miércoles, abril 30, 2025

Apuntes sobre  la configuración urbana en Colombia: Retos y perspectivas para el movimiento social.

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Stibaliz Gómez Ramirez

Equipo de Formación e investigación. Plataforma Creciente Popular.

El capitalismo dependiente que ha sostenido las lógicas de reproducción social y económica en América Latina sigue marcando indisolublemente las formas en que se produce y reproduce los paradigmas de investigación social y a su vez como estos, influyen de manera importante en la producción de la realidad en su concreto. Esta condición histórica que ha marcado el desarrollo del pensamiento Latinoamericano y sus paradigmas de desarrollo, traspasa e involucra directamente a la ciudad como constructo social e histórico de carácter capitalista.

El establecimiento de las ciudades dependientes en América Latina, marcadas por la tendencia y desarrollo  de la metrópoli Europea, no es el resultado de la articulación al mercado mundial emergente, sino por el contrario es la relación subordinada y dependiente que materializa la burocracia comerciante local y los negociantes imperialistas. Esta tendencia tiene estrecha relación con la formación social de la clase política dominante en los países del continente; se reconocen tres tendencias  importantes. La economía de plantación, para el caso de América Central, la estructura terrateniente en los países ecuatoriales y la estructura semi-industrial propia de la herencia colonial Inglesa para los países del Sur de América.

En el caso de Colombia, el proceso de urbanización no es la expresión de la puesta en marcha de la modernidad apalancada principalmente por el desarrollo de las fuerzas productivas de tipo capitalista, como proyecto socio-político, sino por el contrario es la agudización de las contradicciones inherentes al modelo capitalista de acumulación. La premisa de la dominación y explotación como establecimiento transversal en la práctica del poder colonial, capitalista-comercial y la fase actual imperialista-industrial y financiera; marca la lógica del crecimiento de las ciudades y formaciones sociales dependientes, sobre la base de una articulación desigual a las relaciones de producción hegemónicas a nivel global.

En el caso de Colombia la relación urbanización-industrialización,  presenta la misma evolución, la urbanización tardía se presenta como un fenómeno desarticulado de la industria, la industria por su lado no se desarrolla de forma autónoma ni independiente, por el contrario cumple un papel determinado en la función económica mundial, así mismo las ciudades como espacios dispuestos para este fin.

La concentración y reproducción de fuerza de trabajo, materias y energía que promueve desesperadamente las ciudades contemporáneas, son la manifestación del eslabón mas elevado y desarrollado de la racionalidad del capital. Pues como es bien sabido la ciudades a nivel mundial, indistintamente del papel que desempeñen en la división internacional del trabajo en su metabolismo endógeno y exógeno  de crecimiento, apunta a la  reproducción sin barreras de los medios necesarios para la sostenibilidad en el tiempo y espacio de las tasas de ganancias de los inversionistas capitalistas y desenvuelve las condiciones necesarias para satisfacer la extracción de renta a través de los medios de vida naturales y sociales.

El carácter depredador de la ciudad, que se ha venido agudizando en los últimos 70 años de la historia de la humanidad, se basa en la extracción, transformación y consumo de materias y energías de todo orden. Según la cumbre Mundial de Johannesburgo, celebrada en el 2012 “El consumo mundial de combustibles fósiles aumentó un 10% entre 1992 y 1999. Los países desarrollados siguen siendo los mayores consumidores por habitante, con un consumo medio de 6,4 toneladas de equivalente de petróleo en 1999, es decir diez veces más que el consumo de los países en desarrollo[1]”.

En contraste con estas cifras que marcan una tendencia del consumo exponencial de los países capitalistas, se aproxima que 2.500  millones de personas carecen de acceso a servicios modernos de energía; esto quiere decir que el desarrollo de infraestructuras relacionadas con satisfacer las demandas energéticas de las poblaciones en las ciudades de tipo dependiente esta anclada directamente a las demandas del capital internacional y de las exiguos avances de las burguesías industriales y comerciales de los países y ciudades dependientes.

