martes, mayo 30, 2023

Reconstruir el campo popular y democrático, tarea de las organizaciones sociales

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Editorial  Trochando Sin Fronteras, Agosto – Octubre de 2019

[dropcap color=»#ddc80d» type=»square»]El[/dropcap] ambiente social y político de nuestro tiempo es la angustia cotidiana de millones de personas en quienes se encarnan y profundizan los males del capitalismo, cada vez más insoportables para las clases trabajadoras o subalternas a nivel mundial. Entre la angustia y el pesimismo de las mayorías respecto a su presente y futuro, el guerrerismo y el canibalismo imperialista se erige al ver como las leyes generales de la acumulación capitalista han terminado por volverse en contra.

Por donde se le mire la sociedad actual ha fracasado, el capitalismo se ha hecho más retardatario que nunca y son lamentables las consecuencias de este hecho. La crisis estructural del capitalismo ha reproducido las desigualdades, la pobreza, el desempleo, el endeudamiento de los Estados dependientes del capital central, la destrucción causada por la guerra expropiadora y la competencia inter imperialista, la quiebra de las formas mentirosas en que las democracias liberales se organizan o legitiman, y la aterradora e indignante crisis ambiental causada por la depredación de la incorregible lógica del capital.

La situación es difícil son retos de época los que vivimos y fuerzas maquiavélicas las que enfrentamos al otro lado de la línea. El capital y el imperialismo hoy conducen la humanidad hacia la guerra global a fin de sostenerse en pie y darse un nuevo aliento. Ello es lo que está detrás de la actual situación de disputa geo política que hoy cuenta con factores más complejos que hace algunos años.

Pues luego de una década de la crisis financiera del 2008 se han acumulado signos de fragilidad económica más delicados, tanto a nivel mundial como en los contextos de las economías avanzadas y dependientes, quiebra fiscal y sobre endeudamiento público y privado, caída en la productividad mundial, guerra comercial entre China y EEUU -que ya ha fijado la ruta hacia un nuevo capítulo de la crisis económica- crisis del proyecto de unión Europea, recrudecimiento de la guerra en medio oriente por la tensión Arabia Saudita-Irán y el conflicto regional de Venezuela, son algunos de los signos que marcan la actual situación.

Los patrones de funcionamiento del capitalismo han presentado límites y las recetas de solución han mezclado fórmulas de inventario como proteccionismo entre potencias, libre comercio gansteril hacia países dependientes, apalancamiento público de deuda privada, amedrentamiento militarista, sanciones políticas y económicas, o empresas expoliadoras de recursos estratégicos.

Las clases capitalistas y los distintos sectores dominantes en medio de la inestabilidad mundial viran entre el replanteamiento de sus fórmulas de libre mercado y la apropiación de doctrinas neo conservadoras de sesgo nacionalista. Estas fórmulas de conservación o regeneración del sistema dominante, tratan de proteger más intereses de facciones de clase que evitar la inviabilidad estruc-tural del capitalismo como régimen de producción de la sociedad actual. El interés de clase se trepa encima del interés nacional, aunque falsamente se justifique en la defensa del interés de las mayoritarias.

La idea pragmática de que las guerras imperialistas son necesarias para mantener intereses de minorías con poder ha tomado fuerza en los hechos, pese a que existen quienes aceptan que el sistema está en complejas condiciones y debe reformarse sustancialmente en clave de asegurar la pervivencia de sus sistema de libertades económicas y políticas, la realidad parece evidenciar los riesgos destructivos que pueden materializarse y las limitaciones de las fuerzas transformadoras de nuestra época frente a las contradicciones insalvables del capital, obligan al jalonamiento de un proyecto anticapitalista.

Opciones de acción estratégica que alimentan la dialéctica de nuestro momento, guerrerismo y de gradación capitalista o transición y solidaria y humanista.

América Latina crisis a la derecha

Con el cambio de los proyectos de gobierno en diferentes países latinoamericanos se especuló sobre las bondades de un proceso de derechización de la región. Pues las cosas no han salido también para quienes auguraron dicha cuestión, en tanto la crisis económica mundial ha transferido parte de sus desequilibrios minando las ya debilitadas estructuras de las economías de la región.

La situación de Argentina es diciente frete a este hecho y el país del Sur de América ha reventado su economía, obligándose a embargar su soberanía a los fondos internacionales, bajo la gestión del fracasado gobierno de Macri que con todo y la aplicación de medidas de ajuste fiscal no pudo contener el derrumbamiento de sus economía nacional.

