lunes, octubre 2, 2023

Guainía: riqueza, miseria y lucha

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Puerto de Chaquita - Guainía Foto: Juan David Ospina

Trochando Sin Fronteras, edición 34 febrero – marzo de 2018

Por: Marcela Cruz – Trochando Sin Fronteras

Al extremo oriente de Colombia, entre los ríos Guaviare, Atabapo y Negro, se ubica un territorio de selvas y paisajes exuberantes. La mayor parte de su población es indígena (65%, según datos del censo de 2005), pero los gobernantes y administradores son mestizos.

Desde finales del siglo 19 y durante todo el siglo 20, la economía de Guainía se basó en la producción de caucho sostenida con trabajo semi esclavo, actividad de la que se enriquecieron unos cuantos terratenientes y empresarios, pero que no significó desarrollo económico y mucho menos bienestar para sus habitantes. También se negociaba con pieles y otros productos exóticos que eran vendidos a comerciantes de Venezuela y Brasil, a través del río Orinoco.

Actualmente la economía se centra en la producción agropecuaria y la pesca, dada su geografía caracterizada por planicies y caudalosos ríos y caños. En sus riveras, principalmente, se encuentran asentadas las más de 13 etnias que componen la población nativa del Guainía.

En medio del atraso económico, se ciernen amenazas sobre este particular territorio. Minerales como el coltán, el oro y el uranio se esconden en sus entrañas. Tal riqueza natural no es ajena al interés del capitalismo.

El camino de la lucha

Ante el desolador panorama social y los conflictos que se avecinan por la explotación de recursos minerales, la población del Guainía está inquieta. Por eso han empezado a juntarse, haciendo grandes esfuerzos económicos y logísticos debido a las precarias vías de comunicación y a los altísimos costos del combustible, necesario para navegar decenas de kilómetros por río.

Así fue posible llevar a cabo el Primer Encuentro de Saberes de los Pueblos, en el que participaron delegados de las comunidades asentadas a lo largo de los 5 principales ríos que surcan el departamento: Guaviare, Guainía, Inírida, Atabapo y Negro. La reunión se celebró en la comunidad Chaquita, ubicada en la rivera del Atabapo, unos kilómetros arriba de su desembocadura en el Orinoco.

Allí estuvieron capitanes y gobernadores de las etnias Sikuani, Puinave, Piapoco, Curripaco, Guariquena, Baniva, Piaroa, Yerales, Guanano, Piratapuyo, Tukano, Cubeo y Desano. Como invitados fraternales, los líderes U’wa y Betoy de Arauca, delegados del vecino departamento del Vichada y del Congreso de los Pueblos, capítulo Centro Oriente. También participó la guardia indígena, representada por un grupo de jóvenes alguaciles, que se encargaron de la seguridad y la disciplina.

El encuentro tuvo varios objetivos, simples, pero supremamente importantes para superar la situación actual del pueblo: en primer lugar, recordar y compartir las experiencias de organización y lucha; analizar y reflexionar sobre la realidad actual de Colombia, de la región y del departamento de Guainía, los principales problemas, pero también las expresiones de movilización y propuestas alternativas que surgen de los pueblos; reconocer colectivamente el territorio, identificando sus principales elementos, y además los conflictos e intereses que hay sobre él; así mismo, retomar la sabiduría ancestral para continuar la tarea histórica de defender y permanecer en el territorio.

Los resultados superaron las expectativas. Más de 150 participantes, representantes del 90% de las comunidades de todo el departamento, así como de la Asociación conformada por los resguardos, ASOCRIGUA. Una actuación ejemplar de la Guardia Indígena y apropiadas provisiones para la alimentación de los 3 días que duró el evento: pescado, casabe y mañoco, elementos propios de la cultura nativa. El espacio y los asistentes permitieron que se produjera un interesante debate sobre las perspectivas que tiene la población indígena para superar las principales problemáticas de la región, así como las propuestas de articulación con otros departamentos y sectores sociales con los que se comparte la misma condición.

De esta manera el encuentro permitió llegar a una serie de conclusiones, que de hecho fueron publicadas en una declaración política aprobada por todos los asistentes, de la que podemos resaltar algunas:

1. El compromiso de forjar la unidad y trabajar conjuntamente por el fortalecimiento organizativo de los pueblos indígenas, la autonomía y autodeterminación que permitan ser soberanos en cuanto a las decisiones y políticas que afectan el territorio.

2. La continuidad de la función milenaria que han asumido los indígenas, en el sentido de proteger la integridad de la madre tierra, buscando el equilibrio entre la humanidad y la naturaleza.

3. La defensa del territorio respecto de amenazas como la gran minería, el turismo comercial, la colonización y la implementación de proyectos económicos ajenos a la cultura propia.

4. La exigencia al Estado de políticas públicas en salud, educación, productividad y cultura, de acuerdo a la cosmovisión y costumbres ancestrales de los pueblos.

Quedó en la agenda un segundo encuentro, para continuar profundizando en los debates y análisis, pero principalmente para fortalecer los lazos de unidad y el proceso organizativo de esta alejada parte del Centro Oriente .

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