En el caso de Colombia, impulsada por la intervención económica y política de la Alianza para el Progreso, hacia la década del  cincuenta se marca una tendencia de ascenso en la inversión en alcantarillado y redes de abastecimiento de agua, entre 1958 a 1962 el 5,5 del PIB nacional se  invierte en este propósito; así mismo para los noventa en pleno auge Neoliberal se alcanza una cobertura del 86.7 en el servicio de acueducto y un 77.2 en las redes de alcantarillado, según la CEPAL.  Estas inversiones que en un primer momento estuvieron marcadas por la regulación del estado, dio paso a la movilización de recursos de parte del sector privado, invirtiendo principalmente en administración, operación y mantenimiento de estos sistemas, obteniendo fabulosas ganancias a partir del sobre costo y aumento permanente y gradual en las tarifas por el pago de estos servicios, nominalmente públicos.

La política mundial del capital transnacional por desarrollar ciudades competitivas, son las que inspiran modelos tan cuestionables como las ciudades región, que son el modelo bimodal de acumulación y centralizador de altas rentas, bienes y servicios. La conectividad vial y la eficiencia del tiempo y el espacio producen la reacomodación espacial-territorial, social y económica desigual de los habitantes de la ciudad y sus municipios aledaños.

La red de infraestructura para satisfacer las demandas del capital transnacional en el caso de Bogotá y la región se ven manifiestas por ejemplo  en la construcción de la red de conectividad con el Magdalena medio y el proyecto de la  Autopista Longitudinal de Occidente ALO, este ultimo se viene planteando hace un poco mas de diez años, proyecto que comunicaría a la ciudad en su ala occidental y seria la vía por excelencia del transporte de mercancías. La propuesta a la fecha esta parada por no ser rentable para ninguna empresa de concesión privada, pues se plantea el cobro de peajes urbanos, teniendo esta propuesta una afectación negativa en la economía de bolsillo de la mayoría de pobladores urbanos; además a esto se le suma el violento resquebrajamiento del equilibrio ambiental en la ciudad, producto de la destrucción de humedales como Torca- Guaymaral  y  la conejera entre otros.

Los movimientos sociales en América Latina atraviesan por un periodo de implosión política, que les ha posibilitado reorganizar y sumar referentes políticos y banderas reivindicativas; estas se construyen en razón del agudo proceso de privatización y exclusión social, que articulado a un legado de lucha social, advierte sobre la importancia inaplazable de la lucha por un modelo socio-económico alternativo Los medios colectivos que se concentran en la ciudad como la vivienda, el agua, la educación y la salud por mencionar algunos, se significan y son un imperativo para el movimiento social, cobrando valor material y simbólico, en tanto representa un eje de articulación sectorial, político y organizativo para los movimientos sociales.

Frente a este bosquejo de algunas de las contradicciones que presentan las ciudades, especialmente Bogotá, se vuelve un imperativo construir la propuesta de una ciudad y país  que realmente reconozca y  visibilice un proyecto de ciudad y campo de y para la gente que históricamente han estado excluidos de los réditos del llamado progreso.

Los movimientos sociales en América Latina atraviesan por un periodo de implosión política, que les ha posibilitado reorganizar y sumar referentes políticos y banderas reivindicativas; estas se construyen en razón del agudo proceso de privatización y exclusión social, que articulado a un legado de lucha social, advierte sobre la importancia inaplazable de la lucha por el agua en el Continente. Los medios de vida naturales como el agua, se resignifican para el movimiento social, cobrando valor material y simbólico, en tanto representa un eje de articulación sectorial, político y organizativo para los movimientos sociales.

En este escenario de construcciones y transformaciones del mundo social, el territorio como una unidad social, política, económica y cultural, atribuye al movimiento social que encara la lucha por el agua, identidades colectivas que fortalecen y proyectan la lucha por el territorio como un escenario en disputa entre el modelo hegemónico de vida y la propuesta de alternatividad social que construye los movimientos a lo largo y ancho del mundo.

[1]     Tomado de: http://www.cinu.org.mx/eventos/conferencias/johannesburgo/medios/carpeta/energia.htm

Foto tomada de: https://www.flickr.com/photos/24911984@N04/4015589197/  Blanca Oviedo «Bogota rica & Bogota pobre»

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