Por: Wilmar Harley Castillo Amorocho*

Este año ha empezado triste, con un sentimiento nostálgico de preocupaciones más que de moral para enfrentarlo ¿no le parece?. Verle la cara a mi viejo por el predial que subió, escucharle a muchos que todo está caro y que seguirá subiendo (un credo que tenemos la mayoría en la boca). Y lo más gracioso, es oírle a los candidatos a cámara y presidencia lo mismo de siempre, “cambios para el pueblo” “trabajare por usted” “¿Dónde vive señora? Cuadremos una reunión en su barrio para escucharlos” “oiga joven, esta es mi tarjeta, necesitamos llevar las ideas de la juventud al congreso para mejorar este país” bla bla bla y más bla.
Aunque, en este periodo electoral de votos (y botox como dijo un colega) se oyen palabras que hace rato no eran públicas. Como “comunismo”, que en una vaya el candidato peleara por proteger a la familia de este “fantasma europeo”, una opción ciudadana muy solidaria. La izquierda se puso un poco más de moda, al menos Timo revivió la tradición de romper banderas, tirar huevos mientras se grita y putea.
Ya no se tomaron el poder al ritmo del son cubano. Por lo menos en este periodo. Por ahora, desfilan los constructores de casas, negociadores de paz (anti-socialismo del siglo XXI) y por supuesto los que diga Uribe (siempre y cuando sepa cuanto calza y cuantos pares de crocs tiene). Y las alianzas que nunca faltan. En el país donde votan vivos y muertos, y otros votan en su ciudad y también en otro, no serán sorprendentes los resultados de esta fiesta de la democracia, en la que nos meten a todos, pero gozan poquitos.
Por ejemplo, este año mas de uno y una estrenara su cedula en el bar y en la urna, como otros también podrán votar estando unos metros bajo tierra. Y en lo que va corrido del año, 32 personas se suman a esta lista de demócratas obligados que harán uso de su derecho a elegir y ser elegido. Aunque los eligieron para probar la calidad de las balas oficiales y extraoficiales. Ósea, es tan vieja y anquilosada esta democracia, que nadie se salva de elegir.
El juego es simple (y tradicional como otras mañas de los ricos criollos), se hacen elegir, roban y explotan en sus cargos públicos. El pueblo paramos, los sentamos en una mesa y se llegan a acuerdos. Ellos incumplen los acuerdos, matan líderes sociales. Se denuncia los asesinatos, se sigue movilizando y organizando. Llegan las elecciones y los pillos quieren reelegirse o ponen al consentido o consentida político a continuar sus mañas.
Leidy Amaya, Humberto, Antonio María, la gente de Chagpien Tordo y el resto de honorables objetivos militares neutralizados que inauguran este año democrático, no gozaran de las promesas de los futuros congresistas y senadores, y menos del próximo arrendatario de la Casa de Nariño. Pero sus familiares, vecinos y compañeros si, pero ellos tampoco serán testigos mudos de todo eso, porque tan demócrata es este país, que por lo menos la bulla, denuncia y movilización también tendrá un espacio bien grande en los territorios de cara al país y al mundo exigiendo verdad, justicia, reparación, garantías de no repetición y la ñapa de vida digna.
Ñapa: Gane quien gane las elecciones, quemese quien se queme, nos la clavaron con el Plan Nacional de Desarrollo en sus ejes de competitividad e infraestructura, movilidad social, transformación del campo, seguridad, justicia y democracia para la construcción de la paz, prácticas de buen Gobierno, y crecimiento verde. Que en pocas palabras fue mas plata para las FF.MM, los sicarios judiciales, plata para el sector privado y recortes a todo lo que nos benéficia. Por eso, las movilizaciones por la Paz con Justicia Social, se realizaran con el rico que quede, al fin de cuentas, esa gente de mal responde a las políticas de siempre. Pilas, si se baja del bus de la dignidad le seguirán clavando el bolsillo, su salud y la vida.
* Wilmar Harley Castillo Amorocho, comunicador social, integrante de la Secretaría de Formación y Comunicación de la Asociación Nacional Campesina Coordinador Nacional Agrario-CNA.