Aunque la lista de contradicciones es larga, y solo nombramos a algunas de ellas, hoy nos centraremos en un problema histórico: la cuestión agraria, abordada desde la perspectiva de la clase campesina. La tesis central que explica los graves problemas del campo es clara: la propiedad privada sobre la tierra y su alta concentración en manos de unos pocos.
Este fenómeno empieza con la expropiación violenta de los territorios durante la invasión de la corona de España. Más de 500 años han pasado desde entonces, y lejos de desaparecer, esta situación se ha profundizado. (Según el último Censo Agrario, apenas el 0,4 % de los propietarios posee el 65,1 % de los predios). Bajo el supuesto de un Estado social de derecho, los verdaderos dueños del territorio nacional siguen siendo un reducido grupo de latifundistas y conglomerados capitalistas.
Como resultado, la clase campesina se ha reducido significativamente, quedando con cada vez menos tierra y medios de trabajo. Esta realidad no termina ahí. El campesinado también enfrenta otras formas de explotación, como la explotación mercantil, que se ve reflejado en los altos precios de los insumos agrícolas, donde para poderlos comprar han optado por aceptar ofertas de créditos con tasas de interés muy altas, que son imposibles de pagar por la compra de sus cosechas a bajos precios, lo que los conduce a la quiebra, sin duda, esto es el aplastamiento de la clase por parte del capital. No podemos dejar de lado la desindustrialización del campo que es un reflejo del insignificante del proceso productivo del país.
Y anhelaríamos que los problemas terminaran aquí, pero no. Falta un factor importante que todos conocemos: la guerra. Con la llegada del negocio de las drogas ilícitas y el crecimiento de los paramilitares, la situación del campesinado se ha deteriorado aún más, según la Contraloría General de la República, 6,8 millones de hectáreas han sido despojadas, robadas a millones de campesinos, quienes se ven forzados al desplazamiento o a trabajar bajo condiciones de precarización salarial y laboral.
Sin embargo, el campesinado cuenta con un poderoso recurso: la organización y el trabajo colectivo, que les permite construir un bloque de resistencia y lucha por la permanencia en sus territorios. A través de propuestas de cambios estructurales, han demostrado su capacidad para construir vida digna. Un ejemplo reciente de esto son los Territorios Campesinos Agroalimentarios (TECAM). Gracias a la persistencia del Coordinador Nacional Agrario y otras organizaciones campesinas, tras una década de lucha, los TECAM se han convertido en una realidad constitucional bajo el Decreto 0780 del 24 de junio de 2024. Esta iniciativa busca que la nación y sus recursos productivos estén orientados a mejorar progresivamente los niveles de bienestar de los trabajadores y habitantes del país.
Se espera que por lo menos el 50 % de la tierra con vocación productiva agrícola y agroforestal debe destinarse a garantizar la alimentación de los colombianos. Esto se traduce en la construcción de una autonomía campesina que responde a sus necesidades y se adapta a las características de la tierra. Así, los TECAM representan un paso significativo hacia la soberanía alimentaria del país.
“Como lo dice su nombre, los TECAM es un territorio en el que también hace parte de la tierra, la cultura, el derecho campesino, la formación, la educación y sobre todo la autonomía y soberanía”
Según el informe de avance en el trámite de solicitudes de los Territorios Campesinos Agroalimentarios (TECAM) presentado por la Agencia Nacional de Tierras, se registra un progreso considerable del 77 % en la consolidación de los territorios campesinos en el país. Entre ellos se destacan territorios como Laguna del Lipa en Arauquita, Nuevo Amanecer en Chimichagua, Piedemonte Araucano en Fortul, Ciénaga de la Zapatosa en Chimichagua, y Vida y Soberanía Popular en Saravena.
En cuanto a las visitas técnicas necesarias para avanzar en el proceso, se reporta un 48 % de avance en departamentos como Cauca, Nariño y Huila. Adicionalmente, un 38 % de estas visitas ya están programadas en regiones como Casanare, Arauca, Bolívar, Tolima y Huila. Por otro lado, Agustín Codazzi y el Corredor Oriental de Pasto están pendientes de concertación. Aunque estos informes representen un avance significativo no solo para el campesinado, sino para toda la sociedad colombiana, es importante resaltar el llamado que hace el CNA:
“El campesinado colombiano, especialmente el CNA no abandonará, ni ha abandonado nunca la lucha por la recuperación de estas tierras despojadas porque todas estas tierras no han sido compradas al campesinado, han sido despojadas. El Estado o los gobiernos dicen que las tierras han sido compradas, pero, han sido compradas al precio que la oligarquía y los terratenientes han querido, por otro lado, se han aprovechado, se han adueñado de territorios de uso común, por ello el CNA y el Movimiento campesino nacional no vamos a parar de recuperar esos territorios, en este momentos estamos recuperando tierras en el César, Arauca, Casanare y Cauca”
El llamado es evidente: es necesario continuar fortaleciendo los mecanismos de resistencia, organización y lucha campesina, pues aún quedan muchos caminos por recorrer y, sobre todo, por recuperar.