sábado, abril 1, 2023

Obedecer y no cuestionar: Una historia sobre el código de policía

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obedecer y no cuestionar

Trochando Sin Fronteras, enero 21 de 2020

Por: Julian Sandoval – Colaborador Trochando Sin Fronteras

Este relato inicia en un día policivo como todos, ya es común… Un día donde un ser humano es pisoteado, avergonzado y denigrado, lo humillan y mortifican sin perder la costumbre de golpearlo durante el procedimiento, esta conducta de la “autoridad” le viola sus derechos. Le arrebatan su vida en uno de tantos casos en donde quienes se supone garantizan el cumplimiento de “la ley y la convivencia”, paradójicamente, son los agresores, los verdugos de quién se les antoja y por la razón que mejor les convenga, salvaguardados en lo que entienden como un poder superior.

6:15 pm. Ambiente repetitivo en el recinto, llena se encontraba la estación del sistema Transmilenio, un mar de gente tratando de embutirse en un bus hacia su destino. –“Manos arriba”, Escucha, quien recibe la orden policial no ha hecho nada más que ingresar a la estación, lo que le convierte en el sospechoso habitual es su cabello largo y enredado. Entre el mar de gente que abarrota la estación, un grupo de policías como hienas buscan a quien violentar, a quien someter. Al cruzar el torniquete, mientras “agentes del orden” buscan completar sus comparendos diarios, lo asechan y se lanzan sobre él, se convierte pronto en su víctima.

Las voces de mando se escuchan con premura, no cesan: –“¡Manos arriba de la cabeza! ” …“¡Déjelas arriba!…”. –“¡Voltéese! Abra su maleta…”. –“Apúrese…”. –“Abra las piernas”. Luego de una esculcada acompañada de una manoseada incomoda, al terminar la requisa le quitan una pipa. “Ya tocó comprar otra” pensó, como la mayoría de consumidores en la situación. En su maleta por omisión cargaba una trilladora (para triturar cogollos), lo recuerda en el momento exacto en el cual uno de los patrulleros decide requisar la maleta por segunda vez.

6:20 pm. El joven, ya sometido a sospecha pública, para molestias de los policías tiene conocimiento del procedimiento legal que se debe seguir según el Código de Policía y en aplicación del artículo 13 de la Constitución Política. Sabe, por tanto, que lo que porta es un objeto que no debería incautarse pues no está establecido en el decreto 1801, por lo cual pide de manera respetuosa que desistan de incautarla.

6:22 pm. –”No me la quite, me costó dinero, no tiene ni siquiera ganjah, ¡revisen! … La botan si encuentran”… “Soy estudiante, no soy un delincuente y ustedes saben que no deben hacer esto, al menos no sin una orden de incautación”, dice el joven. Envalentonado y con actitud retadora un “agente del orden” responde: –“Usted podrá estar estudiando, yo también, le cuento, y puedo hacerle lo que yo quiera, váyase mejor”. Sin atender a esa voz de mando, el inculpado les da una razón para que abusen del papel de héroes en el cual se ponen, entonces decide reclamar la orden de incautación, ante esto el policía al mando actúa con lo que entiende como el poder supremo en sus manos (el comparendo) y le impone una multa equivalente a $213.700, tipo 2 según la ley 180…

6:25 pm. Es arrinconado en el ingreso de personas en silla de ruedas y padres con coches. Arrepentido y molesto, más bien frustrado, porque además de estar arrinconado como un delincuente, recibe una multa que busca pisotear sus argumentos con ignorancia… Quienes ejercen la “autoridad” no responden, su argumento es la intimidación, ellos amenazan y violentan.

La persona requerida sigue allí tratando de rescatar sus cosas y la policía, para demostrar quien tiene el poder, retoma la requisa del inculpado sin escuchar. Una vez más le requisan de cabeza a pies. Encuentran unos tres gramos de ganjah, marihuana que quien realizó la primera revisión extrañamente había desconocido. Es el momento que buscaban los “agentes del orden”, revisan la maleta a fondo, arrojando sin algún cuidado las cosas al suelo mientras el joven discute con uno de ellos por la imposición del comparendo, otro de los uniformados misteriosamente encuentra más marihuana una bolsa hermética entre su maleta que lo sorprende nuevamente.

