martes, abril 29, 2025

«Trabajo Decente», buena intención repleta de contradicciones

Es menester recordar la importancia de la formulación de "Trabajo Decente" como concepto y política, a sabiendas de que fue una respuesta al grado de explotación al que llegó el capitalismo en medio de su proceso de expansión mundial, deslocalización productiva y de la precarización del empleo. Grado de explotación tremendo, aun, más alarmante hoy luego de la crisis laboral y productiva vivida por la humanidad en medio y posterior a la pandemia de la COVID-19.

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En 1999, Juan Somavia –primer director general de la Organización Internacional del Trabajo OIT (fundada en 1919) proveniente del hemisferio sur– presentó su memoria «Trabajo decente», en ella introduce el mencionado concepto, caracterizado por cuatro objetivos estratégicos: los derechos en el trabajo, las oportunidades de empleo, la protección social y el diálogo social.

Estos objetivos estratégicos Cada cumple, además, una función en el logro de metas más amplias como la inclusión social, la erradicación de la pobreza, el fortalecimiento de la democracia, el desarrollo integral y la realización personal. Para 2004 fueron vinculados a la agenda global de los objetivos del milenio, además de su impulso como base de la agenda global frente al empleo y el trabajo.

Trabajo Decente, contradictorio en sí mismo

Hablaremos entonces de dos cuestiones generales, la primera, ligada a las crisis económicas y el desarrollo tecnológico de la producción, al tiempo de la reorganización mundial de la economía entre centros periféricos de producción(Asia y África) dónde la explotación llegó incluso a despertar campañas de bloqueo comercial por la explotación laboral infantil en las fábricas de grandes marcas; pues bien, el mundo de trabajo se ha hecho más hostil.

Hostilidad representada en las medidas de libre mercado, que flexibilizaron los contratos, instauraron una lucha contra los sindicatos por su desacreditación, culminado con la expulsión de casi 2200 millones de trabajadores a actividades informales. Esto es muestra del panorama de las contradicciones económicas, sin tomar en cuenta la depreciación salarias y la perdida de derechos.

La segunda, ligada al cambio en las políticas y sistemas laborales hasta el punto de amenazar la existencia del derecho de laboral y el impulsado la informalidad cómo regla, está acompañada de la degradación y precarización de las condiciones de trabajo. A esto se suma las restricciones de ingreso de las mujeres al empleo y la falta de remuneración en el trabajo doméstico y del cuidado, situación poco alentadora.

Problemáticas que se acrecentaran con los avances tecnológicos actuales y la puesta en marcha de la una 4.ª revolución industrial, con la cual se prevé que las mutaciones del trabajo no sean las más Progresivas y, por el contrario, destruyan millones de puestos de empleo en el mundo.

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En nuestro país, al igual que muchos, la desindustrialización a hecho más precario el empleo y el trabajo, y también inviable su dignificación. Aún peor estamos frente a pulso mundial en cuanto al tipo de reforma laboral que hoy requieren los sistemas productivos y laborales. La precarización explica la intensidad de las movilizaciones que han sacudido países del centro y la periferia.

En Colombia la mitad de la población productiva del país labora en malos empleos y está en condiciones informalidad, pese a esta realidad la agenda ha sido capturada por políticas públicas de recorte de derechos y ajuste económico o limitada por la burocrática institución sindical que parece estar de espalda a la situación de casi 18 millones de Colombia.

Ante este escenario es importante promover la apropiación social de esta problemática estructural. Es relevante organizar estrategias de agremiación de trabajadores sobrantes e impulsar la construcción de respuestas sociales, económicas e institucionales. Hoy más que nunca, la sagrada Trinidad de Estaco-Empresarios- Sindicatos cobra importancia para promover mejores condiciones para la defensa de los derechos laborales de los millones de trabajadores que no son parte de la fuerza sindical.

Además de lo anterior, se debe fortalecer el vínculo como organizaciones de trabajadores y trabajadores, no hay razón para alimentar antagonismos, por el contrario, es necesario promover su creación y vínculo, a fin de contrarrestar los efectos de la degradación laboral y fortalecer el poder obrero.

Hoy más que nunca se debe impulsar la creación de un empleo socialmente sostenible y productivo, la cual se pondría en marcha con la construcción e implementación de una política laboral y productiva que permita desarrollar la estructura productiva nacional.

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