Trochando Sin Fronteras, abril 4 de 2018
Por: América Niño
En el actual contexto de postacuerdos con las FARC, su lenta implementación, la reanudación de los diálogos con el ELN, las campañas electorales y el fin del periodo presidencial, el gobierno Santos está empecinado en demostrar que su más grande logro en ocho años valió la pena; desmovilizar a la guerrilla más numerosa y antigua de América Latina debió dar frutos, y de hecho lo hizo si vemos las estadísticas que demuestran un descenso en los niveles de muertes en combate. (Informe Medicina legal 2016[1])
Sin embargo, el Gobierno es obstinado en mostrar resultados que no dio la desmovilización de las FARC, declarando el departamento de Arauca como un territorio libre de coca (Oficina de prensa gobernación de Arauca, 23 marzo 2018[2]). Es cierto que ya no se encuentran cultivos de uso ilícito ni laboratorios de cocaína en medio de la espesa llanura araucana, pero esto se debe a la organización social de las comunidades que por años han tratado de revitalizar la productividad del campo, no precisamente a la implementación de los acuerdos.
Con la violencia del 48 muchas familias de distintos departamentos llegaron a Arauca por la necesidad de comenzar de nuevo lejos de los conflictos políticos que ponían en riesgo su vida, así se abrieron camino en la Orinoquía y establecieron caseríos que con el tiempo se convirtieron en municipios, “Plátano, Yuca y Maíz eran los productos que más se veían en las fincas, pero el Estado siempre tuvo olvidado este departamento” dice Jesús “La producción era buena, pero el acceso fue y sigue siendo difícil, para sacar una cosecha tocaba a lomo de mula” por el abandono estatal las comunidades campesinas del Arauca se organizaron en diferentes asociaciones, una de ellas fue la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos -ANUC- a través de la cual suplieron en alguna medida sus necesidades insatisfechas; vías, centros de salud, escuelas, acueductos y electricidad.
La siembra de coca en Arauca se da a comienzos de los años 80 y va con mucha fuerza hasta los 90; Carlos Julio Martínez dice “todas las familias estaban dedicadas a sembrar coca, dependían y vivían de eso, no se veía que estuvieran con ganas de sembrar plátano o yuca, inclusive ya el plátano y la yuca entraba de otros departamentos”. Fueron un poco más de diez años en los que la coca se convirtió en la columna vertebral de la economía araucana, porque como decía Jesús “era más fácil llevar un kilo de coca en una mochila que llevar dos o tres cargas de plátano por un camino impenetrable”.
Esa era la realidad, en Arauca no habían vías para sacar los productos la comida se perdía y la gente vivía en condiciones muy difíciles, el gobierno destinó unos baldíos de la nación para llevar a los campesinos desplazados de la violencia del 48 a una región inhóspita y salvaje como esta, pero no previó que debía generar escenarios de habitabilidad para ellos, por eso las comunidades vieron en la coca una oportunidad, era mucho más rentable sembrar coca y venderla o raspar en fincas vecinas que producir comida, porque el trabajo para sacarla de la región era muy complejo y parte de la cosecha se perdía; manos de plátano, yuca y maíz se pudrían en las fincas y generaban perdidas económicas que aumentaban los niveles de miseria rural en el país.
Con la rápida escalada de la coca, llegaron también los problemas; las comunidades que siempre habían sido pobres y dedicadas al trabajo duro vieron un ascenso acelerado en sus niveles de ingreso, esto estimuló la economía y según cuentan algunos campesinos, a las veredas cocaleras llegaban primero los electrodomésticos que no se veían en la capital del departamento, cada familia llego a tener hasta cuatro motos. Pero más allá de eso no había en qué poder invertir, así que los lugares más frecuentados para gastar el dinero eran prostíbulos y cantinas, muchos niños y jóvenes abandonaron la escuela y se dedicaron a raspar, les pagaban como a cualquiera, así que perdieron el sentido por aprender y comenzaron a trabajar para ganar y gastar como los demás.
“Los beneficios de la coca fueron muy personales porque la gente aprovecho para comprar algunas cosas y ganado, pero de perjuicio fue todo lo relacionado con la descomposición social que se da a raíz del dinero. Cuando hay dinero se incrementa la prostitución y la borrachera, eso deterioró a las familias” Dice Jesús.
Este territorio ha tenido históricamente presencia guerrillera y con la coca creció también la guerra “comenzó el conflicto entre las FARC Y el ELN, porque FARC apoyaba la mafia, mientras que los Elenos no, entonces comenzaron a darse plomo parejo y nosotros los campesinos en el medio, hubo familias afectadas, desplazamiento forzado y muertes por la actividad mafiosa” dice Carlos. En ese momento comienzan los líderes de la ANUC a preguntarse por su papel dentro de las comunidades y la necesidad de transformar esa realidad por el bien del territorio, deciden entonces erradicar la coca por cuenta propia y comienzan a concientizar a sus bases frente a los problemas que enfrentaban para frenar la siembra, erradicar y sustituir esos cultivos.
