Por: Escuela Permanente Carlos Alberto Pedraza
Augurios y expectativas de la primera vuelta presidencial: el liberalismo derrotado, un centro con opción de ser poder y una derecha fortalecida
Un contexto bien fermentado
La contienda electoral que actualmente vive el país pasara a la historia como una de las más intensas, debido a la inexorable influencia de una coyuntura marcada por la crisis estructural del capital a nivel global, las famélicas fuerzas con las que se arrastra a nivel local la economía, el punto de inflexión que dejo la transición de gobiernos progresista en la región, una estampa de corrupción que salpico todos los escenarios gubernamentales, así como un acalorado escenario de disputa política e ideológica que marco las pasiones más intensas entre por lo menos los colombianos más politizados.
Luego de la hegemonía santista y los pasos que dio en materia de cerrar el conflicto armado sometiendo a procesos de paz a las insurgencias, profundizando el modelo de extranjerización y financiarización de la economía del país y abrir unos centímetros el espectro de derechos para las minorías en materia de reconocimientos y garantías. Aparecen una serie de actores políticos que intentan llevar este proyecto a un punto más alto, otros a mantenerlo, variando algunas de sus características y otros sin duda en oposición férrea: a impedirlo a toda costa.
Las fuerzas al interior del propio santísimo se comienzan a ver reducidas en la medida de que la mermelada deja de ser suficiente para lubricar la enorme maquinaria burocrática y parlamentaria y que los escándalos de corrupción persigan a sus principales barones electorales, por lo que varias de sus apuestas inician a retroceder, en particular la condición de que exista un heredero directo al trono, pues De la Calle el líder de su política estrella, no tiene una maquinaria y un partido fuerte que lo respalde y Vargas Lleras su vicepresidente se convierte es un palo en la rueda que toma enorme distancia y se vuelca a una campaña al margen de Santos a pesar de mantener alguna de sus propuestas.
Los sectores democráticos y alternativos que aplaudieron a Santos sus políticas entorno a víctimas y restitución de las tierras y el programa de paz con enfoque territorial ven que el camino está más despejado para renovar el panorama político del país, observando condiciones para protagonizar los comicios, no obstante, las diferencias y sesgos se manifiestan inmediatamente y se parcializan en sectores bien específicos y a la vez bien diferenciados.
El uribismo que se declara en oposición casi que, durante los dos periodos de Santos, se vuelve una fuerza en muchos casos inerme, ante los avances de algunas políticas en contravía de sus intereses, investigaciones y judicializaciones a antiguos funcionarios de su gobierno y la sepultada a la política de seguridad democrática que deja en tablas el conflicto, pero no logra derrotar a la insurgencia. No obstante, cuando todo parecía oscuro para Uribe, inicia un proceso de reacomodamiento político que le lleva a alcanzar resultados inesperados.
Una primera vuelta sin muchas sorpresas
Este es el contexto que precede a los comicios y los resultados alcanzados permite entrever como van a apareciendo los derrotados, los jubilosos por sus alcances y avances y finalmente los victoriosos de la contienda. Los derrotados sin duda fueron los barones de las maquinarias en mermeladas por Santos en los dos últimos periodos, la caída en desgracia de Vargas Lleras que no le sirvieron sus millones y actitud pendenciera para conectarse con estos nichos electorales, es un ejemplo claro de esto.
Pero que lo llevo a estas maquinarias a dicha condición, son por lo menos dos situaciones; la despresurización de la economía nacional vía el déficit fiscal que limito las múltiples tetas de las que bebían los caciques de las regiones, perdiendo estos la capacidad contractual y financieras para mantener sus feudos y por ende despojando al poder desde Bogotá de su control remoto en las regiones; por otro lado los inocultables casos de corrupción que llevaron a deslegitimar castas políticas enteras en la zona norte del país y otras provincias colombinas, dejando por fuera a los Kikos, Ñoños, Musas y demás miriápodos que hubieran podido garantizarle un triunfo, al engalanado heredero del llerismo.
De la calle representante de esa latencia más teórica que práctica del liberalismo colombiano, que con buenos y amplios discursos y pletóricas expectativas quiso avanzar en darle un nuevo talente a la sociedad colombiana sumergida en el barro de la reacción, donde está atollada hace siglos. Le sucedió lo mismos que a Cipriano de Mosquera en el siglo XIX, a López en los 30s a Lleras en los 60s, reformas llevadas a medias y derrotas electorales completas.
En el campo democrático y alternativo se avanzó ágilmente aprovechando el escándalo de la corrupción, que se convirtió en un caballito de batalla en toda la contienda; la aparición de la denominada coalición Colombia catalizo este discurso inicialmente y en cabeza de Fajardo se volvieron en la opción más sensata contra este flagelo; su terquedad en no generar puentes y articulación con otros sectores provenientes de la izquierda democrática, produjo esa división que se reflejó electoralmente el domingo.
Los inconvenientes para alcanzar un acuerdo programático reprodujeron viejas costumbres izquierdistas, sin embargo, las desconfianzas al interior de la coalición Colombia pasaban por la vieja ruptura Petro – Moir iniciada al interior del Polo años atrás, el tufillo neoliberal de la alianza verde afianzado últimamente por su apoyo a Peñalosa y la tendencia a no querer polarizarse o a parecer demasiado de oposición. De todas formas, alcanza una importante votación que se vuelve histórica para este tipo de propuesta con 4.589.696 de votos superando en un millón a los logrados por Mockus en su momento.
Por el lado de Petro se ve un crecimiento muy importante gracias a una capacidad de dar debates y ganar electores de forma paulatina, que le permite alcanzar un resultado inaudito para un candidato de su origen político. Sin embargo, estos logros los ha hecho contra todas las adversidades moderando su discurso y acercándose lentamente al centro, posicionando una propuesta contra-cíclica a los problemas más urgentes del país, algo que lo acerca de forma precisa con la colectividad de Fajardo.