El joven, mientras recoge sus cosas tiradas al piso por los uniformados, es abordado de nuevo por los seis patrulleros y nuevamente requerido para entregar la cédula; bajo presión, entrega la licencia de conducir que es un documento válido para identificarse, para los uniformados, sin embargo, se está negando a identificar debidamente y amenazan con un nuevo comparendo.

6:30 pm. Enojado les reta a realizar el comparendo; si son capaces de robar su trilladora no le sorprendería que le pusieran comparendos como intimidación, la única patrullera de los seis que lo intimidan, lo golpea porque se sintió “irrespetada” por lo que aseguro segundos antes el joven les dio a entender que eran unos delincuentes uniformados.

6:35 pm. El procedimiento violento de dominación toma un nuevo rumbo; –“¿por qué me pega?” dice el agredido. –“¿Quién le pegó?, ¿Dónde le pegaron no tiene nada?” responde la patrullera. Varios de los que se encontraban en el vagón de Transmilenio gritan ante los abusos de la policía, pero no pasan de los reclamamos, aun teniendo la razón, nadie quiere arriesgarse a ser la futura víctima de abuso de autoridad.

6:40 pm. El estudiante, molesto con su agresora, le cuestiona su labor en la institución como mujer y su vulnerabilidad dentro de la misma… El resto de uniformados se abalanzan sobre él porque según ellos debía respetar a la dama que estaba con ellos. Quien dirigía el procedimiento Juan Charri le dice al oído de manera desafiante “Dama como su gran puta madre”, él no había golpeado a la patrullera y reclamaba por haberle golpeado. Ahora le reclama a Charri por su incoherencia, le exige respetar a todas las mujeres y que en su hombría repitiera que era puta a su madre, invitándolo a hacerlo esta vez duro.

Esto solo lo lleva a que le den una orden de traslado a una oficina de policía ubicada en el Portal de la 80, allí se encuentra con un barrista detenido por el mismo “delito”: portar marihuana sin embargo a él lo dejan libre y sin comparendo “quizá hasta sin dinero”. Al final dejan ir al joven también, no sin antes ponerle un nuevo comparendo por irrespeto a la autoridad.

Hacen desagradable una situación sin estar presentes

La intención aplanadora de ideas y devoradora de tiempo no acaba… Parecen disfrutar de su nefasta interpretación de poder. Sucede que aun cuando ya pasó el procedimiento policial obligan a obedecer órdenes mal intencionadas.

Tras dos horas de viaje a Bogotá y con un parcial a las 10 de la mañana el joven llega…
9:30 am. Con tan solo un día hábil para apelar el comparendo dirige su rumbo a la estación de policía de la localidad de Engativá, lugar al cual el policía le indicó debía dirigirse, llega corriendo al punto indicado para exponer el caso. La voz del policía de turno es poco amistosa: –“déjeme ver los comparendos… No los han subido al sistema, sabe que usted también se equivocó de dependencia, esta orden se la hicieron dentro de Transmilenio, eso no nos corresponde a nosotros… ¿Entendió?”. El día apremia, no hay tiempo que perder, la única opción que queda es acercarse a una “Casa de justicia” para hacer un curso “pedagógico” que le derogue la multa.

Lecciones de Sometimiento, claves para ser buen ciudadano

6:00 am. Se alista para emprender camino hacia el primer curso (tiene que asistir a un curso por cada comparendo, al mismo curso…) 8:50 am. –“Buen día, quisiera saber…” No alcanza terminar de hablar cuando escucha –“Présteme la copia del comparendo”. La recepcionista anota un número y le dice –“esté atento al llamado o le toca pedir un nuevo turno”.

Han transcurrido 4 días y son 5 los días hábiles de plazo para hacer el curso o de lo contrario pagar la multa en su totalidad. –“¡Turno 31!”, escucha. Se sienta en un cuarto que sirve de recepción, tienda y sala de espera al mismo tiempo. Esperan aproximadamente 15 personas de pie, entre ellos una mujer con un bebé en brazos junto con su esposo notablemente cansado, dos venezolanos. Mandan a hacer una fila con requisa…