“Íbamos vereda por vereda y se daba la charla animando a la gente para que dejaran de sembrar y arrancaran las matas que tenían, que sin coca estaríamos más tranquilos y que había posibilidad de que el gobierno hiciera algún aporte a quien erradicara, esa labor fue dura porque a pesar de los problemas mucha gente sabía que sin coca volveríamos a la misma pobreza de antes y entonces se negaban” Sin embargo el presidente Andrés Pastrana ya había firmando el Plan Colombia con el gobierno de los Estados Unidos en cabeza de Bill Clinton, esa penosa decisión trajo para Arauca el comienzo de las fumigaciones aéreas con glifosato y la presencia del Estado a través de sus fuerzas militares.
Una vez más las comunidades campesinas resultaban afectadas, no solo debían enfrentar la descomposición social que crecía como un cáncer en la población, sino que ahora se sumaba un actor armado más, el Ejército Nacional que además los señalaba como colaboradores de alguna guerrilla, los presentaba como falsos positivos y mientras tanto les llovía glifosato del cielo, el que mataba sus plantas de coca y también las de plátano, maíz y yuca, caía en los acuíferos y envenenaba a los animales. Según Carlos “el Estado en la época de la mafia venía en avionetas y helicópteros, fumigaban con una flotilla de helicópteros, dos avionetas y de paso traían unas columnas militares que soltaban desde el aire, pero eso era ellos por un lado y las guerrillas por el otro, casi todos los días era un andamiaje de plomo y bombas y nosotros corra pa meternos de cara entre un hueco”.
El panorama era desalentador pero sirvió para fortalecer a quienes se quedaron, a pesar de las condiciones las organizaciones sociales lograron arrancar hasta la última mata de coca en el departamento y volvieron a sembrar alimento, aunque algunas tierras tardaron años en recuperarse de la esterilización causada por las fumigaciones, las comunidades persistieron e incluyeron en sus productos de pan coger, el cacao, lo hicieron porque conocían el terreno, sabían que tenía condiciones para producirlo y que las carreteras seguirían en mal estado, entonces representaba una buena opción para sacarlo en moto o mula porque era pequeño y se pagaba bien.
La labor fue dura, pero como dice Carlos “hay que seguirle el pulso a las organizaciones sociales para que sean los interlocutores con el Estado y que le hagamos ver lo importante de erradicar nosotros solos la coca e invitarlos a que salgan del escritorio y vengan acá para que conozcan al sector agropecuario que a pesar de las dificultades sigue dándoles de comer en la ciudad“.
Lo cierto es que las organizaciones sociales no son ajenas al sector agropecuario, sino que precisamente son una manifestación del mismo, expresiones espontáneas de quienes han sufrido la inclemencia de la guerra o del abandono estatal y se reúnen para generar condiciones dignas de vida. Fueron estas organizaciones quienes erradicaron la coca en el departamento de Arauca, las mismas que han sido señaladas y perseguidas por defender la vida y la autonomía de las comunidades y las que continúan trabajando por el bienestar de las regiones.
Por eso incomoda y molesta profundamente que el gobierno de turno busque darse créditos con la erradicación de coca cuando no fueron ellos quienes la promovieron sino precisamente los que permitieron que el crecimiento de los cultivos de uso ilícito creciera exponencialmente.
Si bien en los acuerdos de La Habana se habla de la erradicación y la sustitución para los cultivos de uso ilícito, su implementación está muy lejos de llegar a consolidarse para crear escenarios dignos en el campo. A pesar de las consecuencias continúa el debate político acerca de la pertinencia de utilizar aspersiones aéreas de glifosato y de militarizar territorios donde aún existe este fenómeno, desconociendo las vulneraciones ambientales y de Derechos Humanos que se generarían con esta decisión y fomentando una nueva crisis humanitaria.
Las organizaciones sociales hacen un llamado al Gobierno Nacional y departamental para que reconozca su papel en la erradicación de coca en Arauca y buscan ser escuchadas como interlocutoras de las comunidades que históricamente han sido afectadas y que pueden ser creadoras y ejecutoras de proyectos sociales y productivos por la revitalización del campo y la economía rural.
[1] http://www.medicinalegal.gov.co/documents/20143/49526/Forensis+2016.+Datos+para+la+vida.pdf
[2] https://www.arauca.gov.co/noticias/1476-arauca-le-cumplio-a-la-paz-arauca-le-cumplio-a-colombia-gobernador-alvarado-bestene