
Trochando Sin Fronteras 18 de agosto de 2016
Argentina está atravesando una crisis profunda, ocasionada por la arremetida del capitalismo, que pretende arrancar los mínimos derechos que aún tienen los habitantes de ese país. Según el profesor rural Rubén Ortiz, este escenario es un desafío para el movimiento social argentino, las organizaciones de base y sindicales.
Para Rubén, el sindicalismo en los años 50 y 60 con la Confederación General del Trabajo (CGT) tuvo grandes avances. En esa época se adelantaron importantes luchas y movilizaciones por la reivindicación de los derechos de los trabajadores. Sin embargo, ese proceso fue truncado violentamente por la dictadura en la década del 70, y se sumió en una crisis sistemática que se agudizó a partir de los 90’s. Fue en esa década que el modelo neoliberal implantado en toda América Latina empezó su estallido, haciéndose evidente en Argentina con el robo del dinero de los ahorristas, la inflación, el desempleo y el crecimiento exponencial de la deuda pública.
De esa arremetida quedó el fraccionamiento de la CGT en varias centrales de trabajadores: CGT (Confederación General del Trabajo de la República Argentina), CTA (Central de Trabajadores de la Argentina), CTA (Central de Trabajadores Autónoma), CGT Azul y Blanca, escindida de la CGT en 2008.
Aunque disgregadas, estas centrales han venido reconstruyendo la unidad en la acción. Han desarrollado debates internos con el objetivo de encontrar herramientas para enfrentar el momento actual en Argentina, caracterizado por un gobierno -en cabeza del presidente Mauricio Macri- que ni bien haberse posesionado, empezó a arrebatar los derechos del pueblo trabajador.
“Hoy hay debate, pero hay movilización, hay puntos en común esperanzadores, aunque con diferentes matices, pero miramos en América Latina construyendo unidad aprendiendo de los aciertos, pero también reflexionando de los errores con el ánimo de caminar juntos”[1].
Según Rubén, se hace necesario repensarse la construcción de los sindicatos. Gracias al enorme aporte del movimiento social, esta experiencia ha ayudado a organizar al pueblo con otras lógicas que permiten edificar desde la base, incluyendo a diversos sectores en la lucha por la defensa de los derechos del pueblo. Un ejemplo claro de esas nuevas formas es el Movimiento Campesino de Liberación, proceso que agrupa a campesinos sin tierras desposeídos por el monopolio nacional y trasnacional, que los llevó a las periferias de las ciudades y hoy dan la lucha por la recuperación de sus tierras. A pesar de que la represión siempre ha estado presente, estos campesinos han recuperado aproximadamente 36.000 hectáreas, en las cuales propenden por la soberanía alimentaria y la agricultura familiar, pensando qué producir y para quién producir.
Estas nuevas experiencias en Argentina y en el continente plantean nuevos retos para el movimiento social latinoamericano, hacia la articulación, el apoyo y la solidaridad entre los sectores populares.
[1] Entrevista a Rubén Ortiz