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Páramo de la Sarna: 14 años de memoria y dignidad

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Trochando sin Fornteras 25 de Noviembre de 2015

 

Difícil calcular lo que significó la masacre del Páramo de la Sarna en la región. Las heridas que dejó en el pueblo boyacense y del piedemonte casanareño, el resentimiento que causó, las familias a quienes fragmentó con la honda tristeza de un familiar masacrado. Habitantes de diferentes municipios fueron víctimas de las acciones paramilitares con las que se buscó el control social y político de esa región.

Con cada persona asesinada terminaba la vida y los sueños de un familiar, de un amigo, de gente que con su trabajo diario hizo lo que es esta zona del país.

Ente los asesinados estaba Isidro Alba Guío, afiliado al Sindicato de Maestros de Casanare por el municipio de Aguazul. Tal hecho evidencia que el blanco de la violencia no fueron sólo las personas, sino sus procesos organizativos.

Catorce años después del crimen -aún en la impunidad-, cientos de personas asisten a la peregrinación al Páramo de la Sarna. Esto muestra que las luchas por una nueva sociedad persisten en la comunidad, pese a tan brutales mecanismos de represión.

Desafortunadamente, este aniversario 14 de la masacre fue precedido de un nuevo hecho de barbarie: el pasado 13 de noviembre fue asesinado el líder social Daniel Abril Fuentes en el municipio de Trinidad, Casanare. Éste se había desempeñado como defensor de derechos humanos y del medio ambiente en la región, contrariando los intereses de compañías como Perenco y Pacific Rubiales.

El asesinato de Daniel Abril y la impunidad en la que aún se encuentra la masacre del Páramo de la Sarna son ejemplos de que la paz no se ha asomado a los territorios rurales en Colombia. Que para estas comunidades que han sobrevivido al abandono y a la violencia estatales, la paz sólos será posible a través de la verdad, el juicio a los agentes oficiales y paramilitares, así como a los grupos políticos y económicos que han promovido y se han beneficiado de toda la violencia soportada por el pueblo. Implica también desmontar los proyectos de saqueo de los recursos naturales, que han ocasionado destrucción ambiental, hambre y desplazamiento de millones de colombianos.

En diversos escenarios del movimiento social se ha concluido que la paz significa el reconocimiento de los conflictos en los territorios, la dignificación de los líderes sociales que luchan día a día por mejorar las condiciones de vida en las regiones.

En Boyacá, por ejemplo, se ha exigido el el desmonte del Escuadrón Móvil Antidisturbios -ESMAD-, que tanto daño y muertes causó durante el paro agrario de 2013. La paz pasa por la construcción de una democracia basada en la justicia social.

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