9:54 am. –“Buenos días. Los que vengan al curso pedagógico hagan una fila. Por favor bolsos abiertos”. Las personas entran a un salón nombrado “mediación y conciliación”. -Empieza el curso. Un promedio de 30 personas escucha las instrucciones. “Claves para ser un buen ciudadano” anuncia un vídeo. Luego de ver la novela policial por unos minutos de fondo se empiezan a escuchar murmullos y algunas risas por lo que se muestra en el vídeo. Risa que se extingue tras la escena de un joven atropellado por un Transmilenio, en coro se escucha ‘ushhh’. El vídeo empuja a la obediencia, apela a la emocionalidad de quienes lo están observando, obediencia incluso cuando tiene la razón quien no lleva un uniforme puesto…

10:28 am. Termina el vídeo, la persona encargada pregunta: –“¿Qué les dejó el vídeo?” recomienda no hacer críticas, solo quiere escuchar lo “aprendido”. Un hombre levanta la mano y apresurado dice: –“debemos conocer la ley, es importante”. Luego alguien más dice: –“los policías también infringen la ley”, Una mujer lo interrumpe: –“yo no quiero llevar la contraria, así como no quería pelear con el policía, pero luego de que me dice que soy una negra y que por eso soy ladrona o venezolana… Me tengo que ir contra él, me ofendió… ¡debo pagar cuatrocientos mil por la educación que ese policía no recibió…”. El instructor con premura, afirma que legalmente ya hay mecanismos para tratar de buscar justicia sin morir en el intento y recuerda que se están “implementando cursos para policías”.
10:35 am La cátedra continúa y el funcionario sostiene: –“contrario a lo que muchos afirman este código no es para reprimir, el código a nadie reprime” (más bien quienes aplican la ley basándose en él). “En todo lado hay reglas, para la ciudad está este librito. Algunos no han entendido el mensaje, (señala el libro) Esto le evita malos comportamientos… Aunque creamos que algún comportamiento está bien ante la sociedad, la cultura y la ley, pues no lo está, no podemos pasar sobre el otro. De pronto muchos se sienten atropellados por los policías, pero aquí no vamos a solucionar eso, ¿bueno? Solo le explicamos el por qué. Tenemos en nuestra cabeza la idea de que el policía es malo, pero, ¿a quién no le gustaría tener al lado a uno cuando nos va a robar? Yo no soy policía pa’ que guarden las piedras, debo ser “objetivo” con mi tema, los policías deben hacer cumplir la ley… Además si usted desafía a un policía ¿quién pierde?”.

Luego de cinco días, acompañados por rabias contenidas y ahogos, el curso fue suministrado y se pudo ahorrar un dinero que no se tiene. Pensativo dirige su rumbo hacia su casa, colmado de interrogantes tras vivir la experiencia.

Sometimiento y silencio

Código nacional de policía y convivencia para vivir en paz”, es el eslogan del vídeo que presentan. El instrumento que pretende y alega el disciplinamiento de la sociedad a punta de multas, otorgando un poder a los “agentes del orden” que se sale de su comprensión, pero que les ofrece una ciudadanía dócil, que no cuestiona nada. Debemos preguntarnos: ¿Qué tipo de ciudadano es el que solo obedece? Y, ¿Qué tipo de Estado es aquel que pretende regir sobre una población dócil, sometida, conforme con todo, Impasible?

¿Será posible lograr la anhelada paz a partir de una norma que se coloca por sobre la realidad? ¿Cómo vivir tranquilo cuando quienes aplican la norma la interpretan como un poder superior? ¿Para dónde se enruta nuestro país, cuya dirigencia está convencida que la gente aprende a fuete? ¿Acaso este proceder no es lo conocido como autoritarismo? ¿queremos vivir en una sociedad como en las distopias planteadas por Orwel y Huxley? ¿permitiremos pisotear nuestra dignidad y derechos?

No crea que esto solo puede pasarle a una persona que porta marihuana. Tampoco legitime que esto deba ser así si ese es el caso, historias similares viven trabajadores informales, manifestantes, campesinos, indígenas, ambientalistas y líderes asesinados. No descarte que pueda ser usted un caso más. La clave para ser un buen ciudadano según la policía es: obedecer y no cuestionar. No cuestionar aun cuando abusan de su autoridad, no cuestionar aunque asesinen personas, no cuestionar porque ellos también están obligados a obedecer sin cuestionar.

¿No los vamos a cuestionar?

 

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