A pesar de las masivas marchas del 18 de marzo, el hundimiento en el Congreso de la reforma laboral pone en evidencia la urgente necesidad de construir, desde el proletariado, espacios decisorios como las asambleas populares, desde donde se orienten y discutan propuestas que, más allá de las reformas, transformen estructuralmente al país.
Mientras algunos sectores populares ven en estas movilizaciones una herramienta para fortalecer la agenda reformista, es necesario insistir en la necesidad de profundizar las discusiones sobre el desarrollo productivo que permita construir un modelo de país donde realmente se transformen las condiciones de vida de las clases populares.
El hundimiento de las reformas progresistas.
Este escenario complejo muestra que, aunque hay un consenso generalizado de la clase popular sobre la importancia de las reformas, persisten desacuerdos sobre cómo deben ser implementadas, además de sus evidentes y cortos alcances frente al tardío capitalismo colombiano.
El espaldarazo del Congreso al proceso reformista del progresismo revela, una vez más, cómo el agotado escenario de la democracia burguesa funge como una institución que legitima las formas de explotación. En el caso de la reforma laboral, lo hace legalizando los mecanismos de explotación del trabajo y manteniendo en la precarización de la clase trabajadora del país.
Archivar la reforma laboral por parte de Honorio Henríquez, Alirio Barrera, Esperanza Andrade, Nadia Blel, Miguel Ángel Pinto, Berenice Bedoya, Ana Paola Agudelo y Lorena Río, en un parlamento que dice representar al pueblo demuestra una gran victoria para la burguesía del país. Manteniendo la perdida de derechos y garantías sociales de la mayoría trabajadora, frente a un capitalismo dependiente y regresivo cuya crisis es cada vez más evidente.
Con una estructura productiva supeditada al capital mundial, técnicamente dependiente y limitada a la precarización y la tercerización, es decir una estructura productiva obsoleta e inviable para jalonar la producción de valor social y desarrollo económico nacional.
La urgente necesidad de una salida proletaria
En definitiva, la combinación entre el desempleo de los recursos productivos (maquinaria, tierra y trabajo) y la privatización de los medios de producción perpetúa las contradicciones estructurales del sistema. Esto mantiene las condiciones que empujan al proletariado colombiano a la lucha por la mejora de su calidad de vida.
Donde la clase popular no quede reducida a la instrumentalización de las movilizaciones sin un horizonte político sino que se retome le permanencia en las calles bajo un proceso de construcción de país libre y soberano. Llamando y asistiendo no solo las movilizaciones sociales sino construyendo escenarios de asambleas donde se discuta el cómo y para qué producir. Esta es la oportunidad para seguir construyendo poder popular en un momento donde la democracia burguesa, por obvias razones, trunca cualquier atisbo de transformación social, como se vio con este proyecto progresista que va en picada por jugar bajo las reglas del capital.