El factor más relevante es el re cambio que la política estadounidense ha establecido para la región. Un tipo de intervencionismo neo conservador que ha revitalizado los valores de dominación imperialista desde México hasta la Patagonia, y se ha ubicado en disputa con la concurrencia de potencias como China o Rusia en la región.

La punta de lanza de parte de esta estrategia ha estado bajo el servilismo del gobierno colombiano. El uribismo mediocremente ha evidenciado incapacidad de jalonar el reacomodo regional del bloque de derecha, tanto a instancias de la reorganización de los proyectos de integración regional, como en los planes de desestabilización y derrumbamiento del gobierno maduro en Venezuela o la marginación de Cuba en la región, base esencial de la geo política estadounidense del América Primero establecida por Donald Trump para América latina.

La situación es delicada para las clases populares del continente en tanto la economía va mal, la política inestable y cada vez más represiva, los indicadores de pobreza, desempleo, violencia urbana, economía ilegal se han disparado dificultando la organización del proletariado latinoamericano que está disperso y en profunda confusión, los movimientos sociales y las fuerzas políticas progresivas han sido marginadas, perseguidas judicialmente y aniquiladas por vía militar con cuadros alarmantes como en Colombia y México.

Pese a ello, es necesario develar las posibilidades que en medio de este escenario se ofrece a la lucha popular, rediseñar las estrategias y ajustarlas a un momento ampliamente reaccionario, re proyectar el horizonte histórico de superación de los lastres de la dependencia regional, trabajar por programas de acción unitaria en clave de liderazgo popular y cristalizar una respuesta programática de transición de la actual situación.

Colombia consenso hegemónico y vías alternativas

Se sostiene la concentración de la propiedad privada sobre los grandes medios de producción, en los grandes conglomerados: AVAL, VALOREM, GEA, OAL, GILLYSNSKY. La necesidad sigue llevando a los trabajadores a vender su fuerza de trabajo en circunstancias muy desventajosas, los puestos estables, remunerado son cada vez más escasos, alentándose su competencia, y por esa vía su fragmentación. Por lo tanto, la debilidad orgánica de la clase popular es la fuente del poder del gran consenso hegemónico.

La propiedad privada sobre la tierra, y sobre los recursos naturales, fuente del poder oligárquico. Constituye la relación social que permite la sobrevivencia de la retardataria clase neo terrateniente y con esta la ultraderecha del régimen de dominio político instalado con la victoria de Duque. Por eso, las relaciones sociales propias del capitalismo se reproducen con la victoria del Uribismo como fuerza política hegemónica que comienza su periodo mediante el uso amplio del autoritarismo, la alianza interoligárquica a pesar de estar debilitada, se sostiene por el refuerzo y sometimiento al capital imperialista.

En este contexto el poder oligárquico‐imperial se termina de condensar, al ponerse el Estado al servicio del capital: cuyo papel central es posibilitar las mejores condiciones a su acumulación, por medio de cobrar pocos impuestos al gran capital, proveerle legislaciones ventajosas, espacios o territorios con buena infraestructura, y mano de obra dócil es su gran reto. Pero estas políticas en sí mismos son contradictorias, porque profundizan la situación de déficit fiscal desarrollada desde el gobierno anterior, que intentaran de ser desplazadas con la nueva reformas tributaria disfrazada de ley de financiamiento que invariablemente incrementan los impuestos sobre a los menguados ingresos de la clase popular.

El manejo mediático del conflicto armado y la crisis de Venezuela se está utilizando como un método para controlar y disciplinar a los proletarios y la clase popular en general, un objetivo nada fácil de alcanzar dado que la extensión de la crisis que vive el país, se encarga de alentar la lucha de clases y de mantener las condiciones de severa crisis social, junto a sonados escándalos de corrupción.

Por esta razón últimamente se ha dado rienda suelta a las FFMM, reforzado en forma permanente con la fuerza paramilitar, encargada de sembrar y generalizar el terror como medio fundamental de dominio profundizando el asesinato de líderes sociales. La debilidad organizativa de la clase popular se ha logrado más por el uso del terror que por los atisbos de hegemonía, gobernabilidad o legitimidad que se supongan en la oligarquía. La pervivencia de la forma liberal con la que se presenta el Estado colombiano: modo que ha podido preservar a pesar de la crisis y la guerra.

Las alternativas de carácter democrático y popular a esta situación descrita, han pasado por un proceso de desarticulación, cooptación e institucionalización, producto de un discurso de paz, que ha escondido los problemas estructurales de la nación colombiana, por poner de frente una visión de falsa reconciliación nacional. Ante este panorama es necesario reconstruir el campo popular y democrático desde una mirada estratégica que logre conjurar las necesidades de las clases populares, en propuestas que venzan la pasividad y hegemonía política del régimen.

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