
Trochando Sin Fronteras 13 de Febrero de 2016
Oglis Ramos
A 15 años de haberse firmado el Plan Colombia se toma la iniciativa de continuarlo bajo la fachada del denominado ‘Paz Colombia’. Su principal impulsor seguirá siendo el gobierno de los Estados Unidos.
Ante este gran anuncio, difundido como siempre por las transnacionales de la comunicación, quedan preguntas sin respuestas favorables para el pueblo colombiano: Qué ha dejado el plan Colombia para los colombianos? La oligarquía que lo promovió y se benefició de él lo enaltece; pero el pueblo del campo aprietan los dientes por la indignación que les embarga. Ha podido Colombia derrotar al narcotráfico? No. Con esto ha quedado demostrado que los Estados Unidos siempre van a necesitar que exista la mafia de las drogas ilegales para ofertar una falsa democracia.
La militarización que llevó a cabo el gobierno estadounidense en Colombia representó, sin duda alguna, el más grande cuartel militar auspiciado por el apoteósico plan de guerra firmado hace 15 años. Este plan de prácticas criminales que llevó a profundizar el conflicto y la desigualdad social; del que los señores de la guerra y dueños de las corporaciones de armas sustrajeron jugosas ganancias; el mismo que dejó abundantes fumigaciones aéreas que han ocasionado una contaminación ambiental sin precedentes.
Hablar de un plan para la paz agenciado nuevamente por los Estados Unidos es hablar de la continuación de una política militarista, aunque sus promotores y defensores digan lo contrario. Todos los planes de paz impuestos y en los que ha participado los Estados Unidos alrededor del mundo han demostrado ser planes para la dominación exclusiva de las fuerzas imperiales.
Si América del Sur en este momento histórico es un blanco para el pentágono, el plan ‘Paz Colombia’ es el caballo de Troya elaborado para la recolonización de la región. Hay que tener claro que la ayuda de 450 millones de dólares no va estar destinada a educación, salud y agricultura; ese paquete al que se refirió el premio nobel de la guerra (Barack Obama) estará destinado a fortalecer al ejército suramericano más represivo y con récords en cuanto a violación de derechos humanos se refiere.
Hoy los jefes del pentágono se frotan las manos y celebran los avances de las mesas de negociación que se llevan a cabo en La Habana; mientras hablan y se jactan de jugar a la paz ya presentan a Colombia como el ejemplo a seguir para los países que se resisten a sus políticas de dominación y exterminio, preparando el terreno de ataque contra los logros obtenidos durante 15 años de rebeldía latinoamericana. Cabe destacar que el gobierno colombiano tiene claro el papel de dominación que ejercerá como aliado de Washington una vez que las FARC se alejen del conflicto y opten por la vía política, tal y como lo tienen planteado; así mismo, tiene claro que el próximo enemigo a derrotar por todos los medios es al Ejército de Liberación Nacional, segunda guerrilla más importante del país y con incidencia en el pueblo pobre de Colombia. Esto desencadenará una cruel represión por parte del estado colombiano y un silencio atroz dela opinión pública que rata de apoyar el proceso de paz.
El presidente Santos, erguido y sonriente ante las cámaras en la rueda de prensa que ofreció junto a John Kerry, dejó claro que en Colombia seguirá siendo socio estratégico de la Casa Blanca y que no dudará en hacer cumplir los preceptos y mandatos que le sean ordenados.
En conclusión: Un plan para la paz mientras se incrementan bandas paramilitares es una falsa bandera presentada por el gobierno de Washington y aceptada por la oligarquía colombiana para que, en un futuro no muy lejano, el asesinato de líderes enlute a cientos de familias, para que el ejército y la policía usen el garrote y el fusil en contra del pueblo.
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