en la comprensión y ejecución de los compromisos contemplados en el acta de acuerdos (Anexo 3 – PIAR); los cuales pueden ser; Remisión a empresa prestadora de servicios de salud para consecución de diagnóstico, Actualización del diagnóstico en el tiempo estipulado por el especialista, Remisión a empresa prestadora de servicios de salud para garantizar acompañamiento terapéutico, Acompañamiento en tareas, Ejecución de actividades propuestas por el docente de apoyo para fortalecer las habilidades del estudiante, Acompañamiento al estudiante en su higiene y nutrición, procesos de autocuidado, entre otras.
g. Generación y acompañamiento a las redes de apoyo socio familiares con el fin de promover condiciones para el aprendizaje, desarrollo y participación de los estudiantes con discapacidad.
h. La consolidación y refrendación del Informe Anual de proceso pedagógico o de competencias.
3. Asumir la emergencia sanitaria con la ausencia de preparación para la misma, ha generado retos y sobrecargas en el sistema educativo; por lo cual es pertinente preparar al estudiantado para dar respuesta a la crisis desde la formación en valores, el desarrollo de habilidades y la resolución de problemas privilegiando estos aprendizajes sobre la reproducción de contenidos que orienta actualmente los procesos académicos.
4. A raíz de la contingencia actual se amplía la noción de barreras para el aprendizaje y la participación pues si bien se mantienen barreras como las actitudinales, de acceso a la información, las didácticas y curriculares, se amplían las situaciones de dificultan los procesos de enseñanza – aprendizaje, por lo cual debemos considerar aquellos factores contextuales y diferenciales que generan barreras para la entrega de evidencias de aprendizaje, como lo son la conectividad, el uso de un computador por familia, la ausencia de computador y celular en la mayoría de los núcleos familiares, por lo cual se deben tener en cuenta los diferentes medios de comunicación como televisión, radio y prensa para mantener el ejercicio académico en tiempos de contingencia, en casos individuales se pueden dinamizar procesos de comunicación telefónica.
5. Es necesario aprender a identificar las emociones de los estudiantes esto se debe realizar dado que la complejidad de la situación genera estrés para todo el núcleo familiar, los estudiantes están expuestos a las reacciones de preocupación de sus padres que en ocasiones son poco asertivas, en este sentido si el docente identifica el estado emocional de sus estudiantes puede fortalecer sus acompañamientos a partir de clases basadas en el afecto, la inteligencia emocional y ejercicios reguladores de emociones en tiempos de contingencia.
6. El fin en sí mismo de la educación, es la formación integral de los sujetos para el ejercicio de la ciudadanía, tal horizonte no se alcanza con el almacenamiento de datos que le es solicitado a los estudiantes, por lo cual, el reto a asumir es el desarrollo del pensamiento y el fortalecimiento de las capacidades, para ello, se debe tener en cuenta que si bien desde la contingencia se cambia el medio por el cual se genera el contacto y la comunicación entre los actores de la comunidad educativa, los factores primarios de la relación didáctica permanecen en su esencia y sentido; permanecen las intencionalidades formativas y la organización curricular así como continúan en el escenario los estudiantes, cuyo bienestar y desarrollo es el fin último de nuestro ejercicio profesional, permanecemos los docentes como líderes que buscamos permanentemente la dinamización del proceso de enseñanza – aprendizaje, y permanece el conjunto de saberes que nos permiten como pedagogos articular con eficiencia los métodos, formas y recursos para enseñar; así que el reto es que justamente apelando al análisis de los pilares de la didáctica logremos la innovación que nos exige la virtualidad para concretar la transposición didáctica que posibilite el logro de los aprendizajes, dando múltiples formas de logro a los estudiantes y acogiendo a todos y cada uno.
7. Es conveniente implementar estrategias que permitan el trabajo mancomunado de los diferentes actores de la comunidad educativa a favor de la educación para todos tal como se describe en las reflexiones del punto uno y dos del presente texto, con el fin de validar, respetar y valorar la labor del docente de apoyo, en tanto en él recae el liderazgo del los procesos de gestión de la educación inclusiva al interior de comunidad: acompañando al estudiante diverso, docentes de aula, familias y comunidad educativa en general; por ello es importante eliminar las prácticas que minimizan la participación del docente de apoyo en la construcción de sociedades inclusivas, y de esta manera evitar reducir su ejercicio profesional al manejo, homogeneización y control de las dinámicas concernientes a los estudiantes con discapacidad.
8. Es pertinente recordar que el juego es uno de los pilares de la educación inicial, sin embargo esto no lo excluye como base fundamental del proceso de enseñanza – aprendizaje de los demás niveles de escolaridad, en tiempos de contingencia la lúdica es una herramienta para crear un ambiente de armonía donde los estudiantes que están inmersos en el proceso de aprendizaje sean reconocidos desde su individualidad, gustos, intereses y capacidades, la lúdica tiene también el potencial de difuminar algunos de los matices más oscuros de la situación de crisis, dinamizar el relacionamiento entre los integrantes del núcleo familiar que comparten espacio y hacer del aprendizaje un espacio seguro para el desarrollo del individuo a partir de la potenciación de sus diferentes dimensiones.
En de conclusión el rol del docente de apoyo atraviesa las cuatro unidades de gestión escolar e integra a los diferentes actores de la comunidad educativa, teniendo la misma importancia que los demás actores en el escenario educativo, articulando con pertinencia los procesos para favorecer de la presencia, el aprendizaje y la participación del estudiantado diverso, es por eso que en tiempos de contingencia el desafío es mantener los procesos ya conquistados en términos de la garantía del derecho a la educación de todos los estudiantes, no debemos permitir que la contingencia transforme de manera negativa la práctica pedagógica consolidando una realidad que segrega y excluye a las poblaciones más vulnerables al interior de la comunidad educativa e involucionando como sociedades en la garantía de los derechos humanos.
[1] Sara María Benavides Calderón – Licenciada en Educación con énfasis en educación especial – Fundadora de Tejecaminos.
[2] Natalia Martínez Aguilera – Docente investigadora en Educación Inclusiva – Corporación Casablanca, Proyectos sociales y Educativos
Referencias Bibliográficas
Conde, F. (2014). DESIGUALDAD, DISCRIMINACION Y PEDAGOGÍA DE LAIGUALDAD. INIE, 1-20.
Galeano, E. (1998). Patas arriba. la escuela delmundoal revés. Argentina : siglo XXI.
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