Sorprende también el posicionamiento de votos de Petro en la costa norte del país, donde lidero importantes votaciones en varios de los principales municipios de esta región. Esto es sin duda una derrota a las maquinarias de estas zonas, así mismo la presencia en la coalición del partido Maís, le garantizo la victoria en vastas zonas del suroccidente y pacifico colombiano y recuperar importantes márgenes electorales en Bogotá y las principales capitales del país.
Sin embargo, los resultados muestran de manera clara, como el sector más retardatario de la sociedad económica, social y política del país, toma una posición de hegemonía y parece ser la convocada para liderar el tan esperado nuevo régimen de dominación y explotación para el actual periodo que se abre. Su llegada a este punto se debe más a una estratagema que ha establecido un largo camino de victorias electorales y un proceso paulatino de concentración de las fuerzas económicas sociales y políticas del país alrededor de la sombra del expresidente Uribe.
Básicamente fue capaz de recoger las maquinarias que regionalmente fueron alejándose del santísimo ya fuera por asuntos de su política de paz, tierras y territorios, la falta de alimentar la clientela o las judicializaciones de los barones por escándalos de corrupción. Esto se logró evidenciar en la espiral de victorias que comienza a producirse a favor del centro democrático desde las elecciones regionales de 2015, pasando por el plebiscito de la paz en 2016, las elecciones legislativas de este año con consulta incluida y los casi 8 millones de votos que alcanzo en la primera vuelta.
La estrategia de operar en cuerpo ajeno del centro democrático le ha permitido reciclar maquinarias e imponer rostros frescos que les garanticen superar los escándalos y los recalentados politiqueros. De esa manera todos los amigos de la corrupción fueron recibidos en el seno del uribismo y allí están rencauchados en varios de esos votos y curules logradas. También fue representativo la manera de que sectores retardatarios del país como las iglesias cristianas más conservadoras, los grandes latifundistas y sectores oscuros de la economía se adhirieron.
Que se vaticina de ahora en adelante
La virtual victoria del uribismo está enmarcada, porque este logre acuerdos muy precisos con los sectores que apoyaron a Lleras en primera vuelta, que a pesar de no ser muchos electoralmente si le pueden permitir tener a Duque, una mayoría en congreso, así como fijar la segunda vuelta con más garantías. En ese sentido ya se inician a ver las adhesiones incondicionales de los conservadores y el partido de la U y unos tibios acuerdos programáticos con cambio radical, que intenta hacer juego con lo poco ganado.
Así mismo el liberalismo del derrotado Cesar Gaviaría es muy posible que afile su batería para acercarse a Duque a pesar de que varios sectores dentro del partido se muestren reactivos a esta idea y decidan irse con Petro. De todas maneras, el uribismo intentara una victoria cómoda alineándose a los tradicionales y hasta involucrándose en esas livianas, pero preocupantes modalidades de fraude electoral que hoy se observan.
Petro con la votación histórica alcanzada pasa a la segunda vuelta, pero con un estrecho margen de maniobra para canalizar una victoria sencilla. En este caso, la Colombia humana apela a desarrollar un acuerdo sobre lo fundamental haciendo un llamado a la coalición Colombia principalmente y a los sectores que apoyaron a De la Calle y continuando un trabajo de agitación que le permita llegar a las capas de abstencionistas e indecisos.
El inconveniente lo tiene en la orientación dada por Fajardo a sus votantes de abstenerse o de votar en blanco si el no quedaba en la contienda, situación que políticamente favorece al uribismo que puede obtener una victoria con lo ya cosechado. De todas maneras, los sectores más de izquierda se han manifestado de darle su apoyo a Petro con algunos peros y peticiones, es de esperar que el polo democrático termine de zanjar estas discusiones, para saber que posición oficial asume, todo depende que Robledo supere sus reproches hacia Petro para que su indiferencia no termine inclinando la balanza a favor de Duque.
Finalmente, el aumento en casi 5 millones de los votantes con respecto a las elecciones pasadas muestra una perspectiva alentadora en materia de que las maquinarias puedan ser derrotadas de una vez por todas en un mediano plazo, el voto de opinión aumenta, pero también de cierta forma uno de tipo consiente siendo muy importante prestar cuidado a este fenómeno sobre todo, del que se produce en regiones como la costa caribe y pacifica colombiana, allí puede a ver claves para el cambio en la correlación de fuerza electoral en el país.
Sin embargo, el triunfo del uribismo tiene sabor a amargo en la medida que les preocupa en cierta forma la fuerza que toman los procesos democráticos y alternativos en la contienda, que de seguro si zanjan sus diferencia, en el corto o mediano plazo podrán ser una opción nítida y clara de poder, claro está no va ser sencillo y la resistencia del centro democrático y la oligarquía en general a que esto pase será una de sus tareas fundamentales.
Esta opción renovadora y democrática deja claro de una vez, que está lejos de condensar una propuesta legítimamente alternativa y de seguro se ubicara cada vez más en un espectro de centro muy moderado y tibio, a la medida de las necesidades de intentar superar la crisis del patrón de acumulación capitalista del país, con sus programas de profundización de la democracia y el capitalismo como lo han planteado en varias ocasiones.
Queda esperar entonces como las organizaciones populares logran proyectar una apuesta de nación que supere el moribundo capitalismo hacia una nueva sociedad en donde el poder se constituyan desde el pueblo organizado mismo y no solamente desde el esqueleto de democracia que hoy se esfuerza por sobrevivir en Colombia.